Las vacaciones de julio de los pobres fueron en cama y con braseros

Salta 21 consultó con numerosos jóvenes de zona oeste quienes afirmaron que estuvieron en cama para soportar el frío, muchos de ellos con braseros y algunos sin nada. Se alimentaron con polenta, guiso y frangollo. No salieron de paseo ni a un cine por falta de dinero. La nieve fue su única alegría.

Los jóvenes de zona oeste no se mostraron felices con los días vividos en vacaciones de invierno. Era realmente penoso escuchar ciertas exclamaciones: «me la pasé echada en la cama porque hacía frío para salir, nos calentamos con braseros porque es barato para nosotros»; » yo así nomás, sin nada»; «estufas a gas? eso es para los ricos»; «no fuimos al cine porque es caro»; «vemos películas por la televisión»; «algunas películas las vemos muchas veces porque no hay más»; «nosotros comimos guiso todos los días»; «estuvimos en cama todo el día»; «mis amigos también son pobres y estuvieron en cama»; «a veces comimos frangollo y polenta»; «los techos de chapa son fríos»; «las casitas de madera soportan más el frío». Estos jóvenes no conocen el cine 3D, ni fueron al teatro ni a ningún espectáculo. Su vida rutinaria se rige por la TV, algunos con la suerte de tener canales. Sus miradas resignadas de otras vacaciones con más de lo mismo, era lamentable.

Los más «suertudos» habían podido mirar películas estreno en VCD o sacarse fotos en la plaza del barrio, cuando nevó. Sus paisajes más hermosos eran el rancho nevado y el árbol teñido de blanco. El juego más atractivo fue hacer un muñeco de nieve y posar, fotos registradas en celulares que exhiben con fascinación, con la sonrisa de oreja a oreja. Quizá la mayor alegría fue prenderse a pases de cumbia villera sin el eterno «hay que apagar los celulares en clases».

Uno de los jóvenes relató: «me pasé las vacaciones en cama porque me tiraron una piedra, no salgo más a la calle». El agresor era desconocido. Se encontraba conversando con dos amigas en la vereda y recibió un golpe que le arruinó el rostro, tiene suturas y moretones que se van disipando de a poco.

Luego leo la siguiente noticia: “Entender que la pobreza estructural es un problema de todos los argentinos es el principal punto de partida”, dijo Urtubey. Frase expresada ayer en el marco del IX Encuentro Intermunicipal entre Salta-Formosa, realizado en la localidad de Embarcación. En la oportunidad, el mandatario presentó su propuesta sobre el Fondo de Convergencia.

Cuando el gobernador habla sobre entender la pobreza estructural, me pregunto si se habla a sí mismo o quiere quedar bien con términos de un discurso social. “Entender que la pobreza estructural es un problema de todos los argentinos es el principal punto de partida”, lo dijo para referirse a la propuesta de funcionamiento de un Fondo de Convergencia destinado específicamente a aquellas provincias con mayores índices de Necesidades Básicas Insastifechas (NBI). Y señaló que “el desafío en la Argentina actual, más que discutir leyes de coparticipación de impuestos, debe centrarse en la creación de fondos de afectación específica, destinado a la mejora en las condiciones de vida de poblaciones que, desde hace décadas, atraviesan la pobreza estructural”.

Siempre es en términos de desafío, de irrealidad, de algo que hay que hacer. Siempre están tratando de combatir la pobreza, en todos los gobiernos. Mientras están en sus cetros, nos alimentan con discursos a la par que los pobres aumentan, a la par que los pobres mueren de frío, a la par que los pobres mueren de hambre, a la par que los pobres se resignan día a día.

Estos chicos están avejentados. Algunos no tienen dientes. Muchos no conocen la higiene diaria. Son analfabetos funcionales. Qué van a ir al cine… si no tienen ni para el colectivo… ni para una gaseosa… Entonces, Urtubey, no creo que yo tenga que venir a entender la pobreza estructural, creo que son los gobernantes los que la desconocen y los que siguen aumentando sus riquezas; son los únicos que puden tener vacaciones dignas, alguna vez, más allá de un río Vaqueros o un Parque San Martín, más alla de la plaza del barrio, más allá de la miseria.

Ahora bien, si se consiguen esos 5 mil millones anuales, ¿qué se hará con ese dinero? Siempre hay algo mentiroso en estas políticas «socialistas». Sin ir más lejos, lo del monoambiente (para jóvenes de 18 a 30 años), es para los que ganan 2700 pesos. Ni siquiera un maestro gana esa plata, menos que menos un enfermero…

Hay que terminar con discursos y arremangarse los pantalones. La pobreza en Salta exige mucho trabajo.