En la Argentina de los Kirchner y la oligarquía agraria, 1.300.000 obreros del campo, de los cuales un millón cobra en negro, trabajan bajo la ley laboral de la dictadura redactada por el genocida Martínez de Hoz.
La Verdad Obrera 1-04-08
Los olvidados es una de las más grandes obras del cine. Una historia de contrastes, de opulencia y miseria transcurrida en los suburbios mexicanos. Su director Luis Buñuel es quien retrata la vida de los sin rostros, de los que cuelgan del último eslabón de la cadena social. De los silenciados de siempre.
Hoy, el lockout agrario alzó la voz de lo que llaman «campo». El país habla y opina y no pocos son los que gritan. ¿Pero quién recuerda a los olvidados del campo? Y entre tanto ruido, ¿a quién le importa la suerte de los peones rurales? En estos días ninguno de los partidarios de Macri o Carrió que golpean las cacerolas ni los que levantan el brazo haciendo la v de la victoria como D´Elía se acordó de ellos.
Cristina Kirchner los nombró en su discurso, sólo utilizándolos como un recurso dialéctico para irritar a la oligarquía de la Sociedad Rural, a la misma que ella y su esposo tanto favoreció en este último tiempo.
En 1980, la dictadura de los Martínez de Hoz se encargaba de derogar el Estatuto del Peón. El primer gobierno peronista lo había otorgado, estableciendo por primera vez la aplicación de normas laborales en la relación de trabajo rural: salarios mínimos, descanso dominical, vacaciones pagas, estabilidad, condiciones de abrigo, espacio e higiene en el alojamiento del trabajador. La medida adoptada por el nacionalismo burgués de Perón era progresiva pero los terratenientes se las arreglaron para no cumplirla y Perón no hizo mucho al respecto.
Cuando los militares genocidas lo derogaron se legalizaba lo que la oligarquía y la burguesía agraria ya venían haciendo desde hace mucho tiempo: condenar al trabajador rural.
¿Y bajo los Kirchner? Para los peones nada distinto. La ley que los rige actualmente es la 22.248 de la dictadura, mucho peor que la de Contrato de Trabajo. No contempla la jornada laboral de ocho horas y a quienes trabajan por temporada no se les reconoce un vínculo permanente con el empleador.
Los asalariados rurales son 1.300.000 y según el Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores sólo un cuarto, cerca de 325 mil, tiene salarios en blanco. El promedio de ingreso de ese pequeño grupo de trabajadores no llega a los 1500 pesos al mes, a los que se agrega el pago en comida y en vivienda precaria en el lugar de producción. Hay además 350.000 trabajadores golondrinas, que se desplazan por el territorio según la cosecha. 400.000 chicos trabajan en el campo, cuestión que está avalada por convenio.
Su sindicato es la UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores). Encabezado desde 1991 por Gerónimo Venegas, quien actualmente está al frente de las 62 Organizaciones y comparte la CGT con Hugo Moyano. Los dirigentes de la UATRE tienen el «mérito» de que sus representados sean los peores pagos, con condiciones de trabajo deplorables, y están entre los que sufren más muertes por accidentes laborales.
Los trabajadores, los luchadores, los estudiantes tenemos que apoyar sus demandas empezando por sacar a la luz esta historia de contrastes, de alta rentabilidad por un lado y de precariedad y miseria, por otro.
– Fuente: La fogata