Golpearon mujeres con niños. ¿Esta cobardía no se parece a la violencia de género?
Cobardes, canallas, miserables
Varones grandotes golpearon a mujeres desarmadas con bebés en sus brazos. Arrastraron de los pelos a señoras maduras. Rompieron instalaciones del IPDUV. Sin orden judicial. Por decisión de un comisario que luego golpeó periodistas. Lo reconozco: al alejarme del lugar y sentarme a calmarme por los golpes y amenazas recibidas, me saltaron las lágrimas. No por mí. Por la brutal injusticia.
El gobernador Juan Manuel Urtubey, el ministro de seguridad Eduardo Sylvester y el jefe de Policía Marcelo Lami deben explicaciones y reparaciones por la ilegal y brutal represión el miércoles 24 de julio en las oficinas del Instituyo Provincial de la Vivienda (IPV)
Y ya no mientan. Aunque lo digan para atraer a incautos, ya no tienen nada que ver con el kirchnerismo. Son la otra cara del romerismo.
Como periodista, fui testigo, del igual modo que otros colegas, de la cobarde, brutal, miserable represión ejecutado por más de 90 monos de la Infantería, por órdenes del comisario Sergio Suárez, sin autorización judicial, golpeando con esos palos que no dejan marcas, empujando con guantes duros, pateando con borceguíes, arrastrando de los pelos, insultando.
Lo que vi y también sufrí me recordó cuando 15 ruines y perversos asesinos patoteros de la Triple A y los militares disfrazados de hippies llegaron, por ejemplo, a mi casa en 1974, tiraron abajo la puerta de casa, pegaron una trompada a mi mamá, apuntaron en la cabeza a mi hermanita de 11 meses con un Fal (Fusil Automático Ligero) y se llevaron arrastrando a mi viejo por ser delegado peronista en Ferrocarriles Argentinos. Estuvo un mes desaparecido. Volvió envejecido 10 años. Hasta hoy nunca me contó que le hicieron.
Desde aquel momento detesté el fascismo demostrado en la violencia armada, los gritos, el machismo de creerse poderoso por formar parte del poder estatal.
A cualquiera de nosotros se nos puede saltar en algún momento de calentura la cadena, pero de allí a ejercer la maldad de pegar a alguien más débil y por que piensa diferente, hay una distancia moral de años luz.
La diferencia es que yo no odio, no soy resentido. Sólo intento vivir como pienso y hablo. Por eso soy peronista, kirchnerista, y lucho por las verdades. Y amo mi pueblo, del cual soy parte, ¡como un periodista militante de la Patria!
Mis hijos son chicos y gracias a Dios aún disfrutan la mejor etapa de la vida cuando tienen padres que les pueden dar lo que necesitan.
En mi caso, apenas sobrevivo con poca plata, pero lucho para poder mostrarles a mis joyas vivas que la muerte es la atrofia de las utopías. Si los canas cobardes que me amenazaron (uno de ellos el comisario Suárez) me quieren torturar o matar, mis hijos sabrán que su padre sufrió, lloró; pero fue digno, honesto y amante de la vida hasta siempre!.
Otra forma de terrorismo es la practicada desde el 2009 por el diario de Juan Carlos Romero, que despide trabajadores de todas las áreas y ningunea periodistas. A fines de octubre de 2009, por enfrentar la irrespetuosidad del nuevo secretario de redacción Francisco Sotelo (mediocre genuflexo), que me levantó la voz, y por escribir un dolido artículo tras la muerte de Néstor Kirchner en el sitio Salta 21 http://www.salta21.com/Venceremos-Los-dolores-que-nos.html), quisieron despedirme. Les gané de mano y los acusé de robarme.
Represión fascista contra pobres
El miércoles 24 de julio, alrededor de 13, en el interior la planta baja del INSTITUTO PROVINCIAL DE VIVIENDA, alrededor de 90 “pesados” de la Infantería de la Policía de Salta y 40 efectivos, la mayoría agentes, entre ellos diez mujeres uniformadas, comenzaron a reprimir, golpear, agredir, despreciar, a no más de 30 integrantes de la organización social democrática Tupac Amaru, todos ellas y ellos salteños. Al menos 20 eran mujeres, entre 20 y 60 años. Mujeres embarazadas, algunas con bebes en brazos.
Estas personas habían ido a entrevistarse con el titular del IPV, Fernando Alesanco, que los ignoró y aparentemente llamó “la protección policial”. Alejandro Garfagnini, denunció que «los compañeros fueron al Instituto de Vivienda a una reunión que ya estaba concertada hace una semana, de modo que las autoridades estaban al tanto que iban a venir y se habían comprometido a recibirlo. Asimismo Alesanco dijo en algunos medios que el IPV no realiza ooperaciones con cooperativas, tal como propononía la Tupac, lo caul es falso pues son varias las contratos con organizaciones.
Quien escribe llegó hasta donde se encontraban alrededor de 30 mujeres sentadas, pacíficamente, con su chicos algunas. Pocos varones. En el interior, rodeándolos, como en la playa de estacionamiento y en todas las puertas de acceso, las fuerzas represivas los triplicaban. Tal vez a Alesanco le molestaba que en la inmobiliaria estatal hubiese tantos pobres. Varios de los reclamantes, que cumplían pacíficamente el derecho constitucional de peticionar, me mostraron sus DNI para demostrar que eran salteños, del barrio Las Tunas, y no guerrilleros jujeños, como decían algunos medios y comentarios en redes sociales. Todos tenían remeras blancas que los identificaban como pertenecientes a la agrupación barrial Tupac Amaru.
En un momento, cansadas del ocultamiento de Alesanco, las mujeres comenzaron a corear “viviendas, viviendas”. Aclaramos, no piden construcción de hogares, sino habilitaciones estructurales para construirlas ellos.
En esas circunstacias los pacíficos manifestantes fueron rodeados por 20 grandotes de infantería, garrote en mano. Directamente empujaron a todos, incluso a este periodista que cayó al piso. Me incorporé y para reflejar en fotos la represión subí a un escritorio. Entonces observé que un miserable uniformado, con bastón en mano, se acercó a una jovencita que protegía su bebe acurrucada en un rincón. Sin pensarlo, indignado, salté y me crucé a la agresión. Dolió el bastón sobre el lomo. Lo puteé al cobarde y me pateo la espalda.
Después me golpearon otras dos veces, incluso un comisario mayor. Y me amenazaron dos veces: “sabemos donde caminas y vivís, vos sos un zurdo peronista”, me dijeron dos cobardes uniformados, sin identificación.
Reitero: Urtubey, Sylvester y Lami deben explicaciones a las víctimas y todas las reparaciones necesarias. Difícil que el chancho vuele. Justificaran. Mentirán. Como decir que son kirchneristas. Tal como lo dijeron los manifestantes y surge de algunas encuestas, son la otra cara del romerismo.
Siete integrantes de la agrupación quedaron detenidos. Carlos Guardo, referente de la Tupac en Salta, junto a Carlos Zalazar, Iván Iturrieta, Juan Ruiz, Gonzalo Lizárraga, Andrés Peralta y Jorge García fueron cargados en el carro de Infantería y llevados a la Alcaidía.. Abogados de La Cámpora, junto a Verónica Huber y Daniel estarían gestionando la liberación de estos. Asimismo se informó que los periodistas agredidos denunciarán al gobierno provincial. En mi caso, deberán matarme para que no llegue a la Corte Suprema.
Compromiso periodístico
Quien escribe denunciará ante el fiscal Gustavo Vilar Rey, titular de la Fiscalía de Causas Policiales, el ataque policial. Denunciaremos, junto a otros colegas, que los cobardes, canallas y miserables uniformados y civiles, son despreciables, abyectos, perversos, viles, rufianes, bandidos, pillos, granujas y sinvergüenzas.Exigirimos la identificación de todos, la separación efectiva de la fuerza y garantías personales y familiares ante las amenazas recibidas
Y otro cosa, quien escribe, si la Tupac, que acampa frente al organismo, sobre la avenida Belgrano, esta de acuerdo, nos sumaremos como periodista hasta que sean identificados los canas presentes en la represión y sean sancionados. Ya garantías, para no vivir en una provincia fascista.que miente ser kirchnerista .