Este Parque que hasta no hace muchos años y poco antes de su recuperación para el turista y de rebote para la familia, era el bulo de prostitutas y de la versión pesada del comercio del sexo en su especie homosexual por las horas más entradas de la noche.
Ahora los adolescentes de la gran capi salteña tienen una nueva pista para rodar y dar de vueltas.
El pequeño joven necesita de sus aireadas, salir del embotamiento de la vida virtual que con tanta facilidad le ofrece la tecnología para conectarse entre ellos en vivo y en directo y también, por qué no, naturalmente… el nuevo lugar elegido parece ser el Parque San Martín, tan usado y disfrutado por turistas y por las familias salteñas durante las tardes de cualquier día, pero sobre todo los domingos para el disfrute de los niños, principalmente, que ya por las primeras horas nocturnas son como desplazados por estas bandadas de los pequeños jóvenes.
Este Parque que hace unas décadas y en sus horas nocturnas era usufructuado por parejas al viejo y romántico estilo de la renombrada “villa primavera”. En poco tiempo fue reocupado por los mal vivientes que te atracaban al paso de sus oscuros senderos cuando paseabas en pareja con la intención de ponerle unos besos a tu chica o sencillamente de cortar por sus diagonales en el regreso a casa.
Este Parque que hasta no hace muchos años y poco antes de su recuperación para el turista y de rebote para la familia, era el bulo de prostitutas y de la versión pesada del comercio del sexo en su especie homosexual por las horas más entradas de la noche.
Hoy realzado en sus jardines, iluminado como nunca, cercado de protección en algunos sectores y quizás prontamente jerarquizado en los juegos gratuitos para los niños como los columpios, calesitas, resbaladeros, pasamanos, etc… (de paso quede claro que esto se demora o se deja de lado disimuladamente para crear mayor consumo en los cada vez más abundantes peloteros, autitos y cosa por el estilo que dan plata a unos cuantos encareciendo las salidas familiares), este pulmón natural de la ciudad se convierte en el lugar de congregación juvenil, como dije al iniciar el escrito; todo bien y hermoso, pero es realmente patético y desalentador ver como personajes grotescos, siempre no menos de dos, están con sus códigos malditos vendiendo drogas a los chiquillos que las demandan para sentirse más “vivos”, tal vez.
La venta rápida y fugaz, con un mínimo de palabras para convenir el precio del veneno se realiza casi imperceptiblemente y hecho el intercambio cada uno busca su nuevo lugar. El facineroso vendedor rápidamente se escabulle buscando una nueva base para seguir operando y el niño adolescente se filtra entre sus pares hacia otro cualquier lugar armando despistes para zafar de la posible mirada que perciba el acto y lo llegase a frustrar.
Y la poli da vueltas y vueltas alrededor del Parque sin parar mientras la droga infiltrada sigue cubriendo a la juventud y sus queridos, de desgracia y muerte. Allí donde está el niño, el adolescente o el joven está la droga surtiéndose y es allí donde debe estar la seguridad operando efectivamente y no “el proveedor” actuando con tantas facilidades.
– Marcelo García
Las cosas por su nombre
“era el bulo de prostitutas y de la versión pesada del comercio del sexo en su especie ‘homosexual’”
¿No habras querido decir «transexual»? Las cosas por su nombre, máxime para hablar de este tipo de cuestiones.
Las cosas por su nombre
Rodrigo: me refiero a ambos perfiles, de todas maneras te doy crédito en que la versión trans. es más pesada en las noches prostituídas de la zona del parque.
Los homo generalmente son pibes jóvenes y más tranqui para negociar el sexo en esta area rosa de la ciudad…las cosas por su nombre: es prostitución.
MarGar
Las cosas por su nombre
“era el bulo de prostitutas y de la versión pesada del comercio del sexo en su especie ’homosexual’”
de todas maneras te doy crédito en que la versión trans. es más pesada en las noches prostituídas de la zona del parque.
Los homo generalmente son pibes jóvenes y más tranqui
¿EN QUE QUEDAMOS?