La perversión con aire mediático

Una carrera de las descalificaciones a la presidenta, a cualquier precio. Una vez lanzada las nubes “desorganizantes” , éstas se expanden como los gases tóxicos.

Expresiones como: ¡Es un horror! ¡Qué espanto! Terrorífico! ¡No puede ser! y en ese orden globalizado, no son reacciones propias de una película de miedo, sino las frases comunes con que los comunicadores anti-gobierno (tales como Leuco/Nelson Castro/ Grondona, etc., de reconocida oposición al Estado democrático) se refieren a las condiciones de gobernabilidad de los actos de gobierno. En este momento, ante la reincorporación de la Sra. Presidenta, los epítetos, apuntan a su humanidad, sin reparar que se trata de una mandataria que sale de una convalecencia, ya que lo único que interesa a sus “segundas” (primeras) intenciones es vulnerar sus defensas, que felizmente y con desmentida de los operadores, evitan mencionar el hecho de que se trata de un equipo de Trabajo, de un equipo perfectamente organizado y aceitado a tales fines.

Ejercitan en sus miserias humanas “remuneradas”, todo tipo de vaticinio premonitorio, en dos tiempos: primero referido a una supuesta invención del malestar presidencial; tales como “se hace la enferma para no asumir las derrotas electorales”, “en realidad está escondida, estratégicamente, para tomar distancia de los traspiés del gobierno”, “sólo se trata de ganar tiempo”, y así sucesivamente en esta carrera de las descalificaciones a cualquier precio (mejor dicho, muy bien pagadas); lo segundo referido a las delirantes elucubraciones sobre las supuestas intervenciones a la Presidente, incluidas las que presuponen un cuadro de ACV, reforzando el deseo (no tan inconsciente) de que nuestra Presidenta desaparezca de toda acción personal, pero que para malestar de los “sacha diagnosticadores”, la misma retorna con toda la fuerza de su reconocida militancia.

Los presagios van quedando, lentamente, en la gigantesca inoperancia (impotencia) de los que la emiten.

Los signos del espanto

La consigna (indiscutible) de estos operadores de enormes sueldo, es el uso de adjetivaciones “negativas” como cataratas del espanto, tal como dicta la teoría del shock: Del shock y de la conmoción surgen miedos, peligros y destrucciones inaprensibles para la mayor parte de la gente, para elementos y sectores específicos de la sociedad de la amenaza, o para los dirigentes. La naturaleza, bajo la forma de tornados, huracanes, terremotos, inundaciones, incendios descontrolados, hambrunas y epidemias también puede generar estados de shock y de conmoción. El objetivo esencial es crear el ESPANTO social, para que la comunidad, se confunda y descrea de sus gobernantes, y de esa manera que reine el desorden/el barullo/el desconcierto/el caos/ el desarreglo, en donde vuelve a su salsa la condición del río revuelto.

Los Medios dominantes se solazan armando titulares alarmistas, que apuntan directamente al desequilibrio social, instalando la sensación, el clima social de que todo está mal y pronto a estallar; y si no estalla en los tiempos pronosticados, queda la estela del pánico y la desesperación de que las cosas no van por buen camino. Lo cierto es que los Medios dominantes enganchados territorialmente, no dejan espacio para la rectificación, que es la última preocupación que les aflige. No están sus intereses económicos direccionados hacia el bien social, o el de reparar alguna mentira intencional, tampoco aclarar o desmentir, ya que una vez lanzada las nubes “desorganizantes” , éstas se expanden como los gases tóxicos, ya que están jugados en sus estrategias comunicacionales, exentos, totalmente, de algún referente ético.

Lo que se intenta en esta parafernalia (descalabro) comunicacional es desprestigiar la POLÍTICA y sus actores, para crear en el inconsciente colectivo la idea de la corrupción generalizada y la necesidad de cambios diametrales. Por donde se lo mire son intentos destituyente, que abarcan todo el arco de la imaginería derrotista a la que nos tuvo acostumbrada la historia argentina. Se instala, a través del lenguaje mediático, las bases de una institucionalidad fracasada e inoperante, a la que es imprescindible reemplazar. Es el peligroso momento de los “supuestos” salvadores de la patria, conniventes con el poder retrógrado, que siempre elucubran salidas violentas y sangrientas, distanciadas de las urnas y la civilidad y que ven fantasmas en la oscuridad, que no es otra cosa que el mandato de sus patrones. Por suerte, nuestra Presidenta sigue siendo, incólume, la garante de la Democracia obtenida.

– NdR: La opinión del autor no representa la opinión de Salta 21.