Chicos del secundario que hacen cohetes antigranizo; alumnos que ayudan a paleontólogos a recuperar fósiles; estudiantes que participan en un proyecto de la NASA y envían una sonda a la estratósfera… Mientras la educación se encuentra en crisis, inmersa en un océano de cambios y nuevos desafíos, la ciencia y la tecnología buscan abrirse espacio en las escuelas.
La vieja resistencia de Sócrates contra la escritura, ahora, parece verse replicada por aquellos docentes que reniegan del uso de las netbooks en el aula. Pero también es cierto que, en la actualidad, los profesores ayudan a que se multipliquen los proyectos de investigación en las escuelas. En algunos casos, con resultados sorprendentes.
La primera escuela técnica del país, constituida como tal en 1899 y conocida con el nombre de Otto Krause, inauguró en 2013 la usina de Innovación Jorge Newbery, donde se desarrollan cohetes para combatir las tormentas de granizo que genera pérdidas millonarias a la producción agropecuaria en Mendoza.
“Buscamos producir desarrollos tecnológicos potencialmente innovadores”, comentó a la Agencia CTyS el profesor Jorge Romero, uno de los mentores del grupo. Allí, también, alumnos y egresados diseñan unas sondas para el estudio atmosférico en las que ya ha puesto su atención la NASA.
Romero valora el apoyo que reciben por parte del Ministerio de Ciencia, del Ministerio de Defensa, como así también de instituciones privadas, pero entiende que el caso de ellos es extraordinario.
“Las escuelas técnicas deberían volver a ser nacionales, porque son estratégicas para el desarrollo nacional y, en nuestra utopía, deberían participar en ellas todos los actores del sector tecnológico”, deseó el ingeniero Alejandro Pedro Yaya, otro de los expertos que orientan a los estudiantes en la usina de Innovación.
Hoy, puede parecer curioso que una escuela técnica siente las bases para que se geste una empresa que produzca mil cohetes antigranizo al año. También, puede parecer llamativo que un profesor de Historia logre que sus alumnos participen en un proyecto de la NASA. Puede sonar exagerado, pero este es el caso de Norberto Pugliese.
Él promovió que la Escuela Secundaria 4 de Tapiales, en el partido de La Matanza, participara del programa S’COOL (Students Cloud Observations On-Line), por el cual los estudiantes complementan, desde una estación meteorológica ubicada en la terraza de la institución, los datos que envían desde el espacio los satélites Aqua y Terra.
“Este tipo de proyectos abren nuevos horizontes en los chicos y permiten que hagan ciencia realmente”, valoró Pugliese. Y detalló: “Fuimos la primera escuela pública del país en participar de este programa, del cual también forma parte una institución de Córdoba y otra del interior de Buenos Aires”.
Solo en este colegio de La Matanza, participan alrededor de 50 chicos en el programa S’COOL. Y van por más: en un mes, lanzarán, desde Pehuajó, una sonda a la estratósfera para realizar un estudio atmosférico.
Estrategias para iniciar a los chicos en el mundo de las ciencias
Las innovaciones que desarrollan en la escuela técnica Otto Krause o los proyectos que encara la Escuela Secundaria 4 de La Matanza pueden verse como casos aislados. En tanto, desde el Estado, se asegura que es necesario que los chicos sean incluidos al mundo de la ciencia y la tecnología.
El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Lino Barañao es categórico al respecto: “En unas décadas, no muchas más, la mitad de las tareas que sean rutinarias, reiterativas, van a ser automatizadas, y es imperioso que los chicos de ahora sean los que programen a los robots y no que sean desplazados por los robots en un futuro”.
Con el propósito de aumentar la cantidad de tecnólogos en el país, el ministerio de Ciencia promueve iniciativas como Robótica para educar, la cual consiste en distribuir kits en las escuelas para que los chicos armen robots y los programen. En una segunda etapa, que se iniciará pronto, también podrán realizar drones.
Ya se han entregado kits en barrios de la Capital Federal, en varias localidades del Conurbano bonaerense y en la provincia de San Juan. “Está demostrado que es fundamental una iniciación temprana, que los chicos se familiaricen con este tipo de actividades cuando tienen los máximos niveles de curiosidad y antes de que desarrollen la creencia de que la ciencia no está al alcance de ellos”, afirmó Barañao a la Agencia CTyS.
Asimismo, con el objetivo de elevar el nivel de la enseñanza de la ciencia en las escuelas, surgió en 2008 el programa Los científicos van a las escuelas, destinado a que los investigadores interactúen principalmente con los docentes.
“Al haber más escuelas y alumnos que científicos en el país, los investigadores entran en contacto con los docentes y así es posible multiplicar los resultados”, observó la doctora Vera Brudny, coordinadora del Programa Nacional de Popularización de la Ciencia y la Innovación de la cartera de Ciencia.
Según las necesidades de la escuela, se plantean proyectos y los investigadores brindan su experiencia, que puede favorecer a la puesta a punto de un laboratorio o a plantear diferentes actividades científicas con los chicos, por ejemplo.
Los dos millones de pibes
Por su parte, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) impulsa el Programa Educativo 2Mp, cuyo propósito es lograr que dos millones de pibes de Argentina utilicen imágenes satelitales en sus vidas cotidianas y en sus futuras vidas productivas.
“Cuando empezamos este programa en 2006, pensamos que era ambicioso llegar a dos millones de chicos y jóvenes, pero el objetivo se va a cumplir, ya que es un programa pensado por y para docentes, más allá de tener un alto componente tecnológico”, confió el responsable de la Unidad de Educación de la CONAE, Maximiliano Pisano.
El software 2Mp, desarrollado por la CONAE, está instalado en las netbooks de Conectar igualdad y, hasta el momento, se han capacitado a más de 3.500 profesores.
“Los docentes utilizan las imágenes satelitales para trabajar temáticas diversas, como la deforestación, el cambio climático, la distribución de la población, emergencias ambientales, el cruce de los Andes, el éxodo Jujeño”, contó Pisano. Y agregó: “Además, está la línea Agro del 2Mp, que está destinada a docentes y alumnos de escuelas agropecuarias”.
Próximos lanzamientos al espacio y búsqueda de fósiles
Hace algunos años, la empresa estatal de tecnología INVAP llamó a concurso para producir un instrumento específico compuesto de aluminio y ganó el realizado por los alumnos de la escuela técnica Otto Krause.
Ese utensillo está dentro del primer satélite de telecomunicaciones argentino, el ARSAT-1. De modo que lo hecho por los chicos llegó más lejos de lo imaginado y, ahora, orbita a 36 mil kilómetros de la Tierra.
A fines de septiembre, desde Guayana Francesa, se enviará al espacio el ARSAT-2, pero no será el único lanzamiento que se realizará por esos días. El 27 de septiembre, se eyectarán tres prototipos de los cohetes antigranizo desarrollados en la usina de Innovación Jorge Newbery.
“Con estos lanzamientos probaremos la aerodinamia de estabilización del cohete, basada en nuestro diseño exclusivo de las aletas, como así también el motor, hecho totalmente de material plástico”, especificó el profesor Pedro Yaya, quien será el coordinador general del operativo.
En tanto, el 3 de octubre, la Escuela Secundaria 4 de Tapiales lanzará un globo sonda desde el aeródromo de Pehuajó. Hasta allí, viajarán los seis alumnos que forman parte de este proyecto, acompañados por algunos de sus profesores.
“Con un globo de helio de unos tres metros de diámetro, enviaremos una sonda meteorológica que llegará a la estratosfera, donde medirá la temperatura y otros parámetros en tiempo real”, relató Norberto Pugliese.
Otra actividad poco frecuente en la que estudiantes secundarios colaboraron activamente con la ciencia se dio hace unos meses en la localidad bonaerense de Virrey del Pino, cuando se descubrió un gliptodonte a pocos metros de la Ruta 3 y alumnos de la Escuela Media 25 de Casanova y la Escuela Media 56 de Laferrere participaron de las tareas de rescate.
En dicha oportunidad, el paleontólogo del Museo de La Plata Martín de los Reyes comentó a la Agencia CTyS que gracias a la comunidad que se había acercado y aunó su esfuerzo, se pudo avanzar rápidamente con la excavación, que, de otra manera, les hubiera demandado cuatro o cinco días de labor.
En tanto, el encargado del reservorio paleontológico David Piazza aseveró que casi todos los establecimientos educativos del partido de Marcos Paz ya había visitado el yacimiento.
Mientras los alumnos ayudaban en las tareas de rescate, el profesor Emiliano Beis apreció que, con esa lección-paseo, los estudiantes habían podido presenciar el trabajo de campo científico y “un poco jugando y otro poco por curiosidad, pudieron participar de algo que, tal vez, creían inaccesible”.
El auge de las Ferias de Ciencia
Más allá de que no es corriente que los alumnos de una escuela hagan cohetes antigranizo o envíen sondas meteorológicas a la estratósfera, cada vez es más masivo que los alumnos de las escuelas participen en proyectos de investigación.
Así lo aseguró a la Agencia CTyS el coordinador nacional de las Ferias de Ciencia, Horacio Tignanelli. “Las Ferias de Ciencia comenzaron en la década del 60 en Argentina, mermaron en la época de la dictadura y hasta se llegaron a discontinuar algunos años posteriores al retorno de la democracia, pero tuvieron un crecimiento exponencial en los últimos años y, hoy, son el acontecimiento más grande del sistema educativo”, declaró.
En la edición del año pasado, entre estudiantes y docentes, participaron alrededor de 1.400.000 personas. Según manifestó Tiganelli, históricamente, las Ferias de Ciencia estuvieron centradas en el nivel secundario, pero, ahora, se realizan en todos los niveles y, también, en todas las modalidades educativas.
“Participan las escuelas rurales, los chicos en cárceles o contextos de encierro, las escuelas de los pueblos originarios, en la modalidad adultos, en la modalidad para chicos con necesidades educativas especiales, es decir, todos participan”, describió el coordinador a nivel nacional.
Otro cambio que analizó el pedagogo es que, antes, la participación en las Ferias de Ciencia era preponderantemente de las escuelas privadas, en tanto que hoy pasaron a predominar las escuelas públicas.
Las islas y un continente
A lo largo y ancho del país, existen diversos Clubes de Ciencia integrados por chicos y algún tutor, en la mayoría de las ocasiones un docente, quienes realizan experiencias de investigación.
A partir de ello, en el año 2013, el Ministerio de Ciencia comenzó a formar una Red para nuclearlos. “A través de esta Red, tratamos de detectar y sumar a todos los Clubes de Ciencia que hay en las distintas provincias, para facilitar la comunicación entre ellos y que puedan compartir sus experiencias”, explicó Vera Brudny a la Agencia CTyS.
Los dos últimos años, se han desarrollado encuentros regionales, a los cuales el Ministerio lleva científicos para que trabajen con los chicos, analicen sus trabajos y les hagan propuestas para potenciarlos.
En 2015, se agregó una instancia de capacitación a distancia para los líderes de cada grupo. Desde su origen, la Red fue creciendo y, hoy, alrededor de 300 clubes la componen. “Los vamos detectando en cada ciudad o pueblo, aunque algunos se nos escapan y son ellos los que nos encuentran a nosotros”, contó Brudny.
Los Clubes de Ciencia podían verse como islas que pasaron a tener un continente a través de la Red que decidió conformar el Ministerio. De la misma manera, el caso de la usina tecnológica de la escuela técnica Otto Krause podría entenderse como una isla que empieza a emerger y su continente podría ser la utopía mencionada por el profesor Alejandro Yaya: que ese caso único se replique en otras escuelas técnicas y dichas instituciones se vuelvan claves para potenciar el sistema productivo y de innovación del país.
– Lic. Emanuel Pujol
Agencia de divulgación científica CTyS
Instituto de Medios de Comunicación
Universidad Nacional de La Matanza