Al igual que la dictadura, el romerismo -variante local del menemismo-, ha producido un profundo deterioro no solo material sino también cultural. Un verdadero cambio político implica también un cambio cultural. Diversidad, humanismo y comunidad.
“Una formación histórica da a ver todo lo que puede” M. Foucault
Frente a la afirmación de que un verdadero cambio político implica un cambio cultural, todos asentimos positivamente de inmediato. Pero ¿que hace que lo cultural aparezca y se totalice como una realidad ineluctable?. Lo cultural es la forma, es la manera, de actuar, de sentir, de pensar y vivir la diversidad en todas sus posibilidades. Es el modo en que arrojamos una mirada al abismo de nosotros mismos, como sujetos pertenecientes a una sociedad, de querer entender, el curso de los días, de interpretar la marcha de la historia.
¿Somos eso como sociedad? O acaso por no poder aceptar la parte irracional de nuestra racionalidad occidental provocado por “las fuerzas de producción/improducción” imperantes, esto nos lleva al límite en la existencia, poniendo en riego la vida misma en todo el planeta: el cambio climático y el calentamiento global, son consecuencias irrefutables de dicho proceso.
Por ahora en Salta apenas se asoma el fantasma de la contaminación, (por los emprendimientos mineros en los Valles y la zona de Cachi, Metán etc.) y la depredación de bosques nativos producto del boom sojero. Pero nos cuesta entender lo no dicho, lo negado, las máscaras del sistema impuestas por el vértigo del afán, del poder y del dinero.
Vamos aprendiendo, como hombres y mujeres en la historia de lo incomprendido’. ¿Cuánto vamos aprehendiendo como pueblo, como sociedad, y qué de la historia del pensamiento?. El ensayo, nos dirá Barthes es un género ambiguo en donde el pensamiento disputa con la escritura.
En el camino
Si la preparación y el conocimiento son la base para el desafío que enfrenta el gobierno entrante, estamos en el camino correcto. “Desde hace mucho tiempo el mundo amó a las cosas materiales mas que a la gente, y que ya es hora de que amemos a las personas y no a las cosas que son un instrumento para vivir” dijo Urtubey. De este modo coloca al ser humano como la meta y el fundamento de la acción política y la actividad del estado, y no los a intereses económicos egoístas de algún sector.
Poner al hombre (y a la mujer) en el centro, del lugar donde nunca se lo (s) tendría que haber desplazado (s). La historia de la humanidad es la historia de las transformaciones, de los cambios en las mentalidades y costumbres. Ya Nietzsche nos decía que “lo único que permanece es el cambio” cuando se apropiaba de los conocimientos de Heráclito (500 años A.C.)
Ahora sabemos que podemos adherir a la teoría del conocimiento como producción y a la producción como conocimiento. Pues nadie posee todo el conocimiento, sino partes de esa “totalidad inabarcable y contradictoria» que es la realidad. Y en ese camino de la aventura del conocimiento es que apostamos las mejores cartas.
Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente (objetivando la realidad). Nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que querrá ser. Pues lo que entendemos comúnmente por querer, es una decisión consciente, que para la mayoría de nosotros es posterior a lo que el hombre ha hecho de sí mismo.
Yo puedo querer adherirme a un partido, escribir un libro, casarme; todo esto no es más que la manifestación de una elección más original, más espontánea que lo que se llama voluntad. Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia,(contradiciendo el “cogito” cartesiano de “pienso luego existo” ) el hombre es responsable de lo que es.
Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres.
Sartre defenderá que sólo el existencialismo dignifica al hombre: porque no le convierte ni en cosa ni en concepto. Sólo porque el hombre está siempre «en situación» se puede ser humanista.«El existencialista no tomará jamás al hombre como fin, porque siempre está realizándose». el hombre está continuamente fuera de sí mismo; es proyectándose y buscándose fuera de sí mismo como hace existir al hombre». Sólo porque el hombre es proyecto merece la pena considerar “humanismo” al existencialismo
La dictadura, el menemismo y el romerismo no sólo privatizaron irresponsablemente imponiendo recetas neoliberales sino que produjeron una corrupción generalizada logrando no sólo el deterioro material de la vida de los argentinos sino que también han provocado un daño enorme al patrimonio cultural, intelectual y científico acumulado durante años por el esfuerzo de varias generaciones. Asimismo desintegraron las redes sociales, destruyeron el aparato político y sindical, ciertamente con un grado de consenso en algunos sectores de la población.
Desafío
Hoy nos encontramos ante un panorama difícil de sortear, el nuevo gobierno que viene tiene varios escollos en el camino, por un lado cuenta con las dos cámaras (en diputados. ¿un nuevo bloque independiente del P.J.? ) legislativas y la Corte Suprema de justicia a las ordenes del viejo régimen que se no se quiere ir, y que ya mostró su impronta: no quiere perder los privilegios logrados.
Por otra la amplia y heterogénea alianza que llevó al gobierno a Juan Manuel Urtubey, quien en su responsabilidad como líder deberá traccionar y fortalecer internamente el movimiento político que encabeza, para consolidar un proyecto de cara a la sociedad como base para promover la tan mentada política de participación social.
Asimismo necesitamos sistemas culturales que se recompongan, que produzcan otro tipo de política cultural, donde la participación social comunitaria sea la clave para reorganizar y relanzar todo un sistema educativo y cultural destinado a la democratización de la sociedad.
También los intelectuales, académicos y educadores o investigadores tienen la mayor responsabilidad de reinsertar el sistema institucional público y privado para aprovechar ese capital cultural y social en un mejor aprovechamiento de las capacidades reales de nuestra gente y nuestros recursos naturales genuinos.
Ya Sartre nos dirá que el verdadero intelectual es aquel que desde su trabajo y compromiso no cesa de exteriorizar sus contradicciones internas en aras del bien común.
Finalmente el devenir de la historia nos vuelve a convocar a todos, y aquí estamos prestos a dar la batalla de las ideas, de los proyectos, de los sueños jamás olvidados:
«¿Cómo hemos de poner los oídos
para ante el abismo de la derrota
oír ya algo de victoria?»
Julio cesar Haro
juceharo@yahho.com.ar