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sábado, noviembre 23, 2024

La peligrosa ideología que transmite «La patota»

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Primero que nada, el título es un injerto comercial, ya que esta película necesitaba el gancho de su antecesora de 1960, que fuera dirigida por Daniel Tinayre y protagonizada por Mirtha Legrand.

La una, la de de Mitre, director de “El estudiante”, dista mucho de la otra. Dos marcos diferentes, dos significados diferentes, dos planteos diferentes. Esta Patota es otra cosa. Y Mitre no es inocente. Que no venga Clarín a decir “Paulina, el personaje de Dolores Fonzi, merece la atención y no el juzgamiento del espectador”. La crítica no es al personaje, no somos tan estúpidos, sino al film, al contenido ideológico que fomenta Mitre (¡) y Llinás. La discusión no es Paulina, que es un invento, sino los cerebros desafortunados de sus realizadores.

Los críticos, para justificar sus opiniones falta de criterio, se manejan en el plano artístico para hacer notar lo bien que actúa Oscar Martínez como Juez. Muy pocos se atreven a decir los mismo de Dolores Fonzi, que aquí es Paulina, porque además de tener todo el tiempo el mismo gesto, antes y después de la violación, no presenta ninguna variante compositiva. Todo monocorde y aburrido, salvo para decir al menos cinco veces (tendría que contar bien), la palabra “reaccionario”, con el único énfasis que pone durante los 103 minutos que dura la cinta, donde su rostro es lo más destacado visualmente.

¿Y a mí qué me importa el buen papel de Oscar Martínez? Me interesa los valores que pretende transmitir, no lo bien que representa su papel el buen actor. Si bien se lleva la parte cuerda del guión, ya que para su hija es un reaccionario por querer hacer justicia con los violadores o por buscar que la joven deje de parecer una adolescente en rebeldía con su padre.

El film está tan mal encarado, que la experiencia de Paulina parece, más que un interés genuino en los marginales al trasladarse a Misiones para dar clases de Cívica en una escuela rural, un alegato contra el “facho” de su padre, cuya ilegitimidad – en el film- está dada por ser de clase media acomodada, tener un trabajo de Juez y aspirar a que su hija vaya por el camino del Derecho. La cordura del personaje de Martínez, de pretender además, hacer Justicia ante la violación a su propia hija, es criticada; en cambio, la perspectiva “progre” del personaje de Fonzi, es celebrada, al bancarse “literalmente” que una patota de guaraníes la violen, es decir, la víctima cómplice de violación que encubre a los que cometieron el delito sólo porque son incultos, pobres, marginales…

¿Qué reflexión podemos hacer de la irracional postura mitrista del film? El prejuicio al revés, la discriminación en positivo, no deja de alentar la visión de los guionistas y del director (también guionista). Los violadores son guaraníes. Para salvar esta aberrante demostración implícita de racismo, ponen a una blanca a defenderlos del delito en un pseudo heroísmo maternalista disfuncional, por el que la protagonista será madre del hijo engendrado por violación cuyo padre (Cristian Salguero como Ciro) es un «negrito» guaraní. Sin embargo, ella declara que si el novio (Esteban Lamothe en papel de reparto) la hubiese violado, ella sí lo abortaría. Esta especie de engendro cinematográfico va para un solo lado: a favor del violador (aquí ya no importa quién sea).

La película se estrenó en el mismo mes que se realizó la marcha #Ni una menos, cuyo objetivo es muy contrario al planteo del film.

Ciertos críticos también se animaron a decir que los primeros minutos de “La patota” podrían ser una continuación de “El estudiante”. Nada más desatinado. Sólo porque una parte del escenario sea un aula con estudiantes (donde concurren los que participaron de la violación) no quiere decir que tenga vínculo alguno. Lo que puede ser similar es el manejo del plano que se focaliza -en ambos films- en los protagonistas. El rostro de Lamothe en «El estudiante», ocupa la pantalla de manera permanente como lo hace Fonzi en “La patota”.

Esta nueva realización de Santiago Mitre es ideológica. Sustenta una falsa idea de progresismo basado en que una mujer de clase tiene que soportar experimentalmente y estoicamente una faceta de un proyecto social sólo para disfrazarse de benevolente. Por lo tanto, reviste el carácter de machismo encubierto avalado en un hecho inverosímil, sólo para satisfacer un capricho de los realizadores cuya profunda consecuencia es la mala conciencia política sobre un delito que debe ser penalizado por la Ley y no comprendido por la sociedad; lo hacen para que podamos aceptar que los incultos violadores son consecuencia del sistema y que la magnánima postura de la que pone el cuerpo, lo hace notar con un sacrificio que nadie le pide, salvo ella misma para justificar la tesis del film. La cuestión pasa por decir algo que no nos favorece como sociedad: ni ver guaraníes violadores ni ver guaraníes victimarios víctimas del sistema, ni ver unirse la brecha por el encubrimiento, ni ver demonizar la Justicia con el apaleo al guaraní y el ataque de los perros, ni ver mujeres aceptando la violación y el consecuente embarazo. Aquí sí le doy la derecha a la protagonista cuando dice que no se trata de abortar o no abortar. El film no está a favor de la vida como quiere hacernos creer, porque es la misma víctima la que manifiesta que abortaría si es de su novio el bebé. El film está a favor del perdón a los que violan. Recordemos que aunque Ciro se equivoca de mujer, y eso no lo hace menos culpable, estaba en su cabeza violar a su ex novia, como venganza por haberlo dejado. Esto nos vuelve a la barbarie sarmientina en un nuevo siglo. Neobarbarie. La solución tampoco es la educación (violan a la que quiere educarlos). La solución es el perdón y/o la comprensión del delito.

La película es tan hipócrita y ambigua que también quiere confundirnos poniendo a la maestra rural, amiga de Paulina, a criticarla por su accionar cuando le dice “no te entiendo”, “no entiendo lo que estás haciendo”. Con esta intromisión y la del Juez Fernando Vidal, Mitre pretende salvarse del hachazo. La maestra representa lo que una parte de la sociedad le diría, y con eso, queda salvaguardada su nefasta ideología. Pero lo único que hace es mostrarnos la verdad de la ficción: que Paulina perdió el sentido de realidad y que la ahora ex nena de papá no ha cambiado más que de estrategia en su tren de rebeldía.

“La patota” ganó el premio de la Semaine de la Critique en el Festival de Cine de Cannes. Esto obnubiló a muchos críticos de cine. Pero no pudo seducirlos a todos.

La última palabra la tiene el espectador, si logra desenmascarar hacia dónde quiere conducirnos un film ideológico-político.

Recomiendo la lectura de otra crítica que está en sintonía con la opinión vertida en esta nota. Derecho al aborto: La patota, por Marcos Rodríguez

Derecho al aborto: La patota, por Marcos Rodríguez

– Ficha técnica: La patota (Argentina-Francia-Brasil/2015) / Dirección: Santiago Mitre / Guión: Mariano Llinás y Santiago Mitre, basado en el original de Eduardo Borrás / Fotografía y cámara: Gustavo Biazzi / Música: Nicolás Varchauski / Edición: Delfina Castagnino, Leandro Aste y Joana Collier / Dirección de arte: Micaela Saiegh / Elenco: Dolores Fonzi, Oscar Martínez, Esteban Lamothe y Verónica Llinás / Duración: 102 minutos / Calificación: Apta para mayores de 16 años.

2 COMENTARIOS

  1. Lamentable mensaje el de esta película… una porquería teñida de clara postura política: el violador sería inimputabke solo por pertenecer a una clase social baja. Ridícula la postura de la protagonista que ni se inmuta ante la violacion y tras cartón… defiende a su patota violadora. Un espanto

  2. La peligrosa ideología que transmite «La patota»
    Romina, interesante tu artículo.
    Queria agregar, a pesar del destiempo (la vi recién ayer). El mensaje del tipo Caperucita Roja, de la niña de bien que no tiene que salir, ni explorar fuera de la casa, y debe seguir las reglas y los deberes para que el lobo no se la coma (en este caso, la patota). Sobre todo si somos mujeres con algún título, nos volvemos menos posibles de ser controladas. Esto es mas notorio todavía en la version de Legrand, donde ella es titulada con medalla de oro, en la escuela donde va a trabajar le dicen que se vista mas discretamente y finalmente la terminan violando.
    Saludos

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