El martes 29 y el miércoles 30 de octubre en el Teatro del Huerto, la obra “TOC* TOC” (*trastorno obsesivo compulsivo) de Laurent Baffie dirigida por una genial Lía Jelín, desbordó de público que aplaudió a rabiar al elenco porteño.
“No hay genio sin un grano de locura”. Aristóteles
Sin lugar a dudas, la locura en todas sus formas es completamente lírica. Por ello, novelistas, dramaturgos y guionistas han dado al mundo ríos de tinta con los que han inundado de celebérrimas creaciones con personajes que no podemos olvidar. Shakespeare la abordó como nadie en su “Otelo” y en su “Hamlet”; en la primera, un moro enloquece de celos y en la segunda, el personaje se metamorfosea para espiar al asesino de su padre, el rey. ¿Era loco, el Quijote de Cervantes? ¿Hasta qué punto, su locura creadora, no era sino el síntoma de una sociedad necesitada de héroes? El afamado Pablo Castel de la novela de Sábato, ¿no logra –casi- convencerte de sus razones para matar a María Iribarne?
La inolvidable Tiffany Maxwell (Jennifer Lawrence) en “El lado luminoso de la vida”, la recientemente estrenada “Blue Jasmine” con una demoledora Cate Blanchett quien interpreta a Jasmine, y las comedias un poco más alejadas en el tiempo como la del personaje Melvin que protagonizó Jack Nicholson en “Mejor imposible” y el tragicómico personaje de Charlie en “Irene, yo y mi otro yo” con el histriónico Jim Carrey, son algunos de los grandes films que plantean con acierto y dosis de mucho ingenio el tema de los trastornos de ansiedad, la depresión, la esquizofrenia y la bipolaridad.
No puedo –ni quiero- imaginarme la obra “TOC TOC” sin estos actores que estuvieron en Salta. El elenco es nuevo y es el que gira por el país. Me deja tranquila saber, a través de declaraciones de Osqui Guzmán, que el personaje que compone Claudio Da Passano (Alfredo) es muy distinto del que interpreta Mauricio Dayub en Buenos Aires, por ejemplo. Esto quiere decir que los actores buscaron y crearon a sus personajes y que no intentaron ser réplica de los “originales”.
Claudio Da Passano (“Moreira”, “Invisibles” y “Salto al cielo”); Patricia Etchegoyen (“El último de los amantes ardientes” en teatro; “Por amor a vos” en TV); Osqui Guzmán (“El Bululú”, “Salomé de chacra”); Malena Figó (“El pato salvaje” en teatro; “Historias del corazón” y “Maltratadas” en TV); Mara Bostelli (“Casa de muñecas”, “Flores de acero”); y Juan Grandinetti (“Ubu Rey”, “Vestuario de hombres”); componen a Alfredo, María Auxiliadora, Camilo, Liliana, Blanca y Otto, respectivamente.
Todos ellos muestran a un puteador compulsivo, a una fanática religiosa que revisa cien veces las llaves de luz y gas, a alguien que todo lo matematiza, a una chica que repite lo que habla dos veces (imagínense!), a una obsesiva de la limpieza que teme ser envirada, y a un jovencito que no puede pisar rallas.
Los personajes de esta popular comedia elegida por sectores medios y altos de la sociedad, enamoran por sus diversos trastornos de ansiedad. Reunidos en una especie de usina-taller, se produce una catártica manifestación de sus incómodos padecimientos psicológicos al que intentan liberar y hasta exorcizar para ser un poco más “normales”.
El despliegue de los TOC nos produce encantamiento porque vemos humanizarse al problema en un intento por sobrellevarlo para salir adelante. Sus reflexiones y exhibiciones son tratadas desde el humor para contrarrestar la sintomatología y desafectarse de esos trastornos.
Como la mosca en la ceniza, observamos su renacimiento, pero no porque se hayan “curado”, sino porque han practicado la sana socialización, el lugar donde todos se parecen un poco y donde “mi” problema es pequeño en relación con el del otro.
Ahora están un poco menos solos, un poco más contenidos, un poco más fortalecidos, mientras los espectadores, asistimos también a una terapia de la risa. Risa dramática que como estudió Aristóteles, permite la identificación que crea el efecto mimético, y que nos arroja a una zona de compromiso con el personaje, que no es otra cosa que la depuración reflexiva de los acontecimientos ya sea por similitud u oposición.
Pero hay que subrayar que los protagonistas se deshacen en la escena, que sus excelentes actuaciones son de primer nivel y que la composición de los personajes desde una aparente realidad, crean un mundo de absurdidad que nos permite creer en la ficción representada.
“TOC TOC” es actual, dinámica, explosiva y subyugante. Un poco de cordura en un mundo que está completamente loco…
– Fotos tomadas por Salta 21
– Leer también:
El drama de la bipolaridad en la comedia “El lado luminoso de la vida”
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«Blue Jasmine», la nueva obra maestra de Woody Allen
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