Las broncas por la falta de naftas y gasoil tienen como destinatarios al gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey y a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Los grandes medios, caso el diario romerista en esta provincia, avivaron el descontento popular ocultando las razones de la crisis. El miércoles 6 de julio, el mandatario salteño aseguró que la situación se normalizará en 48 horas. Para lograr la solución debió negociar con los dueños privados de la energía argentina.
Esto de negociar la provisión de combustible para los habitantes del territorio nacional es impensable en México, Brasil, Venezuela o Bolivia. En estos países, como muchos otros en el mundo, los recursos naturales energéticos pertenecen, por razones estratégicas y de seguridad nacional, a dichos estados.
En la Argentina, hasta 1991, también fue así. El entonces presidente Carlos Menem firmó decretos por los cuales la propiedad nacional de la riqueza del subsuelo argentino pasó a empresarios extranjeros. Vale aclararlo: en ese momento el actual gobernador salteño tenía 22 años, recién había egresado de la universidad y aún no tomaba decisiones públicas.
Don Alejo Guzmán, quien perforó y trabajó en los pozos del norte salteño pertenecientes de la ex empresa estatal YPF desde 1958 hasta 1991 sostuvo a Norte Social, “esto que pasa ahora nunca podría haber pasado de no ser por la privatización, que en realidad fue un regalo. Al menos, si se quería entregar el patrimonio nacional a los extranjeros, se hubiera vendido bien: con el petróleo y el gas que teníamos y tenemos se podría haber pagado toda la deuda externa y hacer desaparecer la pobreza en la patria…”
Los números le dan la razón al veterano trabajador: el fruto energético del subsuelo argentino fue vendido por el gobierno de Menem a 15 mil millones de dólares. En los 20 años de la privatización, las ganancias de la empresa privada Repsol-YPF rondan (según estimaciones extraoficiales) a 100 mil millones de dólares. Un promedio de US$ 5 mil millones anuales.
Defensores de la riqueza nacional
El ingeniero Luis Augusto Huergo, el primer ingeniero argentino que diseñó las grandes obras de la naciente patria a fines del siglo XIX y principios del XX, se hizo cargo, a los 70 años, de la dirección del primer yacimiento de petróleo descubierto en la Argentina, en Comodoro Rivadavia. Asumió la tarea al vislumbrar la monumental importancia y con el fin de evitar que el valioso recurso natural terminara en manos de empresas extranjeras. Fue el precursor de la empresa nacional YPF, creada en 1922.
A partir de este año, fue el general Enrique Carlos Alberto Mosconi el director de la empresa estatal y defensor del petróleo argentino. Ante los ataques que recibía por su política nacional sostuvo: “Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera”.
Fue el ex presidente Arturo Frondizi quien el 24 de julio de 1958 anunció “La Batalla del Petróleo”. En cuatro años, a partir de un consumo de 15 millones de toneladas de petróleo y una producción propia de 5 millones, se alcanzó 15.600.000 toneladas de petróleo. El autoabastecimiento. Un golpe militar abortó su obra.
Los tres pilares de su política fueron: 1) Nacionalización del petróleo. 2) Monopolio de Y.P.F. 3) Autoabastecimiento petrolero. La ley 14.773, de nacionalización del petróleo, sancionada en 1958, establecía en su primer artículo: “Los yacimientos de hidrocarburos sólidos, líquidos y gaseosos… son bienes exclusivos, imprescriptibles e inalienables del Estado Nacional…”
Los gobiernos militares fueron entregando el patrimonio hasta que en 1992, tras los decretos de Menem del año anterior, la ley 24.145 permitió la desnacionalización del petróleo argentino.
Desde Argentina para el mundo (no para la patria)
A partir de la privatización de los yacimientos argentinos, las empresas beneficiadas pudieron disponer libremente del crudo para exportar y la libre disponibilidad de las divisas obtenidas por dichas exportaciones.
La extracción de petróleo, para exportar, superó el 50% por encima de las necesidades del mercado interno. De allí la brusca caída de nuestras reservas, que se agravaron por la falta de inversión en exploración, desde mediados de la década del 90 hasta nuestros días.
Es decir, la falta de inversión en materia petrolera no se debe al retraso de ajuste de las tarifas, como dicen los nostálgico neoliberales. La escasa exploración y explotación privada comenzó en 1992, cuando se desreguló el mercado petrolero. El interés privado extranjero no es el interés nacional.
Dicho de otro modo: la falsa desregulación del mercado petrolero se hizo en beneficio exclusivo de las empresas privadas, las cuales no querían correr riesgos y sólo invirtieron sus capitales para extraer el petróleo de los yacimientos ya existentes (explorados y abiertos por la ex empresa estatal) con el negativo resultado para nuestras reservas.
Los datos indican que la crisis de combustibles se comienza a resolver recuperando la soberanía de los recursos energéticos.
Según don Guzmán, “hay muchos pozos tapados en el norte, yo mismo tapé muchos”. El Estado podría abrirlo para beneficio del pueblo.
Es doloroso que debamos rogar a las empresas que nos den un poco más de nuestros riquezas.
– El autor es Periodista – Director de Norte Social (periodismo social en el norte argentino)
www.nortesocial.com.ar
– Nota relacionada:
Falta de GNC y nafta en Salta: ¿sólo especulación y agiotismo de grupos económicos locales?
http://www.salta21.com/Falta-de-GNC-y-nafta-en-Salta-solo.html
Las consecuencias de perder la soberanía
Si, tienen razón.
Las consecuencias de perder la soberanía
Una pregunta: cuando el ex Presidente Carlos Menem firmaba los decretos de enajenación del petróleo,¿dónde estaban los representantes del pueblo(je) que cobraban sueldos de diputados y de senadores ,votados y elegidos por la ciudadanía,que NO SE OPUSIERON A SEMEJANTE ENTREGA?
¿Será que firmaban calladitos y mirando para otro lado?¿Por qué no hacemos Tribunales Populares y les pedimos explicaciones? Todavía siguen en algunos cargos y todos sabemos quiénes son.
Prof. Yeni Pérez Zamora
Las consecuencias de perder la soberanía
La privatización de YPF fue llevada adelante por Carlos Menem y Domingo Cavallo, pero tuvo el apoyo decidido de la mayoría de los políticos peronistas (entre ellos gobernadores como Nestor Kirchner y Roberto Romero, diputados y senadores varios) y de Diego Sebastián Ibañez, el mandamás del sindicato petrolero (SUPE), que desmovilizó a los trabajadores petroleros. Por supuesto también contó con la aprobación del «establishment» (la UIA, la Sociedad Rural, los grandes medios periodísticos).
El gobierno de Kirchner y Cristina, declamadamente anti menemista y progresista, no hizo nada por remediar los daños cometidos contra la riqueza energética del país. Al contrario, Néstor Kirchner usó su enorme poder como Presidente para presionar a Repsol y obligarlo a vender parte del capital accionario de YPF a la familia Eskenazi, sus amigos y, tal vez, testaferros. La venta se hizo «al fiado», y la cancelación del pago a través de los dividendos que las mismas acciones compradas fueran generando. De tal manera esta familia de empresarios prebendarios, una vez tomado el control de la Empresa, trató desde un primer momento de hacer «caja» para ese cometido, con lo cual la desinversión de la Empresa era un hecho anunciado. Los gastos en exploración disminuyeron ostensiblemente continuando con la política que en menor medida ya había comenzado Repsol; se limitaron solo a seguir exprimiendo las cuencas maduras para sacar lo que quedaba en el fondo del pozo. Hoy estamos pagando las consecuencias: la falta de gas y combustibles líquidos.
Si el «Gobierno Nacional y Popular» se hubiera propuesto recuperar YPF, se podría haber utilizado los 10.000 millones de dólares que se pagaron al FMI para comprar acciones de la Compañía, y por otro lado, hubieran utilizado la misma presión política que se usó para favorecer a los Eskenazi, pero en beneficio del Estado Nacional. El capitalismo de amigos pesó mas en la balanza de Néstor que los intereses del país.