La orquesta local, cada día va adquiriendo personalidad y un sonido definido. La orquesta brindó un marco acorde con el estilo de Saint-Saëns. El maestro William Vergara se lució con la obra de Mendelssohn antes de cerrar con una de Cueva Negrete.
Salta, viernes 28 de noviembre de 2014. Teatro Provincial. Solistas: Iva Jovanovic (violín). Martín D’Elía (violonchelo). Suite para orquesta nº 1 en do mayor BWV 1066 de Johann Sebastian Bach (1685-1750). La Muse et le poéte op. 132 (*) de Camille Saint-Saëns (1835-1921). Sinfonía nº 3 en la menor op. 56 “Escocesa” de Felix Mendelssohn Bartholdy (1809-1847). Fantasía Ecuatoriana (*) de Néstor Cueva Negrete (1810-1981). (*) Estrenos para Salta.
Hay una cuestión que se repite cuando uno menos lo espera y por eso la menciono porque es importante y no debe soslayarse. La orquesta local, que cada día va adquiriendo personalidad y un sonido definido, entre sus cualidades está la de contar con músicos de fila capaces de ocupar el atril de solista cuando se necesita. Hoy fue el turno de la serbia Iva Jovanovic y el platense Martín D’Elía, ambos de excelente cometido. Por supuesto la circunstancia es muy alentadora para el grupo sinfónico en tanto representa puntos a favor en la calidad instrumental de sus miembros.
Por la segunda mitad del siglo XVII y la primera del siglo siguiente, se puso de moda en centro-europa, tomar como fuente de costumbres y tradiciones para los tiempos siguientes, lo que se hacía en la corte francesa de Versalles. Bach ya se había instalado en Köthen y no escapó a esa corriente y a pesar que no son definitivas las fechas de composición de sus suites, la nº 1 tiene ese claro espíritu afrancesado. Su interpretación lo fue al estilo de la época o sea con un reducido grupo instrumentista de dos decenas de ejecutantes y el resultado final no fue del todo adecuado. Tal vez por ello, en muchos lugares su puesta en escena deja de lado criterios historicistas para “modernizar” su ejecución con una mayor dotación orquestal.
Luego vino una pequeña joya de Saint-Saëns, muy poco tocada que habla de la relación entre la inspiración que surge de las musas y el lenguaje del poeta representados por el violín la primera y el violonchelo el segundo. La orquesta brindó un marco acorde con el estilo del autor al notable lucimiento de los solistas Jovanovic y D’Elía que dialogaron permanentemente con sus sonidos creando la sensación que sin las musas, el poeta no tendría la oportunidad de escribir. Este pasaje del concierto ya fue mejor que el anterior y mereció por parte de los solistas, un sentida zamba de Gustavo Leguizamón “Desde el olvido” muy bien recibida por los oyentes.
Y después la explicación del título. Mendelssohn significó para el director invitado una destacada conducción. Los acentos, las cadencias, las escalas, los macizos acordes de las secciones de la orquesta, todo en su lugar. La “Escocesa” se llama así no porque se usen melodías o ritmos del país que el autor visitaba, sino por razones geográficas ya que fue compuesta en ese país británico. Dedicada a la “eterna” reina Victoria ofrece una sombría coloración enmarcada en un económico uso de los medios sonoros lo cual habla de un carácter austero aunque no está exenta de rotundas definiciones armónicas. Noble y bella obra donde el maestro William Vergara se lució antes de cerrar con una fantasía de su país, casi una “suite”, basada en aires ecuatorianos y expresados en lenguaje musical de alto academicismo, escrito por el eficaz compositor Cueva Negrete, injustamente desconocido en nuestro país.
Una experiencia más para la orquesta local.