El dramaturgo tucumano que dirige el grupo Calavera Teatro y al que todos conocemos muy bien por la gama de puestas que vimos en Salta, desde “Terapia”, elegida por el Teátrico en el 2003, hasta “Freak Show” (2006) y “Medio Pueblo” (2008), dialogó con Salta 21 durante la 25 Fiesta Nacional de Teatro.
La Plata. Domingo 18 de abril, horas 10 y 30 más o menos. Martín Giner desayuna con José Luis Alves, otro dramaturgo con el que presenta el libro “Made in Tucumán” . Me acerco y le pregunto si podemos hacer una nota después “de”. “Sí, claro”. Previamente viene el “hola qué tal” etc. ETC. El libro, que ahora está en mis manos, atravesó cierta odisea pero por suerte, lo tengo. Tapa roja, seis dramaturgos semi-desnudos con su masculinidad tapada por un teclado, entre ellos, Martín Giner, Alves, Gigena, Correa, Costello y “Monti-ia Santi-ián” (Guillermo Montilla Santillán). Debajo del título dice: “¡¿La nueva dramaturgia argentina?!” Gran pregunta gran. Made in Tucumán.
Al margen de reírnos bastante durante la entrevista, conversamos sobre la dramaturgia y su proceso de creación, entre otras coSas. Lo peor: volverse a casa y “abandonar” la Fiesta Nacional del Teatro. En fin. “Alguien tiene que trabajar…”
Director/dramaturgo. Nominados…El sueño y lo real
Martín, contános cuál es tu participación aquí en la 25 Fiesta Nacional del Teatro
– Me invitó la gente del Instituto a mí y a varios dramaturgos porque hay un libro de obras nuestras. Así que vine a eso, a presentar el libro, a difundir la dramaturgia de la región…
¿Eso fue ayer? (sábado 17 de abril) ¿Con quién integraste la presentación?
– Estuve con Rafael Nofal, con José Luis Alves y con Fernando Godoy que venía por otro tema, con un proyecto por una escuela de teatro. Estábamos los tres ahí.
El libro es de distribución gratuita o tiene un costo digamos…
– Lo editó el Instituto, la gente encargada de la edición hemos cobrado un precio simbólico como para recuperar algo. La función principal del libro es difundir la dramaturgia tucumana. El libro se llama “Made in Tucumán” , y la idea es que andemos circulando nosotros por ahí.
¿Cómo va el ensayo de «Los autoiluminados»…? Me enteré por ahí… que estás por presentar esta obra…
– (Risas) Van bien, vamos a ver qué queda, qué resulta, porque es un trabajo un poco complejo desde el texto y desde la puesta. Generalmente trabajo a partir de una corriente pictórica, a partir de eso empiezo a escribir, como estímulo estético uso eso… Por ejemplo en el trabajo anterior que era “Medio Pueblo” estuve investigando mucho sobre el puntillismo, cómo funcionaba y fue muy interesante cómo junto un elemento individual con su propia identidad a la suma con todo lo demás y surge algo diferente, algo nuevo. En este caso, trabajé sobre el surrealismo y especialmente sobre el “surrealismo pop” que es una corriente más moderna y lo que tiene de interesante es que- dentro de su locura por decirlo así- mezcla elementos contemporáneos. Yo antes de esta obra no había trabajado así. La obra habla sobre el periodo que está después del proceso, que es la vuelta a la democracia hasta el 2001. Tiene personajes contemporáneos, aparecen los presidentes con alusiones directas a nuestro tiempo. Yo trabajo desde el humor. Todo eso está marcado y contenido dentro del surrealismo pop y todo eso se vuelca mucho en la imagen que tiene la obra, en la estructura de los textos, entonces es como difícil lograr plasmar eso en una obra de teatro, algo que es propio de otra rama del arte. Pero es para divertirse, ese es el objetivo.
Y además sos el director porque dirigís tus obras que es una característica del nuevo dramaturgo de hoy, ¿no? Escribir y dirigir.
– Sí, justamente ese tema salió ayer en la charla. Rafael Nofal que ha sido mi profesor en la facultad, comenzó a hablar y en el medio de la charla dijo – algo que ya me había dicho antes- “no dirijás tus propias obras, que las haga alguien más…” Sucede que cuando uno dirige su obra no lo hace con objetividad, obviamente, uno está metido en todo lo que ha sido el proceso creativo y no la ve con objetividad. Pero también era como que se corregía, se contradecía un poco y decía: “por otro lado, los dramaturgos que empiezan, si ellos no dirigen sus obras no las va a hacer nadie”. Y es la verdad. Es difícil lograr entrar de una con la primera obra, ponerla y que la gente te llame para pedírtela. Creo que forma parte de un proceso, el dirigir y probarse uno es también un aprendizaje porque vos estás en el lugar del dramaturgo pero también estás en el lugar del director y ahí descubrís qué falencias puede tener la obra. En lo personal, a mí me gusta mucho dirigir y pienso seguir haciéndolo. Porque siento que la obra está terminada cuando está puesta en el escenario. Creo que es la mezcla entre el dramaturgo-director. Cuando la escribís y te la imaginaste tanto, ya tenés muchas cosas en la cabeza que si quedan en el papel por más que otro la haga es como que te quedaste a mitad de camino. Si la podés hacer, si la ponés vos, si la ves funcionando, tu creación está terminada, la obra se completa. De ahí vendrá alguien que la haga mejor pero uno se siente satisfecho de que comió entrada, plato principal y postre.
Hay un punto en el que no concuerdo con vos y es este, a ver qué pensás: no sos un dramaturgo que recién comienza y tus obras son elegidas por varios elencos del país. No sé si Salta es la que más te prefiere – porque no he salido tanto- pero sé que por ejemplo Terapia se hizo en varias provincias.
– Sí eso es verdad, tuve la suerte que se haga en distintos lugares. En Buenos Aires también. Es más, ahora se estrena una obra que se llama “Disección” – creo que este mes- así que con eso serían tres obras mías que se hacen en Buenos Aires, en varias provincias se están haciendo, en España también, en México… Pero de todos modos, en un comienzo es así. Ahora lo hago para no quedarme con hambre, para quedarme satisfecho con mi trabajo y por lo menos verlo terminado. Voy a seguir haciéndolo así, ya es mi forma de trabajo. Termino de estrenar una obra – que las estamos moviendo, festivaleando o lo que sea- y ya estoy pensando en la próxima, dónde la voy a hacer, con quien la voy a hacer, cómo la voy a hacer… ya para mí todo eso es parte de lo mismo, es todo una sola cosa…
¿Cuál es la última obra que escribiste, “Los autoiluminados”?
– «Los autoiluminados” sería la última última pero podemos decir que no está terminada porque falta llevarla a escena. “Medio Pueblo” , sería, entonces, el unipersonal con Gaby Carreras.
¿Cuántas obras tenés ya hechas, escritas…?
– Más de 12, no sé… Serán 15…
¿Cuántas de ellas están en el libro…?
– “Terapia” es una y “Freak Show” es otra. En otro libro del Instituto está “Oniria” y después un par de ediciones pequeñas de obras más viejas. Ayer me decían, «pedí un subsidio en el Instituto y juntá todas las obras…» Podría ser… A veces estoy demasiado enganchado en lo que tengo que escribir y se me pasa lo de pedir subsidios al Instituto, hacer trámites, me cuesta organizarme con eso la verdad. En todo este tiempo que vengo trabajando nunca pedí un subsidio en el Instituto, no porque tenga un problema personal con el Instituto ni mucho menos pero ¿sabés qué creo que es? La falta de costumbre, me hago cargo: como teatrista creador me falta eso…Pero deberíamos tener ese costado administrativo porque es necesario, nos movemos en espacio que necesita papeles, así funcionamos… Uno tampoco se puede poner en bohemio o ermitaño y estar encerrado con su trabajo. Hay cosas que están al alcance y uno no las aprovecha… Me cuesta pedir los formularios, hacer papelitos y yo creo que es parte del trabajo del artista. Estoy tratando de cambiar esa parte de mi personalidad. En parte en eso está la diferencia del trabajo del artista o del artista que hace eventualmente. Las cosas desagradables o engorrosas están relacionadas con nuestro trabajo y también son parte.
¿Vivís de esto, Martín, de escribir y de dirigir?
– Convivo con esto. Es relativo. Vivo de escribir, de dar talleres de dramaturgia, de enseñar teatro en dos colegios y de hacer cámara para un programa de televisión. Y eventualmente los derechos de mis obras retiro dos veces al año que me sirven para algo a mitad del año o para las vacaciones a fin de año. De los derechos de autor no se vive, es muy fluctuante y te los dan cuando quieren, se los deja en segundo plano. Creo que puedo decir que vivo de esto. Estoy trabajando para vivir de esto de otra manera. Obviamente este tipo de cosas tiene sus contras… porque en este festival me estoy quedando un día y medio, ni siquiera dos días, porque tengo trabajo y en los colegios a pesar que uno es una persona de teatro, les decís voy a un Festival que dura más de una semana… voy a presentar un libro… Y te dicen “y eso cuánto dura…” Dos días, pero tengo que ver teatro… “No, no, no se puede…Dos días, nada más…”
Te voy a contar algo que a lo mejor vos no sabés… Vos y yo compartimos una nominación el año pasado en los premios Latea. Supuestamente ese premio era para la dramaturgia local y se la ganó Martín Giner con la obra “Oniria”. ¿Qué significó para vos esto?
(Pausa larga de Martín. Sorpresa)
(Risas de ambos)
– Primero te pido disculpas (risas de Martín) y claro, te tengo que pedir disculpas…
(Risas de ambos)
No, no sabía que era así…
Yo estaba con una obra, «Reportes de viajeros», estaba Hilda Guzmán… Mario Cura… y no sé quién más…vos ganaste en dramaturgia.
(Sorprendido)
– ¿Y cómo…? (Risas) Yo pensé que era dramaturgia y punto.
Se supone que Latea era un premio para artistas locales…realizaciones locales…
– ¿Como el Artea nuestro?
Debe ser…sí…
– ¿Lo da la Asociación de Actores?
No, no, no. Libélula Azul Producciones. Una empresa particular. Se interesaron por hacer este trabajo… Se metieron y largaron esto…
– Ah!
¿Pero te enteraste que tenías un premio?
(Risas de ambos)
– Sí, eso sí. El día que era la entrega de los premios yo tenía otra cosa y no podía ir, me quedé con las ganas de ir, además tengo mucha gente querida allá en Salta. Sí sabía que estaba nominado, me contaron los chicos y me pareció buenísimo. Ese tipo de reconocimientos están buenos. Para mí era importante que a mi obra que estaba allá, le dieran un premio. Esa cosa de despegarse y que la obra siga su propio camino después que realizaste tu trabajo con los actores era buenísimo, sentir que tu trabajo toma independencia mientras estás haciendo otra cosa y enterarte que la obra está nominada. El trabajo toma vida propia y es muy bueno para nosotros: poder estar en otro lado sin estar, esa es una ventaja que los actores no tienen. Es muy bueno poder llegar a cualquier lado, estar en nuestra casa y hacernos conocer en otros lugares.
NdR: fue un honor compartir la nominación con M.G. Se lo merece de aquí a la China. El problema es otro. El problema es que para Latea la dramaturgia local estuvo lisa y soberanamente ausente. Me parece que el premio a mejor actriz se lo podrían haber dado a China Zorrilla… Y al de mejor actor, a Juan Palomino. Ley pareja no es rigurosa…
Participaste en algún Festival Internacional o en otro que no sean estas Fiestas… bueno estuviste el año pasado con «Medio Pueblo» en la Nacional… Me refiero por ejemplo a “El país en el país” que se dio el año pasado en Salta … ¿Tus obras están dentro de un circuito que no sea ganar la Fiesta Provincial y venir a la Nacional?
– Sí, en trabajos dirigidos por mí, hemos estado en un Festival de Chile, en Antofagasta, estuvimos en Paraguay -en Asunción-, hicimos algunas funciones en la Embajada Argentina, estuvimos en Bolivia en un tremendo festival, uno de los más importantes de allá… tuve la oportunidad de ver cosas y de aprender mucho.
No por medio del INT…o relacionado a él…
– Al final sí relacionado un poco al INT no porque el INT lo organice, pero me pasó que a Chile nos invitaron porque nos vieron en una Fiesta Regional, a Paraguay nos invitaron porque nos vieron en Chaco por la Fiesta Nacional, y de Paraguay nos invitaron al de Bolivia. A mí me parece que los curadores de los Festivales no van a las provincias, van al Nacional pero no hay quién seleccione, quién se quede un fin de semana y vea lo que hay. Y las entradas a los Festivales por carpeta es muy difícil.
Hay obras muy buenas que a veces quedan afuera…
– Eso no se discute, no se discute… En todos los Festivales, incluyendo los de Bolivia, es cada cosa… Uno piensa “Eso mnmn no…” (risas). Así que lo que nos queda a nosotros es pelearla. También esta misma situación los lleva a lo grupos a pensar que la única salida que queda es ganar la Fiesta. Hay que buscarle la vuelta, otras formas. El tema también es meterse en Festivales más chicos. Dejar de pensar en súper salas, con súper hoteles… donde te tratan como rey. Hay que verlo del otro lado también. Capaz que uno va al Festival más chico y te ve alguien y te invita.
¿Dirigiste textos que nos sean tuyos?
– Sí, una obra para chicos. Y ahora, más cerca en el tiempo, una obra de Guillermo Montilla que se llama “Jardín de piedra”, es tucumano, hay obras de él en el libro que presenté. Tuve muy buena experiencia, yo quería dirigirla, fue muy interesante.
Dicen- yo no sé si es verdad- que vos hacés humor y que el humor es inteligente… (Risas de ambos) . ¿Sos feliz e inteligente, para escribir así, de esa manera?
– Si se es inteligente no se puede ser feliz. O por lo menos, no feliz todo el tiempo. Esta cosa del “humor inteligente” yo no sé de dónde salió. Mi esposa cada dos por tres me carga, cuando me ve alguna pavada me dice “ah estás haciendo humor inteligente”… Y tiene razón. Uno aborda el humor con un ejercicio de inteligencia que es lo que uno hace, hay una gama del humor que requiere un ejercicio de la inteligencia y otra que no. Consiste en jugar con la inteligencia del espectador, el gajs tiene un mecanismo, no es que decís una palabra y ya funciona o recurrís a un estereotipo: tiene todo un mecanismo. Consiste en jugar con la inteligencia del espectador. Vos le decís al espectador: “yo quiero que seás inteligente entonces te doy un ejercicio”. Es una conversación de inteligencias; por un lado, el espectador me entendió y por otro, yo me hice entender. Tampoco podés apoyarte sólo en el espectador para decir que no me entendieron, en realidad es que yo no me hice entender.
A mí me gusta el humor como desafío, como prueba y como canal de comunicación, si tenés un espectador que se está riendo, en teoría, tenés un espectador que está pensando. Si junto con eso estás pasando tu concepto o tu idea, trato que tener ese sustento no sea indispensable para entender la obra, no es que yo estoy haciendo un casting de espectador y que solamente los más inteligentes o los que piensan como yo son los que se puedan llevar algo de la obra; quiero que cualquier espectador se lleve algo de la obra, aunque sea la anécdota, la historia. Tengo mi concepto y si uso el humor para comunicarlo, queda, entra. Por más que sea una idea dolorosa. Aunque yo hago comedias, la mayoría no tiene un final feliz, tienen una especie de final dramático… pero al espectador no le provoca un rechazo o una distancia de la obra, al contrario, estuvo jugando con la obra durante la hora u hora y pico que dura la obra. Y justamente cuando la entiende es cuando se ríe porque se estuvo relacionando con la obra, no la miraba desde afuera, tiene una función activa… Entonces ese final dramático se compensa con lo que ocurre en el resto de la obra. No se le puede dar todo servido y todo cerrado al público. Uno tiene que dejar algo suelto, algo que no está bien… Si lo tomó con humor y ya es parte del universo del espectador, queda, de otra manera pero queda.
NdR: una crítica que escribí tiene el título: «Freak Show, inteligente comedia sobre lo anormal»
En esto del final pienso en “Freak Show” por ejemplo, cómo queda dando vueltas la imagen de la muerte y de que todo empieza de nuevo. Y también había algo de eso en “Oniria”: todo va para adelante y de repente da un vuelco: todo va hacia atrás. Me parece que es algo tuyo también. ¿Cómo encontraste eso?
– Yo creo que salió, mi esposa es psicóloga y a veces conversamos sobre estas cosas y había salido el tema de la circularidad, esta cosa que se repite. Curiosamente me doy cuenta que cuando escribo, lo hago con música, pero elijo un tema, la música tiene que tener algo de la obra, y con eso escribo. Pongo ese tema a repetirse todo el tiempo, puedo escribir dos horas y las dos horas se está repitiendo ese tema. Esa es la forma de trabajar que tengo y se ve en lo que hago. La idea de que nada se termina y de que todo vuelve y que el camino no es línea recta, es bastante optimista. Por otro lado, la idea del encierro, de que estamos condenados a hacer lo mismo, de que no podemos cambiar lo que se viene a pesar de lo que hemos hecho, es bastante pesimista. La mezcla de esas dos cosas, da ese resultado.
Son cosas… hay que dejarse fluir porque me encuentro a veces haciendo cosas que no son necesariamente cosas que yo las planeé. Solamente salen porque hay otro nivel que uno no lo maneja pero que están en la obra. Hay que dejarlas salir… Hay niveles de lo concreto, lo práctico y lo estructural que nosotros manejamos, que eso nos puede dar una obra correcta. Uno la mira y tiene la forma que tiene que tener, tiene las partes que tiene que tener y está en el lugar donde tiene que estar. Pero es correcta. En cambio cuando te desprendés de eso, cuando aparece algo que no podemos manejar, que es solamente una situación, una fibra, ahí toma otro vuelo la obra. Y el arte y la dificultad forman parte de la creación. La obra no puede estar contenida solamente por ese elemento mágico, inconsciente, sino por esa mezcla de lo concreto que tiene que estar forrado de lo onírico y de lo irreal, y lo irreal dentro de lo concreto, tiene que tener esas contradicciones. Es el aprendizaje.
¿Sos capaz de reírte de vos mismo?
– Sí, en todas mis obras me río de mí mismo porque hablo de mí, desde “Oniria” que empecé a reírme más de mí y a jugar más conmigo; en las anteriores, “Terapia” y “75 puñaladas” , estaba más cerca de esto que yo te digo, de esa estructura formal y correcta; además, tenía que ver con toda una etapa de investigación sobre los mecanismos del humor. De ahí en más, traté de hacer vibrar esa fibra que yo te digo, buscar ese algo inconsciente que resuena, y lo que me hace vibrar las fibras son cosas mías, cosas que no me gustan y si pongo eso en una obra, se podría decir que me estoy riendo de mí. O que me estoy llorando con una sonrisa. “Oniria” es una obra bastante triste, y bueno, tiene mucho de mí. La obra de ahora tiene una mezcla de cosas y sensaciones, del miedo más que nada, las diferencias entre el miedo y la algarabía, y … estoy hablando de mí… Y si la gente ser ríe es que me estoy riendo de mí.
Un apartado
En mi nota del 2.04.09 El Teatro del NOA no capitalizó la “devolución”: ¿el rol de la crítica?, expresé lo siguiente:
Hubo coincidencia en el panel de hoy, del que fui parte, sobre la obra “Medio Pueblo” de Martín Giner. Se destacó su exquisita dramaturgia, también de Tucumán y en segundo término elegida después de «REM» ; y se valoró la actuación de Gabriel Carreras, actor que logra teatralizar lo esencialmente narrativo de la obra del joven dramaturgo, quien partió esta mañana a su provincia. En diálogo breve con Salta 21 dijo que “se inspira con música y que escribe en los bares”. Dijo que vio los ensayos de “Oniria” , representada por el grupo Peso Neto (Salta) y que le gustaron las imágenes que lograron. Carreras compone una partitura llevada con exactitud y frescura haciendo de la multiplicidad de muñecos, la encarnación de más de cuarenta personajes. Emilse Isnardo destacó la recuperación del “cuentacuentista” pero- dijo- “agradecería que se acorte”.
Sin dudas, lo mejor del día de ayer fue “Medio pueblo” . Por su parte, el actor Gabriel Carreras, dijo haber tenido muchos inconvenientes para que el Teatro Obrero quede armado para acoger a los espectadores, ya que se trabajó todo el día martes junto a los técnicos lugareños para lograrlo y que incluso antes de la función, tuvo algunos problemitas para que se terminara. Emilse le dijo que fue muy importante que la obra se diera en un espacio como el Teatro Obrero porque posibilitó que mucha gente de la villa asista al teatro y que estuvieran presentes los enfermos de la sala 14 del Hospital. Destacó que el público de la zona, por varios factores, no concurre a otras salas. Carreras valoró este hecho y pidió que en la medida de lo posible, se pueda trabajar con mayor disfrute.
– Foto de portada: Martín Giner en el C.C. Pje. Dardo Rocha, La Plata.
– Notas relacionadas:
Martín Giner y Elena Bossi: noche de teatro en Salta
http://www.salta21.com/Martin-Giner-y-Elena-Bossi-noche.html
Balance de la Fiesta Nacional de Teatro Chaco 2009
http://salta21.com/Balance-de-la-Fiesta-Nacional-de.html
“Oniria”, la culpa es de los pigmeos. Fusión intangible y práctica
http://www.salta21.com/Oniria-la-culpa-es-de-los-pigmeos.html
– Notas sobre la 25:
Diego Bañares: «soy una islita que no está en el mapa y que no se sabe bien si existe o no»
http://www.salta21.com/Diego-Banares-soy-una-islita-que.html
“Historia del Teatro en la región del NOA” en el marco de la 25 Fiesta Nacional de Teatro
http://www.salta21.com/Historia-del-Teatro-en-la-region.html
Salta se lució ayer en la 25 Fiesta Nacional de Teatro
http://www.salta21.com/Salta-se-lucio-ayer-en-la-25.html
Made in Tucumán. Martín Giner: “en todas mis obras me río de mí mismo”
El libro Made in Tucumán no fue editado por el Instituto Nacional de Teatro sino que es una producción de la editorial Gloriosa Voragine, del grupo La Vorágine de Tucumán, con idea, prólogo y concepto fotográfico de Pablo Gigena y realizado con el apoyo de subsidios de la Ley Provincial de teatro de Tucumán.