En palabras más directas, significan la historia de una forma tal, que son activos intelectuales orgánicos de los conjuntos dirigentes. No es pues, casual la reacción contra Rosas, la Vuelta de Obligado, el rosismo y el revisionismo peronista.
Estaba preparándole el desayuno a mi hijita, cuando ayer en el programa de Víctor Hugo Morales se hace mención de un artículo del historiador Luis Alberto Romero, hijo del no menos afamado historiador, José Luis Romero (1909-1977), que comentaba las celebraciones de la batalla contra la flota anglofrancesa, en el Gobierno de Juan Manuel de Rosas y en la Vuelta de Obligado.
Consultada por mi cuenta la nota, pude comprobar que el historiador no se ahorró calificativos, llegando a decir que el recordatorio de tales fechas es síndrome de un nacionalismo enfermo –verdad que Rosas, desde una perspectiva marxista, es un personaje histórico contradictorio, dado que fue federal en algunas cuestiones y unitario en muchas otras; fue un Estadista y en simultáneo, un patrón de estancias en el manejo del Gobierno; fue un nacionalista y al mismo tiempo, no protestó contra la ocupación inglesa de las Islas Malvinas en 1833; quiso ser una conducción de avance hacia la organización nacional, pero retrasó la formulación de la Constitución; miró hacia el futuro y sentía una fuerte nostalgia por el “horizonte espiritual” que significó el Virreinato del Río de la Plata (de ahí que no se resignase a las independencias del Paraguay y del Uruguay; por eso aceptó para sí el conservador título de “Restaurador”…); etc.
Pero la crítica de raigambre marxista a Rosas, no puede de ninguna manera hermanarse con los chillidos reaccionarios y conservadores de quienes, cada tanto, denostan a Rosas, la Vuelta de Obligado, el rosismo y el llamado “revisionismo histórico”, de orientación peronista.
A cada cual lo suyo, podríamos decir –por supuesto, el revisionismo histórico peronista es pasible de ser criticado por su visión sesgada de Rosas, Irigoyen y Perón, pero también es claro que el ataque a ese revisionismo es una reacción furibunda contra la presencia de las masas en la Historia Argentina y contra los conductores de esas masas, allende las objeciones razonadas que puedan hacérsele a Rosas, Irigoyen y Perón.
Sin embargo, el gesto verdaderamente castrense del historiador Luis Alberto Romero, que cuando se armó contra la orientación de su asignatura en la Universidad de Buenos Aires, una cátedra paralela, concitó adhesiones y mensajes de consuelo de distintos referentes universitarios y de miles de académicos, no es ajeno en realidad, a su modo de hacer historia. Junto a su padre, especializado en historia medieval y europea, integran lo que podría denominarse “Historiografía liberal de derecha”.
Uno de los tópicos que caracterizan esa historiografía, compuesta por resonados nombres como Tulio Halperín Donghi, Félix Luna, Cortés Conde, Ezequiel Gallo, etc., es la persistencia conservadora con la cual se alude a los grupos subalternos, calificándolos de “gente ignara”, “plebe”, “turba levantisca”, “chusma ignorante”, “populacho”, etc. (tales epítetos son notablemente difíciles de esquivar en la prosa de Luis Alberto Romero, Tulio Halperín Donghi y Félix Luna, entre otros, como si para ellos esa forma de narrar los acontecimientos no les pudiera evitar decir lo que dicen de los sectores populares –que son más amplios que las respectivas clases dominadas de una época cualquiera). Son palabras, significantes que trancan la enunciación en esos calificativos, como si allí hubiera algo que se resiste y que habla de lo conservador que respira en los historiadores que no pueden eludir decir lo que dicen de los grupos subalternos –que son en nuestra terminología no gramsciana, equivalentes a los segmentos populares.
Encima y no es un dato menor, por más que ventilarlo escandalice a los defensores del historiador fallecido que mencionaremos, algunos como Félix Luna tuvieron una relación bastante “extraña”, para expresar lo mínimo…, con la Dictadura (no fue distinto el caso de José Luis Romero y de Luis Alberto Romero).
Así las cosas, se comprueba que los aludidos no son sólo ni tanto meros obreros improductivos acomodados, o sea, trabajadores que no valorizan capital pero que obtienen a cambio ingresos que les permiten un consumo por encima del nivel de vida que separa a los conjuntos privilegiados de los grupos no hegemónicos, sino que son productores y reproductores de significaciones, de semióticas, que son funcionales a las clases dominantes y al resto de los acomodados de la Argentina. En palabras más directas, significan la historia de una forma tal, que son activos intelectuales orgánicos de los conjuntos dirigentes. No es pues, casual la reacción contra Rosas, la Vuelta de Obligado, el rosismo y el revisionismo peronista.
El panorama hace no obstante, necesaria una genuina nueva Historia Argentina, que se desmarque de los referentes de la historiografía liberal de derecha y del revisionismo, peronista o no, con la mirada puesta en la lucha de clases y en los intentos de las masas, cuando se dé la ocasión, por articular un proyecto revolucionario anti imperialista y socialista –puesto que es imposible no tomar partido ideológico en el relato de la Historia, mejor adoptar esa toma de posición y de partido de manera consciente, antes que ser hablado de forma incontrolable e inconsciente por tales asunciones…
Titulares catástroficos en los matutinos firmadoLuis A.Romero
Un autptitulado rey Leonidas al frente de un reducido piquete quisieron interrumpir el paso del Rey JERJES y sus persas fueron aplastados totalmente pa ra bien de la civilización. Erróneamente los medios han transcripto para la posteridad esta vergonzossa derrota como un gesto épico.