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jueves, noviembre 21, 2024

Lo que se cuenta y lo que no se dice del 25 de Mayo de 1810

A 214 años de aquel 25 de Mayo de 1810, el contexto real del hecho patrio.

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Siempre queda la sensación cuando escuchamos un discurso que ese interlocutor no está siendo plenamente sincero. ¿Por qué será así? Motivos existen y vuela sobre nosotros una gélida percepción de sospecha. “¿Buscamos desde la historia la objetividad o un argumento convincente?”; se preguntaba con preocupación Humberto Maturana (1928 – 2021). Probablemente parte de la respuesta la encontremos en Hannah Arendt (1906 – 1975): “Lamentable, la historia construyó argumentos para justificar lo que resultó victorioso”. Esa historia que leímos fue escrita básicamente por los ganadores.

El síndrome de la moneda falsa

En esta circunstancia la noble escuela fue usada para la patraña, lamentablemente, convirtiéndose en el portador ingenuo “de la moneda falsa”. Sin saber e inconscientemente (como cualquier hijo de vecino) trasladó lo que varios inescrupulosos (ideólogos) acuñaron a su antojo en defensa mezquina de sus intereses y su sector. Por ende, nos cultivamos en el marco de una historia que no contaba la película completa.

¿Cómo lo explico? Triunfos con banderas prohibidas, desobediencias geniales, escarapelas de varios colores, persecuciones a patriotas, premios a traidores, fusilamientos de hombres y mujeres gloriosos, reconocimiento a nuestros acérrimos enemigos, silenciamiento de gestas populares multitudinarias, héroes muriendo en el exilio, ponderaciones de conquistas cuando en el fondo había cretinos despojos, ocultamiento de documentos entreguistas que desenmascaraban a los supuestos “tipos” probos, ninguneo de triunfos heroicos, una iglesia de Dios siendo cómplice de la barbarie, negociados aberrantes, golpes cívico – militares justificados como necesarios, “letra chica” de artículos que amparaban saqueos inescrupulosos, nombres de calles que reivindican a corruptos, negación del rol de las mujeres en el marco de los procesos libertarios, minimización de la importancias de los sectores vanguardistas, marginación de los artistas, desacreditación de las posiciones divergentes, grietas maniqueas o la constante subestimación de una patria que parecía agotarse a diez cuadras del Cabildo de Buenos Aires, o de la Casa Rosada. Realmente inexplicable. Y en el medio, siempre desde la pluma de algunos escribas, los trazos finos y gruesos de una historia parcial, donde la palabra “patria” operaba como un comodín mágico que garantizará la impunidad a quien la usare o pronunciare, aunque lejos estuvieran esos de reflejar un sentimiento profundo por defender la bandera nacional, su tierra y su pueblo.

Los infantilismos como argumentos

La versión oficial sobre el 25 de Mayo de 1810, reflejo cabal de aquellos tradicionales actos escolares, recreaba siempre la repetida escena: tibios rayos de sol otoñal asomando tras días de copiosa lluvia. El pueblo con sus paraguas congregados en torno al Cabildo esperando el desenlace libertario. Jóvenes apuestos (veinteañeros todos, sin excepción, con patillas hasta el mentón; levita, galera y bastón) mostrándose muy preocupados para que nadie de los presentes quedara sin las cintas que vincularían el celeste del cielo con el blanco de la pureza, como atributo ineludible para ser considerado un patriota. Y así podríamos continuar: bellas damas, serenos, mazamorreras, y un largo etcétera. Mientras tanto Buenos Aires, y solo Buenos Aires se convertiría en el centro de atención del mundo entero.

El mundo que no nos mostraron de aquel mayo de 1810

Abandonando el cuento, volveré al real contexto temporal del hecho patrio. No voy a abordar los sucesos internos y externos que determinaron el deterioro de la relación política, económica y social con España y que generó el primer gobierno propio. Eso estará dando vuelta en otras notas.

Trataremos de mostrar otra cara de ese mundo, del cual, el Virreinato del Río de la Plata no era ajeno. Contexto que la ingenua escena de la historiografía tradicional no reflejaba, subestimando la inteligencia de sus interlocutores (grandes y chicos) ante la presencia de un mundo creativo y científicamente, desarrollándose a pasos agigantados, que luchará con otras armas ante el flagelo absolutista. Creo que algunos ejemplos que expondré podrían ayudar a reflexionar, y sería una herramienta útil, para comprender el inteligente momento aquel y porqué fue tan revolucionario ese tiempo. Entre sus consecuencias estuvo nuestro histórico y trascendentalmente patrio 25 de mayo de 1810.

Por ejemplo…

 El francés Coulomb ya había logrado medir las fuerzas electroestáticas en 1777. James Watt inventaba el regulador centrífugo (1788), elemento que controlará automáticamente la velocidad de los barcos y las máquinas de vapor. William Murdock introducía el gas de alumbrado (1791) con lo cual la mayoría de las ciudades de Europa y EEUU tendrán alumbrado público. En 1795 comenzaba en Francia la implementación del sistema métrico decimal. Carl Gauss presentó su tesis doctoral (1799) sobre el teorema de álgebras. Ritter descubría los rayos ultravioletas. La pila de Alessandro Volta se convertía en el precursor de la batería eléctrica. El británico John Dalton (1803) desarrolló la teoría atómica, piedra angular de la física moderna. Berzelius incorporará el actual sistema de notación química. El fisiólogo holandés Jan Ingenhousz exponía el principio de la fotosíntesis (1779). Por entonces se descubrió el planeta Urano. Se vuela en globo aerostático y a los años (1809), George Cayley diseñó un aparato con forma de helicóptero iniciando el camino de los vuelos en planeador. Océanos y mares son surcados por los barcos a vapor. La primera locomotora en 1804 comenzaba su recorrido hacia la actualidad. El médico británico Edward Jener descubrió la vacuna contra la viruela. Malthus propuso en 1798 su teoría relacionando la tasa de crecimiento demográfico con la oferta de alimentos. El biólogo francés Jean Baptisté de Lamarck formulaba en 1809 una teoría de la evolución. Mientras en América se destacaba la acción del naturalista, diplomático, astrónomo, mineralogista y anatomista Alexander von Humboldt, autor del vanguardista libro “Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente”.

Pero además con bastante antelación a la emancipación americana ya se enunciaban las nuevas concepciones para interpretar el mundo y la forma de organizarlo bajo el imperio de la razón y el republicanismo. Así, el debate ideológico sobre la soberanía, excedería el tema político y se manifestará en terrenos como el literario, musical y pictórico.

Mozart compuso “La flauta mágica” (1791) dando comienzo a una trayectoria que generaría más de 600 obras. Ludwig van Beethoven representa la apoteosis del estilo clásico, simbolizando la imagen del compositor-héroe del romanticismo. Entre 1804 y 1808 escribió la 3° y 5° Sinfonía. La 3° Sinfonía estuvo dedicada a Napoleón, pero luego de ser coronado emperador por el Papa Pio VII, Beethoven retirará tal dedicatoria por su concepción anti-imperial. Mientras tanto, el vals hace furor en Europa.

En el plano de la pintura, Goya inmortaliza los fusilamientos de Napoleón (1808) en España con su obra: “Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío”.

Surgía un nuevo movimiento artístico e intelectual: el Romanticismo. En 1788 Goethe dará comienzo al clasicismo alemán. El poeta, dramaturgo y científico alemán escribió “Fausto”, drama de dos actos, en donde reedita la puja de un científico que se vio forzado al enfrentamiento entre dios y el diablo.

Gran atracción convocaba Alexander Pope, poeta inglés del siglo XVIII quien, inspirado en los clásicos de la antigüedad, escribió una poesía elaborada con estilo didáctico y satírico. Entre otros, “Ensayo sobre la crítica” y su famoso “El rizo robado”, obra ingeniosa que describirá y criticará la vida de los ‘salones’. Además, Percy Shelley se convertía en una de las figuras representativas del romanticismo inglés con “Oda al viento del oeste” y “A una alondra”.

Aparecerá en 1798 “El Ateneo”, periódico dirigido por Friedrich von Schlegel pilar fundamental del romanticismo alemán. En tanto el venezolano Andrés Bello (1781-1865), editó “La Gaceta de Caracas”, paladín de la emancipación americana.

La reivindicación de los derechos de la mujer se reflejó a través de Mary Wollstonecraft en “Vinculación de los derechos de la mujer”. La pieza teatral de Leandro Fernández de Moratín, “El sí de las niñas” (1806), atacaba sin paliativos la educación severa y poco formativa que recibían las mujeres en la época. La novelista inglesa Jane Austen públicó “Juicio y sentimiento” (1811), completando su reivindicación femenina con “Orgullo y prejuicio” y “Emma”. Se profundizó el tema de la literatura infantil, paralelamente, como una velada crítica al absolutismo reflejando al personaje desamparado enfrentando al poderoso, multiplicándose también las historias de cuentos de hadas sustraídas de mitos nórdicos, celtas y griegos. Sucesores de los grandes creadores del siglo XVII, como el francés Charles Perrault (autor de “Piel de asno”, “Pulgarcito”, “El gato con botas”, “La cenicienta”, “Caperucita Roja) copan la escena. También fue el momento de los cuentos de Madame de Beaumont (1711-1780) autora de “La bella y la bestia”. Los hermanos Jacob y Wilhem Grimm publicaban sus obras en 1810 con personajes que se harán famosos en todo el mundo como “Barba Azul”, “Blancanieves”, o los ya conocidos por la versión de Perrault: “Cenicienta” y “Caperucita”. Hans Cristian Andersen escribirá “El traje nuevo del emperador”, “El soldadito de plomo”, “La sirenita” (1805) y “El patito feo” en 1811. En España se publicaron revistas sobre el género: “La gaceta de los niños” de 1798, siendo “El ratón Pérez” el cuento infantil español más significativo del XIX. Mientras que en Inglaterra los libros más vendidos a fines del Siglo XVIII son “Robinson Crusoe” de Daniel Defoe y “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift. El siglo XVIII benefició también al niño desde el plano pedagógico. El pensador francés Jean-Jacques Rousseau planteó en “Emilio” (1762) que la mente de un niño no era como la de un adulto en miniatura, sino que debía ser considerada según características propias.

En América se inaugurarán la Real Biblioteca de Santa Fe de Bogota (1777), la Biblioteca Nacional de Colombia y la Biblioteca del Congreso de EEUU en 1800. Mientras que la Biblioteca Nacional de Argentina fue fundada en 1810 con el nombre de Biblioteca Pública. Pero además es el tiempo de apertura del Museo del Louvre. Adam Smith se convirtió en el padre del liberalismo. Kant publicó “Crítica a la razón pura”. Fue abolido el tráfico de esclavos en Dinamarca, Reino Unido y EEUU. Hegel presentó “Fenomenología del espíritu” por el cual sostenía que el saber era el fin y el objetivo de la historia. Fourier expondrá sobre el socialismo utópico, antecedente del pensamiento marxista. Johann Fichte en “Discursos a la nación alemana” (1808) afirmó la superioridad de la cultura alemana, claro germen del nacionalismo venidero. Mientras el idealismo de Schelling y “De la libertad humana” confirmarán el crítico y revolucionario momento.

En fin

Demasiadas omisiones para pensar que fue un mero cortocircuito en la memoria de aquellos “programadores”. Siempre, y una vez más, nuestros científicos, artistas e intelectuales gritaron anticipadamente lo que la amplia mayoría de las escuelas historiográficas escondieron o no los dejaron contar.

FuenteMDZOL

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