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jueves, octubre 10, 2024

La Sinfónica junto a Márquez: Atractiva combinación entre México, Brasil e Italia

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“Laberinto de la soledad” una partitura muy bien construida. Pablo Márquez trajo acordes, armónicos y variaciones de tiempos. “Vitrales de Iglesia”, música cargada de riquezas tímbricas.

Salta, viernes 5 de setiembre de 2014. Teatro Provincial. Solista: Pablo Márquez (guitarra). Orquesta Sinfónica de Salta. Director Titular Maestro Jorge Lhez. El laberinto de la soledad (Juan Pablo Contreras, 1987). Concierto para guitarra y pequeña orquesta (Heitor Villa-Lobos, 1887-1959). Vitrales de Iglesia (Ottorino Respighi 1879-1936). Temporada del Mozarteum Argentino Filial Salta.

Poco menos de diez minutos es la duración de la premiada composición del joven músico mexicano Juan Pablo Contreras. Su “Laberinto de la soledad” no puede ser otra cosa que los disímiles sentimientos del desarraigo. Contreras nació en Guadalajara, Estado de Jalisco, México y desciende por parte de madre, de una concertista de piano, integrante además de la orquesta sinfónica de esa ciudad. Por tanto lleva en su alma la música de su país y en su intelecto la rigurosa formación adquirida fuera de él. Contreras afirma que la obra se basa en textos de Octavio Paz. No seré tan necio de negar lo que el propio autor dice pero me queda la impresión de que leer al premio Nobel de su país le debe haber recordado su identidad básica, cimiento para una partitura muy bien construida, que la orquesta entregó con la vitalidad que sabe encontrar su director.

Llega Brasil de la mano de su músico más importante del siglo XX. Su particular concierto para guitarra tiene el soplo vivificante de una parte ciertamente exótica del inmenso país iberoamericano. Ya poseía una importante base musical cuando conoció a Darius Milhaud que integraba el plantel de la embajada francesa en el país carioca. Fue un encuentro feliz para ambos. Milhaud estaba deslumbrado con la variedad rítmica de la música brasileña y Villa-Lobos recibió el conocimiento del francés de las nuevas armonías europeas. Se fue al viejo continente y cuando volvió enfrentó una necesidad personal escribiendo y fusionando lo aprendido con su riqueza nacionalista. A ello le agregó la dulzura melodiosa del Portugal y esa amalgama dio entre muchas otras composiciones este concierto para guitarristas virtuosos. Pablo Márquez lo es y trajo acordes, armónicos y variaciones de tiempos dándole a la obra la calidez que ofrece el noreste brasileño. Una pena el uso de sonido artificial, más con la falta de calidad que tiene el del teatro. Muy aplaudido entregó el último movimiento de la fantástica Sonata para guitarra escrita por Alberto Ginastera. Fue sin duda el momento cúspide de la noche pues ese “rondó” casi como si fuera improvisado, es una joya construida por el mejor compositor argentino del siglo XX. Ya con el sonido directo del instrumento, Márquez mostró su enorme estatura musical.

El tercer estreno para Salta fue “Vitrales de Iglesia” donde el italiano Respighi utiliza motivos y aires de la época gregoriana en una partitura que exhibe su dominio sobre ese enorme instrumento que es la orquesta. Quien se detuvo a mirar la magnificencia de los “vitreaux” de los templos itálicos se habrá percatado de la importancia que sus constructores dieron a ese ornamento tan significativo. Respighi no escapó a la tentación de describir algunos de ellos con su música cargada de riquezas tímbricas en medio de lugares comunes en cuanto a sonoridad. Cada uno de los cuatro, tiene sus atractivos definidos, pero el último “San Gregorio el Grande”, con claras reminiscencias a los pinos de la Vía Appia, escrito un par de años antes, es el de mayor poderío musical. Orquesta, solista y director, de muy buena labor artística.

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