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lunes, noviembre 25, 2024

Los perros de la guerra

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“Estamos en guerra con el Gobierno y nosotros somos soldados”, fue la frase que disparó Ricardo Kirschbaum, editor general de Clarín, a los jefes del diario. Una síntesis del sentimiento que reina en la cúpula del Grupo Clarín.

Nuevo cambio de táctica: a lo largo de la última semana los directivos del Grupo Clarín volvieron a elegir a la inseguridad para golpear al Gobierno, luego de apostar a la deficiente oposición parlamentaria y tras agotar editorialmente el tema inflación.

Miradas al sur obtuvo detalles de la maniobra para instalar el miedo en la opinión pública y la disciplina en la tropa del multimedios.

Los primeros en recibir la nueva orden fueron los especialistas de policiales de TN: “Hay que salir a la calle a cubrir todo, incluso los ajustes de cuentas”.

Hasta hace poco la crónica criminal había sido reemplazada y hasta sepultada por las horas destinadas a las desventuras del rejunte opositor en el Congreso. Y la gota que rebalsó el vaso fue la paliza intelectual e ideológica que el ministro de Economía, Amado Boudou, le dio a Gerardo Morales en su visita al Senado; todo televisado en vivo por la impotente pantalla del canal de cable.

Luego de una reunión de Carlos D´Elía, gerente de Noticias del Trece, con los jefes informativos, se desarrolló la siempre eficaz estrategia. El éxito de las notas sobre los dos fusilados en una salidera de un banco el lunes había recordado la pauta de cómo provocar impacto.

Un productor de experiencia consultado por Miradas al sur explicó la lógica de la decisión: “los policiales tienen un doble beneficio: le pegan al Gobierno y generan mucho rating”.

Al mismo tiempo una directiva idéntica se impartía en la sección Sociedad, el corazón mismo de la redacción de Clarín. Sucedió después de que el fin de semana pasado en un importante encuentro con editores convocado por los jefes Ricardo Kirschbaum y Julio Blanck se explicitó lo que ya todos saben: “El diario está en una guerra contra el Gobierno, nosotros somos soldados y tenemos que ir para adelante”. Sólo un par de colegas se atrevieron a aclarar que ésta –la que plantea Clarín– no es su guerra.

La historia se repite como farsa

Rápidos y certeros, los móviles de Artear salieron a barrer el conurbano en busca de violencia y lo hicieron con dos historias como columna vertebral. La del ahora dudoso intento de robo a Nicole Neumann y el asesinato de un policía de la bonaerense en González Catán, Marcelino Monzón.

No es la primera vez que se despliega un operativo como éste.

Hubo otro idéntico en febrero de 2009 cuando, a la aplastante cobertura de la muerte del teniente Aldo Garrido en San Isidro, se le sumó una campaña de declaraciones de los personajes más famosos de la Argentina con el liderazgo de Susana Giménez. La frase “Terminen con los derechos humanos y esas estupideces. El que mata tiene que morir”, todavía provoca escalofríos.

La bella Nicole asumió el reemplazo de la diva y dijo que pensaba en irse del país porque “aquí no se puede vivir”. Después se vio envuelta en una polémica que puso muchas dudas a su versión y se parece a un papelón.

Los organizadores del desfile al que faltó la acusaron de mentir. El dato de un contrato firmado por el que la modelo debe pagar ocho mil pesos en caso de incumplir con el evento es difícil de obviar.

La guerra en casa

A pesar de esto, a esa altura todas las huestes informativas del grupo estaban lanzadas. Los productores fueron instados a reflotar como “último momento” actualizaciones de crímenes sucedidos hace más de quince días.

En la noche del jueves, Sergio Lapegüe sentenció que “hay que hablar de estos temas para que la gente pueda caminar con absoluta libertad por las calles”. No contento con esto y presagiando la batalla que vendría al otro día, una nueva frase cerró el contacto desde el velorio del efectivo de la bonaerense: “Es una deuda pendiente la que hay con el tema de los robos y los asesinatos. Ya no les alcanza con robar…tienen que matar”.

El viernes por la mañana, la cobertura tuvo ritmo de combate.

Un móvil transmitía en vivo cada detalle del velatorio de Monzón, otro explicaba las alternativas del pretendido ataque a la modelo y un tercero cubría el crimen pasional de un chico de 15 años en Glew.

Mientras tanto Marcelo Bonelli entrevistaba en Canal 13 a la madre de una adolescente golpeada por sus compañeras en Berazategui y aseguraba que “estos hechos ocurren cada vez más a menudo”.

Como remate, Chiche Gelblung dedicó la apertura de su programa en Radio Mitre a todos los casos policiales con la sentencia “el sistema jurídico argentino está a favor de los chorros.”

En este sentido, el Mitre Informa Primero de las 10 fue contundente.

Conviene detenerse en sus títulos porque van más allá de las directivas impartidas en diciembre desde la Gerencia de Contenidos Periodísticos, a cargo de Jorge Porta. En aquella oportunidad la orden fue que las dos primeras noticias de los boletines tenían que ser contra el Gobierno de Cristina Kirchner. En el boletín mencionado todos los encabezados se referían a la inseguridad. De hecho, primero fue “Inseguridad sin límites” y relataba el traslado de los restos del agente al cementerio. El segundo, el caso de Glew. En el tercero el locutor anunciaba “más inseguridad” en referencia a un hurto sufrido por Betty Elizalde. Terminaron con “Asaltaron un country en Pilar”. Todo eso en dos minutos y medio asfixiantes.

Memorias del subsuelo

La hipótesis del rating puede explicar sólo una parte de la decisión de avanzar sobre las historias delictivas. Las transmisiones de los debates en la Cámara alta alrededor de las nuevas comisiones y los decretos de necesidad y urgencia generaron muy poca audiencia y sin embargo tuvieron enorme difusión.

Por otro lado, un coordinador recuerda una anécdota que sirve para graficar el uso político de la difusión (o no) de ciertos hechos.

Un día del año 2003, luego de que el entonces presidente Eduardo Duhalde favoreciera la licuación de deuda del Grupo Clarín a partir de su pesificación, a un productor se le ocurrió que siete atracos en el microcentro en cuatro horas podía considerarse una “ola de inseguridad” y tituló en consecuencia.

En ese momento, los policiales generaban tanto rating como ahora.

Sin embargo, a los pocos minutos recibió un llamado de Ricardo Pipino, gerente General de TN en aquel momento, pidiéndole que cambie el título.

Obediente como todos los que quieren sobrevivir en el grupo, hizo caso y cambió el texto: “Siete robos en Microcentro”. Con un segundo llamado, sin dar explicaciones, Pipino eliminó la noticia de la tira que se difunde cada media hora.

Eran otros tiempos y los colegas del Grupo Clarín entienden eso.

Sobre todo los que escucharon –en medio de la disputa por la Ley de Servicios Audiovisuales – a una de las más importantes conductoras de canal 13 gritar en el pasillo principal del noticiero “La única solución con estos es voltearlos”. Una forma de disciplinar a la tropa para que todo el mundo entienda cuál es la causa común.

– Por Marcos Cittadini – Miradas al Sur – 4-04-2010

Faccisimil de una de tantas notas (1 de diciembre de 1977) publicadas por Clarín en favor de la dictadura

El martes pasado, 26 periodistas, locutores y operadores de las radios LT8 y LT3 de Rosario – del multimedios La Capital, perteneciente al Grupo Uno, de Daniel Vila y José Luis Manzano – recibieron telegramas de despido. Según voceros de los trabajadores, casualmente todos los despedidos se habían negado a suscribir una suerte de manifiesto contra la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que la empresa quiso hacerles firmar. Unos días antes, en el marco de la cobertura periodística de la conmemoración del golpe de 1976, todos y cada uno de los periodistas del diario Clarín se hicieron responsables de una nota titulada “Fábula y favores al kirchnerismo”, publicada por ese matutino y firmada por “De la Redacción de Clarín”.

La volanta de la nota dice: “Golpe del 24 de marzo: carta de Héctor Timerman y respuesta de Clarín”. En los primeros párrafos del texto se recuerda que el actual embajador argentino en Washington fue director del vespertino La Tarde, entre marzo y agosto de 1976, un medio creado por su padre, Jacobo Timerman, “para promover y acompañar al golpe militar”. También señala: “(Héctor) Timerman dice que está arrepentido y que sigue recriminándose por esa acción, Y eso es lo que corresponde. Tiene de qué arrepentirse: como muestran las tapas que abajo reproducimos, mientras duró su diario exaltó el golpe y elogió a la represión. Llamaba subversivos a las víctimas de la dictadura”. Hasta allí, el artículo no falta a la verdad: Héctor Timerman fue efectivamente director de La Tarde y también ha dicho, en reiteradas ocasiones, que está arrepentido de ello.

Tirar la primera piedra

Clarín, en cambio, no se arrepiente de nada. Al contrario, omite que desde sus páginas – y durante mucho más tiempo que unos meses de 1976 – también se llamó “subversivos” a las víctimas de la dictadura. El 24 de marzo de 1976, la portada de Clarín había informado sobre el avasallamiento de las instituciones republicanas con un titular pretendidamente aséptico: “Nuevo Gobierno”.

Tres días más tarde, también en tapa, había transparentado su independencia de los dictadores con un suelto que decía: “La rígida censura de prensa impuesta el 24 de marzo duró sólo 36 horas. Desde entonces, el progresivo retorno a la normalidad en todos los órdenes y la fluida comunicación entre el gobierno y los diarios la han reducido al cumplimiento de normas indicativas. Pero la experiencia, plena de matices, bien vale la pena ser contada como otro testimonio del actual proceso”. Es decir, para Clarín, mientras el terrorismo de Estado desataba la peor represión ilegal conocida en la Argentina, se estaba retornando “a la normalidad en todos los órdenes”. Y, tres días después del golpe, en el país ya no había censura.

Los ejemplos se multiplican. El 21 de agosto de 1976, el matutino dirigido por Herrera de Noble exaltaba la represión ilegal con la siguiente fórmula: “No hay tercería posible porque, admitido que estamos en guerra, imperan sus leyes. Es la Nación la que está en armas para vencer al enemigo (…) La fuerza, monopolizada por el Estado, y la razón que, legitima la autoridad y le proporciona el consenso, son los atributos fundamentales del gobierno”.

Nada de eso recuerda “La Redacción de Clarín”. También “olvida” deliberadamente que el matutino no sólo apoyó periodísticamente al Proceso y fue socio económico de los militares luego de comprar a precio vil Papel Prensa, sino que colaboró de manera activa con la metodología de desaparición de personas.

Un artículo del 1º de diciembre de 1977, lo demuestra de manera irrefutable.

La nota se titula “La ardua recuperación” y lleva como volanta el siguiente texto: “Diálogo con extremistas que se entregaron voluntariamente”.

Vale la pena reproducir el comienzo de la nota: “Un grupo de periodistas tuvo la oportunidad de ponerse en contacto directo con integrantes de un núcleo subversivo que, habiéndose entregado espontáneamente a las autoridades, se beneficiaron con una reducción de un tercio de sus penas. Los hombres de prensa – invitados por el Comando en Jefe del Ejército – pudieron apreciar lo que se calificó como ‘una experiencia única en los países que luchan contra la subversión, destinada a hacer posible que quienes se equivocaron puedan rehacer sus vidas’”.

El artículo, que ocupa toda la página 4 del diario, dice entre otras mentiras que los “subversivos” están cómodamente alojados en una casa decorada “con colores claros, sin nada que evoque la cárcel”, y que están atendidos por “un equipo interdisciplinario, compuesto por médicos, psicólogos, asistentes sociales, abogados que prestan asistencia a los detenidos y tratan de resolver sus problemas y el de sus familias”. La obra maestra del terror llega a su clímax con este párrafo: “’Teníamos muchos temores, pero nunca esperamos que el trato fuera tan correcto’, dice una joven que se encuentra en avanzado estado de gravidez. ‘En la unidad militar en que me presenté me prestaron todo el tiempo asistencia médica y los cuidados que requería mi estado. Y justamente me había entregado por lo que más me importaba, que era la vida de mi hijo’”.

Treinta y tres años después no es necesario explicar que esos centros de recuperación nunca existieron ni cuál fue el destino de los niños nacidos en cautiverio. Aquella nota de Clarín no era otra cosa que una operación de inteligencia en el marco del plan terrorista del Estado para la desaparición de personas.

Pero la nota firmada por “La Redacción de Clarín” no se limita a omitir la complicidad del diario con la dictadura sino que tergiversa también otros hechos, como la manera en que se hizo de su participación en Papel Prensa o los que tienen que ver con el origen de los dos niños adoptados irregularmente por la directora de Clarín en 1976. Sobre este último punto, el artículo dice, entre otras falacias: “Ernestina Herrera de Noble jamás fue siquiera indagada por una supuesta apropiación de menores”.

No dice, en cambio, que la directora del diario fue detenida el 17 de diciembre de 2002 por los delitos de “falsificación de documentos públicos, inserción de datos falsos y uso de documento público falso”, durante los trámites de adopción de los niños que inscribió como Felipe y Marcela Noble Herrera.

Le pertenezco

La censura de prensa fue una de las herramientas utilizadas por la última dictadura para cumplir con sus objetivos. Sin embargo, hubo medios, como The Buenos Aires Herald o La Prensa que – por diferentes razones – la enfrentaron para, por ejemplo, denunciar la desaparición de personas.

Otros prefirieron guardar silencio, con una fórmula que podría enunciarse así: “No podemos publicar lo que sabemos, pero no pueden obligarnos a mentir o a publicar lo que no queremos”. Clarín hizo todo lo contrario. Un simple vistazo a la hemeroteca demuestra que fue cómplice activo de la dictadura.

Aún así, durante aquellos años, sus dueños y editores no publicaron – o no se atrevieron a publicar – ningún artículo de apoyo a los dictadores con una firma que comprometiera a todos sus periodistas. No hubo artículos firmados “Por: De la Redacción de Clarín”. Consultados por Miradas al Sur, seis periodistas de Clarín – todos pidieron reserva de sus nombres -dijeron que no habían sido consultados sobre esa nota y que supieron de ella al leerla al día siguiente en el diario. Hoy, en la defensa de sus intereses, el multimedios más grande de la Argentina no vacila en comprometer a sus periodistas en una nueva operación de prensa. A los que quieren y a los que no. Porque – al quedar incluidos en la firma de un artículo plagado de mentiras, falacias y omisiones – los compromete a todos. Y el fantasma de los despidos de los disidentes de LT8 y LT3 recorre la redacción.

Oscuras maniobras de la prensa independiente

Las trabas de Clarín y La Nación a la investigación sobre el traspaso de las acciones de Papel Prensa. Las estrategias para presionar a la Justicia.

En el momento que el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, firmaba la Resolución 126 con la cual el Estado investigará por primera vez cómo Clarín y La Nación llegaron a declarar propias acciones de Papel Prensa, el ingeniero Pablo Cerioli, uno de los tres directores que representan al Estado Nacional en la empresa relataba a Miradas al Sur: «Uno ve cómo funciona esta gente, con un grado de impunidad que uno creía que no existía. La soberbia y la impunidad con que operan, que la hemos visto en estos cuatro o cinco meses desde que asumimos la nueva gestión, es notable. Desobedecieron a la Comisión Nacional de Valores y actuaron con una prepotencia muy grande, que no deja de asombrar. Están acostumbrados a operar como un poder por encima de los poderes constituidos. Para ellos no existen marcos regulatorios legales, se manejan como si estuvieran exentos de respetar las normas como el resto de los mortales».

La cultura empresaria que muestran los autoasignados accionistas mayoritarios de Papel Prensa, tiene su propio huevo de la serpiente en las acciones que dicen haber comprado y que en rigor Videla les cedió. A ese origen apuntan los considerandos de la Resolución 126, en los que hay denuncias con nombre y apellido, hechos contundentes que están documentados. Una de esas denuncias la efectuó el embajador de la Argentina en los Estados Unidos Héctor Timerman en una solicitada, publicada el 27 de marzo último, en la que afirmó que «Clarín, La Nación y La Razón se apropiaron de la empresa Papel Prensa sabiendo que sus dueños (la familia Graiver) estaban secuestrados en las cárceles de Ramón Camps». También está la denuncia de Osvaldo Papaleo, cuñado de David Graiver, que acusó públicamente a Clarín de haber comprado Papel Prensa con la familia Graiver secuestrada. En este sentido hay otro hecho contundente que sobresale: el 29 de agosto de 1980, casi cuatro años después de la fecha en la que Clarín dice haber «comprado» Papel Prensa, el Gerente General de la empresa informó por nota a la Comisión Nacional de Responsabilidad Patrimonial (Conarepa) que «no existen constancias en los Libros de esta Sociedad (Papel Prensa) que certifiquen una transferencia de las acciones correspondientes a David Graiver. Tampoco de alguna venta efectuada en su nombre por Lidia Elva Papaleo, en representación de su hija menor María Sol Graiver, Eva Gitnacht de Graiver o Juan Graiver».

La Resolución 126 de Comercio Interior encomienda a los tres Directores y al Consejero que representan al Estado Nacional en Papel Prensa a que en el término de 90 días corridos elaboren un informe exponiendo la verdad de lo acontecido con las acciones que Videla cedió a Clarín, La Nación y La Razón. Para ello deberán comenzar por analizar el expediente que estaba depositado en la ex Conarepa y que ahora se encuentra a resguardo en Comercio Interior.

Una empresa en problemas

Los representantes del Estado Nacional, tres Directores y un Consejero que integran el Consejo de Vigilancia, se encontraron con una cerrada oposición al ejercicio de sus cargos por parte de los representantes de Clarín y La Nación. La obstrucción fue desde objetar la validez de las designaciones hasta no proporcionar información. Ante cada requerimiento de información la respuesta se mantuvo entre la negación y la dilación. En este sentido, Cerioli dijo:»Tuvimos bloqueado el acceso a la información, cada vez que pedíamos datos nos decían que lo tenía que tratar con el directorio, ante lo cual nuestra respuesta era: ¿qué directorio va a aprobar nuestro pedido si no hay directorio válido?».

Durante algo más de cuatro meses, los representantes de los accionistas privados sometieron a Papel Prensa a un descalabro institucional. Se empecinaron en hacer funcionar la empresa sosteniendo decisiones de un directorio que la Comisión Nacional de Valores calificó como irregulare e ineficaz a los efectos administrativos. Cuando se le pregunta a Cerioli cómo impactó el descalabro en la provisión de papel, respondió: «En este momento la línea gerencial de la empresa decidió suspender las operaciones con las partes vinculadas. Hoy, Papel Prensa no le está vendiendo a La Nación , Clarín ni a Cimeco». Esta última firma es propiedad de ambos diarios y controla las publicaciones Los Andes de Mendoza y La Voz del Interior de Córdoba, además de ser propietaria y editora de la revista dominical Rumbos. Ante la consulta de estoa sucede por pedido de los representantes del Estado Cerioli contestó:

-De ninguna manera. Es una decisión que tomó la gerencia. Ellos dijeron: si no tengo política comercial para la parte vinculada a la empresa no realizo operaciones. No es nuestra intención que esto ocurra, nosotros queremos que Clarín, La Nación y todos los diarios de la argentina, grandes o chicos, accedan al papel de Papel Prensa en condiciones de igualdad y equidad porque es la base de la libertad de prensa.

Lo engorroso del litigio lleva a suponer una jugada de victimización de los accionistas privados para presionar al juez que tiene la causa. La finalidad de esa maniobra sería lograr que, finalmente, los directores puestos por Clarín y La Nación le permitan a estos diarios seguir disponiendo de la mayoría en el directorio cuando se trate del manejo de las cuotas de papel de diario. Y conseguir, por la presión de las circunstancias, que se puedan aprobar estados contables que no están aún controlados por el Estado Nacional. Por lo pronto, el miércoles pasado se realizó un arqueo de la caja de Papel Prensa, encontrándose transferencias importantes de dinero a cuentas propias en el exterior; queda por ubicar la validez que la dirección de la firma debió haberle dado a tales giros.

Ante la consulta de si esta situación generó una parálisis productiva en empresa, Cerioli dijo que no «hay ninguna parálisis. Sigue la producción y la venta a diarios pequeños y medianos; incluso se exporta una parte de papel a Chile debido a los problemas que tuvo por el terremoto. Se sigue produciendo para el resto de los diarios y se está estoqueando.

-¿Qué falta para que la gerencia vuelva a entregar papel a Clarín y La Nación?

– Tiene que haber una reunión de directorio para definir la política comercial. El Secretario de Comercio Interior está pidiendo la definición de la política comercial. Nuestra posición es la que definió la Presidenta: democratizar el acceso al papel para diario.

– Por Daniel Cecchini

Papel Prensa: de la picana al silencio de los cobardes

Hay muchos silencios en la Argentina, demasiados. Uno de ellos es el de los radicales cuando se habla de la apropiación de Papel Prensa en 1977.

Más vergonzoso es el silencio que guardan frente a la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo por recuperar a los niños secuestrados durante la dictadura. Dos de ellos posiblemente en manos de la dueña de Clarín y Papel Prensa, Ernestina Herrera.

Aquellos jóvenes alfonsinistas que en 1983 gritaban “somos la vida” hoy son la afonía. ¿Tanto vale una nota favorable en TN, Radio Mitre o Clarín?

En cambio, la barbarie peronista -como le corresponde a su historia no siempre ni feliz ni pacífica- ha decidido clavar el cuchillo y reventó lo peor de la dictadura.

Ya se huele esa fetidez que emana del tumor que aun cargamos en nuestras entrañas surgido de la sangre, tortura, muerte, que como toda protuberancia política va apagando con el dinero y el poder de ciertos medios las partes sanas del cuerpo social

Curioso país donde hemos juzgado todo salvo a los civiles cuyo poder se construyó desde el horror. Me refiero al robo de Papel Prensa y al origen de los hijos de alguien que seguro no es Ernestina Herrera de Noble.

Nos apesadumbran los periodistas. Ese gremio que supo ser el contralor del poder y que hoy sus principales referentes se arrastran fregando con sus palabras el poder intacto de aquellos que le prestaron elegancia y glamour a la picana eléctrica y los vuelos de la muerte. ¿Recordarán los dos Ricardos (Kirschbaum y Roa) a los periodistas de Clarín asesinados por quienes entregaron Papel Prensa a sus patrones? Se los recuerdo: Pedro Barraza, Conrado Ceretti, Daniel Daroqui, Luis Guagnini, Jorge Hariague, Enrique Raab, Edgardo Sajón y Paco Urondo.

Debería ser obligatorio en las escuelas de periodismo que los aspirantes leyeran el siguiente texto que Joaquín Morales Solá escribió a fines del 2002: “Una noche fría de ese tiempo ingrato, la directora de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, nos sorprendió con el relato de la adopción de sus hijos. Había también lágrimas, muchas lágrimas, en sus ojos, pero correspondían a las emociones que despierta la alegría. Más de 25 años después, la señora de Noble sigue llorando por esos hijos. Su detención dispara una primera injusticia: una madre no debería ser detenida sólo por serlo. Sea cual fuere el antecedente biológico de sus hijos, lo cierto es que los crió con la devoción y el cariño de una madre”.

Para Morales Solá si sus patrones se encariñan con el botín tienen impunidad para robar… Al Capone estaría de acuerdo. A los aspirantes a escribas que puedan emular un texto similar se les debería prohibir el periodismo. Ese texto es el resultado del periodismo que surge con el robo de Papel Prensa. Ese es el periodismo que triunfa cuando los dueños de los medios aceptan comprar bienes de un detenido desaparecido que tiene una picana eléctrica en sus genitales. Morales Solá no es el único, tampoco el peor, apenas el más conocido.

Frente a los aullidos que pegan desde Clarin los dos Ricardos (Kirschbaum y Roa) mientras empujan a la redacción a firmar notas que ni escribieron ni leyeron, sus colegas de La Nación guardan ese silencio tan aristocrático como indigno frente a cada escándalo que los involucra. Papel Prensa es tan de Clarin como de La Nación, aunque juzgando la inteligencia de los socios es fácil pensar que Héctor Magnetto era más creativo que Bartolomé Mitre a la hora de pensar patrañas.

Desde hace un tiempo el abogado Adrián Ventura intenta desde su columna periodística en La Nación explicar lo ilegal de la actual democracia. Tal vez a Adrián le interese dejar de lado por un día sus denuncias sobre la falta de legalidad del gobierno y quiera preguntar a sus patrones por Rafael Ianover, Pedro Martínez Segovia y Manuel Campos Carlés.

De los tres, Ianover cometió un error imperdonable en la época en que se apropiaron de Papel Prensa. Ianover nació judío y, por eso, pasó 16 meses preso sin proceso. Rafael Ianover era director de Papel Prensa y un excelente contador público. En cambio Pedro Martínez Segovia que era el Presidente de Papel Prensa jamás fue molestado. Había una razón, Martínez Segovia, que trabajaba de presta prestigio era el primo y socio de José Alfredo Martínez de Hoz.

Mientras Rafael Ianover pasaba de cárceles clandestinas a cárceles ordinarias su esposa recibió la visita de Manuel Campos Carlés, abogado del diario La Nación y la familia Mitre para convencerla que aceptara dinero a cambio de unas acciones de David Graiver que Ianover tenía en custodia. La esposa de Ianover, Hilda, se negó aduciendo lo obvio, que las acciones no les pertenecían.

Me imagino la sorpresa del descendiente del creador de la antisemita Liga Patriótica recibiendo una lección de moral de una judía, esposa de un preso político. Puedo imaginarme a Campos Carlés frente a la valiente Hilda Ianover recordando las palabras de su pariente pronunciadas, casualmente en el centenario de la Patria: “Si hay extranjeros que abusando de la condescendencia social ultrajan el hogar de la patria, hay caballeros patriotas capaces de presentar su vida en holocausto contra la barbarie para salvar la civilización”

Ahora, en el Bicentenario, me pregunto ¿quién ultrajó la patria y quién fue capaz de presentar su vida en contra la barbarie? Tal vez Adrián Ventura podría preguntarle a Bartolomé Mitre el sentido de presionar a la esposa de un rehén de la dictadura para obtener un bien financiero.

En la redacción de Clarín tiene cierto prestigio quien se dedica a la investigación de la corrupción. Son tapas vendedoras… Daniel Santoro es el referente de ese estilo de periodismo en Clarín ¿Por qué no investiga Papel Prensa? Santoro firmó el sábado pasado, junto a sus compañeros, una nota diciendo que Lidia Graiver participó de una asamblea de accionistas en Abril de 1977. Se sabe que fue forzada a ir mientras su familia permanecía en una cárcel clandestina ¿Porqué Santero, tan ducho en investigar al poder, no marca el interno de Héctor Magnetto y le pregunta? Hace unos años Santoro ganó el prestigioso premio María Moors Cabot por su trabajo de investigación periodística. Acudí a la ceremonia realizada en la Universidad de Columbia en Nueva York. Esperé que en su discurso hiciera algo más que agradecerle a sus jefes. Esperé, en vano, que se avergüence recordando lo que su patrona dijo en 1981 cuando mi padre ganó el mismo premio: “Tengo el deber moral de expresarle mi disidencia con la decisión de esa universidad de entregar este año el premio Moors Cabot al señor Jacobo Timerman. Considero que tal distinción puede interpretarse como un aval a la intolerancia ideológica que ha hecho mucho daño a la marcha del proceso democrático en mi país”.

¿Se referirá a esa defensa de “la marcha del proceso democrático en mi país” cuando Morales Solá dice que la señora Ernestina Herrera de Noble “crió a esos chicos con la devoción y el cariño de una madre…” ¿Morales Solá pensará en Gertrudis, la madre de Hamlet, cuando describe una buena mami?.

– Por Héctor Timerman

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