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domingo, noviembre 24, 2024

“Los Organismos Internacionales son cajas de resonancia de lo que ocurre en la vida interna de los Estados”

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En conmemoración por el día de las Américas, el sociólogo y especialista en relaciones internacionales resaltó el trabajo que realizaron los Estados Americanos a lo largo de los años para salvaguardar la paz en la región, además de rescatar la defensa y promoción de los derechos humanos y la democracia que realizan a través de la OEA.

La Unión de Repúblicas Americanas se creó un 14 de abril de 1890 como resultado de un largo proceso de acercamientos y desencuentros entre los países líderes de la región. Con el paso del tiempo, esa asociación pasó a llamarse Organización de los Estados Americanos (OEA) y, actualmente, está sustentada bajo sólidos pilares estructurales, como son la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo.

Esta institución, integrada por toda la región de América, trabaja de forma mancomunada sobre temas de coyuntura, en un intento por fomentar la solidaridad, defender la soberanía y la integridad territorial. En una charla con la Agencia CTyS, el Sociólogo, director del Instituto de Cooperación Internacional de la UNLaM, y co-autor del libro La OEA y la Agenda Interamericana, Andrés Fontana, analiza el proceso de conformación de este organismo y señala la importancia de mantener la región en permanente diálogo y participación.

¿Qué representa para las Américas el hecho de estar unidas, bajo los conceptos de igualdad, seguridad y desarrollo?

– Bueno, depende de qué se entienda por “unión.” En cada época histórica, hay un objetivo fundamental para los Estados, las regiones o el sistema internacional. Por ejemplo, el horror para la humanidad que dejó la Segunda Guerra, en particular por el Holocausto y el uso de bombas nucleares generó una nueva conciencia acerca de la importancia de preservar la paz y la integridad de las personas ante los abusos de los Estados. A lo largo de las décadas, ocurrieron cambios en la cultura y los valores que informan el sistema internacional y en ese marco se reformularon los vínculos entre los Estados Americanos. En ese proceso, Argentina compitió sistemáticamente con los Estados Unidos por el liderazgo en la conducción de una Unión de Estados Americanos, que comenzó a ser percibido como posible. En ese contexto de competencia, donde también intervinieron actores como Brasil y México, se perfiló y consolidó la gran diferencia entre los Estados Unidos (con su propensión a invadir otros Estados o intervenir en sus asuntos internos) y el resto de los Estados de la región. Acorde con los objetivos fundamentales de cada momento, es decir, preservar la integridad territorial, mantener la paz, prevenir el empleo de armas nucleares y garantizar el respeto de los derechos humanos (a lo que se agregaría la promoción de la Democracia), los Estados Americanos fueron moldeando su “unión” en torno de esos valores y objetivos. Por lo tanto la “unión” tiene diversos significados a lo largo de la historia. Pero esos significados, más que reemplazar unos a otros a lo largo del tiempo, se van acumulando e integrándose hasta conformar la identidad de una región. El resultado es que algo que en su inicio se basa en intereses y objetivos compartidos, a lo largo de décadas se transforma en un perfil o identidad regional.

Al principio, la asociación entre países era llamada Unión Internacional de las Repúblicas Americanas, pero entre 1890 y 1950 pasó a llamarse OEA, ¿Qué ocurrió en ese periodo?

– En realidad, el origen de los intentos de unión o al menos acercamiento de los Estados Americanos se remonta al período de la emancipación del colonialismo europeo. Las guerras por la independencia forjaron lazos y valores compartidos. Simón Bolívar fue uno de los primeros visionarios que impulsaron la idea de una América unida y sus esfuerzos condujeron al Congreso de Panamá, que tuvo lugar en 1826. Desde entonces, hubo nombres como el “Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua,” que se firmó en tal ocasión, y otros que se sucedieron hasta culminar con la “Unión Internacional de las Republicas Americanas,”. Hacia fines del siglo XIX recibieron la denominación de “Unión de Repúblicas Americanas,” acorde con el lenguaje político e internacional de la época, en el cual “unión” y “república” eran términos con alto contenido simbólico. Eso fue cambiando, hasta culminar con algo más objetivo o neutro, como es la denominación “Organización de Estados Americanos” y los contenidos de la Carta de Bogotá, que da nacimiento al Organismo.

En ese sentido, el objetivo actual de la OEA se mantiene en relación a aquella idea de soberanía que se había pactado en la conformación del organismo…

– Las nociones y valores que inspiran la creación y la labor de un organismo internacional varían, como dije antes, a lo largo de la historia. Esos valores e ideales se mantienen a lo largo del tiempo, pero varía su actualidad y su prioridad frente a nuevos desafíos y nuevos objetivos. Hoy, la soberanía sigue siendo un aspecto fundamental (veamos, por ejemplo, el caso Ucrania / Crimea / Rusia) pero, a nivel global, es un valor o condición menos amenazado que hace cien años. Muchas acciones de los Estados, sobre todo para constituir asociaciones, alianzas o foros, se realizan en respuesta a amenazas percibidas a su identidad. Otras tienen que ver con intereses, por ejemplo, comerciales, de atracción de inversiones o de acceso a recursos. Hoy la agenda internacional se compone más por este tipo de temas que por conflictos que amenazan la soberanía de los Estados. Esto último ocurre en determinados ámbitos pero no ocupa el centro del escenario de la escena internacional y, por cierto, tampoco el de nuestra región.

¿Cómo se organiza la OEA ante un problema como, por ejemplo, los intentos de golpe de Estado o levantamiento de las masas populares?

– Esto también ha cambiado a lo largo de la historia. Durante el período de posguerra, en que los Estados Unidos ejercieron una influencia muy fuerte en la OEA, en realidad el organismo fue utilizado por ese país, junto con otros instrumentos, no para prevenir sino para promover golpes de estado en la región y para legitimar sus intervenciones militares. De ahí proviene la relativa debilidad del organismo y las dificultades para instalarse como un ámbito que no sea objeto de desconfianza o cuestionamientos por parte de líderes de la región como ocurre aun en nuestros días. Mi apreciación es que la OEA cumple un rol fundamental, pero aún limitado, en materia de defensa de los Derechos Humanos y la Democracia en la región. No carece de ambigüedades ni de estándares variables según sea el caso que se encuentre bajo la observación del Organismo, por lo cual es necesario trabajar en forma mancomunada para su fortalecimiento y prestar delicada atención al surgimiento de foros sub regionales, como UNASUR o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Entonces la hipótesis que presentaban algunos sobre la influencia de los Estados Unidos en los países latinoamericanos y sudamericanos a través de la OEA no era tan descabellada…

– A mi entender, Estados Unidos, más allá de acciones altamente cuestionables realizadas en el pasado y un cambio muy positivo a partir del fin de la Guerra Fría, tiene una gran dificultad para entender y considerar los intereses de otros Estados, sobre todo, cuando plantea su defensa y promoción del libre comercio, que se inspira en una fe casi religiosa, o cuando trata el tema tráfico de drogas, donde claramente aplica un doble estándar. Esta visión compartida por los funcionarios estadounidenses hace muy difícil el diálogo y la compresión del significado que una política determinada tiene para otras comunidades. La cuestión social no parece estar en su agenda y es evidente que para muchos países de la región constituye un tema de la más alta prioridad. Ahora, de ahí a que Estados Unidos intente en la actualidad utilizar la OEA simplemente para promover sus intereses hay una gran distancia. Lo que he visto y leído en numerosos análisis y documentos de los últimos veinte años habla de un país que hace un cierto esfuerzo por contemporizar con sus socios regionales y no lo logra.

¿Qué rol cumple cada una de las naciones en el marco de la OEA?

– Naturalmente, los roles son muy variados en el plano práctico, si bien en lo formal todos actúan en un pié de igualdad y cada Estado tiene un voto y la mayor parte de las medidas se deciden por mayoría de votos. Sin embargo, las negociaciones son habitualmente más importantes que las votaciones y ahí es donde la diplomacia de cada Estado cumple un rol particular. Es interesante el rol de los Estados caribeños, que en su mayoría son pequeñas islas con escasa población, sin poder militar, con economías débiles, altamente dependientes del turismo y de la exportación de pocos productos y, sin embargo, tienen un gran peso en las negociaciones porque en general actúan como bloque y son muchos votos que pueden definir en la Asamblea la suerte de cualquier resolución. Hay países como la Argentina o Canadá que tienen una tradición diplomática inclinada a la conciliación y la búsqueda de soluciones equilibradas, mientras que otros Estados tienden a hacer valer su peso de manera más frontal.

Uno recuerda a este organismo por las conferencias que se suelen transmitir vía conferencia cuando, por ejemplo, los presidentes hablan ante todo un público. Pero, más allá de esas conferencias puntuales, ¿cómo está conformada y cómo se organiza la institución?

– Es bastante parecido al funcionamiento de cuerpos colegiados como los Congresos, ya sean nacionales o provinciales. Hay comisiones, que en este caso se denominan “Comités” y un trabajo constante en ese marco a lo largo del año, en preparación de la Asamblea General o de reuniones extraordinarias que se convocan ante determinados acontecimientos. El momento culminante, en que concurren los presidentes o los cancilleres, según el caso (en la OEA normalmente se trata de los cancilleres) tiene un valor político insustituible. Pero el “hilado fino” de compatibilizar intereses de diversos países o promover determinados temas que encuentran dificultad para ingresar a la agenda, se hace en los Comités y, en realidad, la más de las veces en almuerzos y encuentros informales.

¿Cómo repercute en la Organización de los Estados Americanos las muertes de algunos presidentes, como Chávez y Mandela en Sudáfrica? ¿Y las enfermedades que han padecido lideres como Cristina Fernández, Juan Manuel Santos y Lula da Silva?

– Los Organismos Internacionales son, en gran medida, cajas de resonancia de lo que ocurre en la vida interna de los Estados y de las vinculaciones entre éstos. Las muertes de líderes como Chávez o Mandela tienen una repercusión inevitable, equivalente al modo en que impactan en las relaciones internacionales y, más nítidamente, en sus respectivas regiones. El caso de las enfermedades creo que es distinto, sobre todo si no se trata de cuestiones extremas que impidan a los líderes manifestarse o participar luego de su recuperación y aun cuando ésta no se haya logrado en un 100 por ciento. Está justamente en el espíritu de quienes llegan a posiciones de liderazgo sobreponerse y continuar con su labor, como es visto en estos y otros casos en forma elocuente.

La Universidad Nacional de La Matanza cuenta con un Proyecto que simula el funcionamiento de la Asamblea General de la OEA ¿Cómo nace este programa y cómo beneficia el crecimiento personal y profesional del estudiante?

– Fue una decisión visionaria del Rector, el Dr. Daniel Martínez, que la ha sostenido y respaldado a lo largo del tiempo. Es algo importante para toda nuestra comunidad académica por la visibilidad y el prestigio que genera para la Universidad por el desempeño de sus estudiantes y por la seriedad del proceso de capacitación que ha sido adoptado por la OEA como metodología en más de una oportunidad, para Modelos que promocionó en diversos países de la región. La experiencia de la capacitación, y eventualmente la participación en el Modelo también expone al estudiante a los valores, pautas de conducta y formas de razonamiento, de otras culturas. Ese aspecto de la “inmersión” en lo internacional es de suma importancia. También hay aspectos que hacen a la toma de conciencia con respecto a la importancia de poder expresarse en otro idioma, esforzarse en pro de un objetivo personal y profesional y la formidable revelación de cuánta capacidad y cuanto talento tiene cada uno y cómo se pondera en el marco de un trabajo en equipo. Son todas cosas que no están planeadas deliberadamente en el programa de capacitación pero que año tras año se pone en evidencia y, puedo decir con toda honestidad, la vemos crecer con una enorme satisfacción y con el orgullo que todos sentidos de trabajar en esta Universidad.

*Andrés Fontana es Ph. D. en Government, The University of Texas at Austin, M. A en Public Administration, The University of Texas at Austin, y Licenciado en Sociología de la UBA. Se desempeña como profesor titular en la UBA y la UNLaM en las áreas de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, y es director del Instituto de Cooperación Internacional de la UNLaM.

– Por Guillermo Meliseo (Agencia CTyS)

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