Tarciso Bertone dijo en Chile que la pedofilia está relacionada con la homosexualidad y levantó una serie de reacciones de ámbitos políticos y fundamentalmente de organizaciones de defensa de los derechos de gays y lesbianas.
Las declaraciones del cardenal Tarciso Bertone, quien aseguró que “hay relación entre homosexualidad y pedofilia”, generaron una enorme ola de críticas. Las primeras reacciones vinieron de Chile, donde el secretario de Estado del Vaticano formuló su teoría, mientras estaba de visita. En el país vecino, activistas, intelectuales y especialistas le pidieron que exhiba “pruebas” de lo que afirmó, si es que las tiene. En Italia, Arcigay, el principal colectivo de activistas gays, denunció “el cinismo, la falta de escrúpulos y la crueldad” de Bertone. “Un abusador de menores es un abusador, más allá de su orientación sexual. El Vaticano no tiene que dar pretextos absurdos, tiene que dar explicaciones”, señaló ayer César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
“Esto es verdad, éste es el problema”, insistió Bertone tras mencionar su teoría y adelantar que el Vaticano planea nuevas y “sorprendentes” medidas respecto del tema, además de relanzar en Internet un manual de uso interno donde se recomienda denunciar los casos de abusos sexuales. Ayer, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt) definió como “deshonestas y ofensivas” las declaraciones del cardenal, segundo en la jerarquía del Vaticano, y convocó “a los católicos de buena fe a repudiar los insultos homofóbicos de la jerarquía vaticana y reclamar que no se encubra más a los curas pedófilos”.
Tanto los activistas locales como los chilenos y los italianos advirtieron sobre la intención del Vaticano de desviar la atención por las cientos de denuncias en todo el mundo contra la iglesia, por viejos y nuevos casos de pedofilia. “No nos sorprendió lo de Bertone, es el mismo discurso del Papa, que trata de criminalizar la homosexualidad o definirla como una desviación de la naturaleza. Es otra forma más de encubrir. En verdad, acá hablamos de cosas distintas porque institucional, internacional y jurídicamente se habla de ‘abusos de menores’, no de ‘actos de homosexualismo’”, aclaró Cigliutti.
En Chile, donde Bertone se encontraba de visita oficial al enunciar su “teoría”, también hubo coincidencia entre varios diputados en el rechazo a los dichos del cardenal. “Me gustaría conocer los estudios científicos que él dice tener. Tengo una gran opinión del cardenal Bertone, pero tengo la sensación de que en este punto está equivocado”, opinó ayer el senador demócrata cristiano Patricio Walker. Por su parte, el diputado comunista Hugo Gutiérrez dijo sentirse “abrumado” por las palabras de Bertone y señaló que “el celibato le hace más daño a un ser humano que una condición de homosexualidad, que es una opción que se toma libremente”.
En el comunicado difundido ayer por la Falgbt, se hizo hincapié en la “lamentable e histórica persecución del Vaticano contra cualquier avance en materia de derechos civiles de gays y lesbianas”. María Rachid, presidenta de la Federación, pidió a Bertone que explique “por qué cada vez que una denuncia de abuso infantil por parte del personal del Estado vaticano está por salir a la luz, la institución de la que es funcionario, en vez de llevar cada caso a la Justicia, traslada al empleado acusado a otra diócesis para protegerlo y busca callar las voces de las familias”.
Al igual que Cigliutti, Rachid también mencionó el encubrimiento y la protección de la iglesia argentina en los casos del obispo Edgardo Storni y el sacerdote Julio César Grassi, entre otros. “En el caso Grassi hay también una relación de poder de un clérigo frente a un menor, es decir, está el tema de clases sociales porque las víctimas eran chicos de la calle”, observó Cigliutti, para quien además de encubrimiento hubo complicidad por parte de la Iglesia en muchos de los casos: “En vez de sacar a los curas abusadores y denunciarlos, a muchos los transferían a otro lugar permitiendo que reiteraran sus delitos y aumentara la cantidad de víctimas”.
Federico Lombardi, vocero del Vaticano, afirmó que el Papa “siempre” está dispuesto a recibir a víctimas y familiares de personas abusadas por integrantes del clero, pero no lo hará “por presión mediática”. Ayer, en la casa natal de Benedicto XVI, en el pueblo bávaro de Marktl am Inn, apareció un pintada que decía “Fick euch selbst” (cójanse ustedes mismos).
– Página 12 – 14.04.10
Lluvia de críticas sobre el cardenal Tarciso Bertone
Existe una relaciòn entre homosexualidad y pedofìlia, pero sòlo en el caso de los curas catòlicos. Los curas catòlicos violadores de niños, llamados eufemìsticamente pedòfilos, son tambièn homosexuales. Creo que el vìnculo entre pedofìlia y homosexualidad en sacerdotes catòlicos es la cobardìa y un profundo complejo de inferioridad por su condiciòn sexual. Los curas homosexuales son profunda e irreversiblemente cobardes. Ademàs, condicionados completamente por el lavage cerebral al que son sometidos por la doctrina catòlica, ven su condiciòn como terriblemente pecaminosa y anormal. Asì se origina su complejo de inferioridad. Como carecen totalmente de la fortaleza necesaria para reconocer esa condiciòn, nunca se atreven a manifestarla ante varones adultos. Temen caer en un estado de sumisiòn o de subordinaciòn frente a ellos y, ademàs, a ser reconocidos en pùblico. Con los niños, en cambio, su actitud es distinta, como los saben dèbiles, indefensos y fàciles de controlar y convencer, no ven riesgo alguno en usarlos para dar salida a su necesidad de sexo homosexual. Los curas son, pues, enfermos mentales. Pero, lo que hacen es tan monstruoso que en ningùn caso su enfermedad debe ser motivo de inimputabilidad legal. El papel de las curìas, o sea, la superioridad catòlica: Obispos, Arzobispos, Cardenales y hasta el mismo Papa,es mas inmoral y delictivo aùn. Los tipos protegen a violadores seriales de niños sabiendo (con pruebas irrefutables) el tremendo daño que causan.
Lluvia de críticas sobre el cardenal Tarciso Bertone
Verbitsky, un gurka anticatólico
«Desaparecida ya la prepotencia católica que se debilitó con la desaparición de los últimos vestigios de la Inquisición, fue poco a poco sobrellevando con dolor una suerte de revancha de grupos sociales que no se conformaron con su nueva política blanda (Conclio Vaticano II). Comenzó a recibir bofetadas que no podía responder más que poniendo la otra mejilla. La furia anticatólica, sin embargo, no se detuvo sino que progresa sin solución de continuidad, aunque no por revancha porque los episodios están ya demasiado lejos en la memoria, sino como lucha incansable contra cualquier clase de normas correctoras de conductas que pretendan derrumbar el ejercicio de una absoluta libertad de acción y pensamiento.
El ataque casi exclusivo al catolicismo en Occidente se debe al hecho de ser la religión dominante. Veremos lo que hacen los intelectuales de moda cuando el Islam crezca haciéndose notar como grupo social dominante, lo que va en camino recto hacia la realidad futura.
La furia contra el catolicismo, pues, no trae causa de una resabiada venganza histórica, sino de una consecuencia lógica de tantos años de materialismo y positivismo, fruto de un racionalismo intransigente y exclusivista que es el resultado de un pensamiento individualista en lo moral y liberal en lo económico. El racionalismo del que se nutren las ciencias positivas está alejado como es natural, de todo lo sagrado y trascendente porque, lo que trasciende lo puramente humano no tiene cabida en una clase de hombres que tamizan todo pensamiento a través de la razón pura y se aferran a las evidencia de la realidad cotidiana»