El reencuentro con Mario Cura fue muy grato. Nos habíamos enterado de su éxito en Buenos Aires y fue motivo de una inmensa alegría. Sobre todo, y ahora lo puedo decir, que Marisa Ruiz estaba bien y que había regresado al teatro por la puerta grande.
Mario Cura llegó a Salta en el 2004. Marisa Ruiz le había solicitado los derechos de autor para una de sus obras. Allí se inició una nueva etapa para el Grupo El Altillo, dirigido por la actriz, y para el dramaturgo y director. Vimos entonces dos de sus obras: “Tres mañanas” primero y luego “El cuarto del recuerdo” en la Sala del Cerro, que estaba pegadita al Monumento Güemes. Después siguieron otras… En el 2005, Cura dictó un taller de dramaturgia que culminó con un semi-montado de cuatro obras escritas por Gustavo García, Jaqueline Minatti, Diego Parra y yo. Fueron tiempos de mucha conmoción interna, de mucho entusiasmo y de un intenso diálogo sobre el teatro, entre ruedas de taller, ensayos y celebraciones. ¡Qué tiempos aquellos!
Mario y Marisa han cosechado el elogio de los espectadores que vieron la obra “Juana Azurduy (Una revolución inconclusa)” de Violeta Herrero, dirigida por Cura y protagonizada por Ruiz. Hablamos de esta producción artística, de su circulación y de sus destinos. Y en este diálogo con Salta 21 , Mario nos amplía su visión de director y dramaturgo.
La vivencia sobre Juana y rumbo a Los extraviados
Mario: cuándo comenzó la idea de mostrar la historia de Juana Azurduy a través del teatro
– La obra me llegó hace dos años y cuando la leí, me cautivó esa amalgame entre historia y poesía, entre lo íntimo y lo colectivo. A partir de leerla, me empezó a apasionar la vida de Juana y hasta podría decir que la descubrí en toda su dimensión. El arte me llevó a la historia y luego viceversa.
Tengo entendido que en Buenos Aires la obra tuvo una gran aceptación. ¿Qué cosas te subrayaron sobre la obra en particular, sobre tu trabajo de dirección y sobre la actuación de Marisa Ruiz?
– La obra fue estrenada a fines del año pasado en Salta, en la Asociación Argentina de Actores. Se dieron 4 funciones. Luego, en el verano, la llevamos a Entre Ríos, ciudad de Tala donde dimos una función y luego la representamos en Baires… en el Centro Cultural Marcó del Pont.
Fue muy llamativo lo que pasó en Baires, pues era la primera vez que enfrentábamos con nuestro grupo al público porteño y por supuesto, Juana era nuestra presentación especial, pues reunía elementos de estas tierras tanto en la historia como en la puesta.
En la primera función, una noche como bien apuntaste en una nota anterior, de mucho mucho calor, andaba por los 35 grados, era nuestra presentación y dudábamos en hacerla o en la sala intimista o en el patio-jardín donde había un bello escenario. Decidimos -por la índole de la puesta- hacerla en la sala y protegerla a pesar de la temperatura reinante y fue acertado, pues la obra tuvo al público estático y atento durante los 35 minutos que duró. Nadie salió afuera y hubo un aplauso sentido. En esa función, estaba presente el investigador Jorge Dubatti en primera fila quien al salir sólo me dijo que mañana me llamaba por teléfono y quería hacer un reportaje en Radio Nacional. Así fue y en vivo, elogió mucho la obra, cómo con pocos elementos contamos esta historia, y sobre todo, resaltó la excelente actuación de Marisa Ruiz. Todo eso lo dijo al aire, mientras yo le contestaba de mi casa por teléfono y Marisa escuchaba atónita al lado mío.
Al otro día, era la función despedida y vino un público increíble que había escuchado la radio, un público muy culto, y cuando terminó la obra, si bien no hacía el calor de la noche anterior, yo no tenía ganas de hacer ningún debate. Apagué la luz, para que después de los aplausos se fueran. No se movió nadie. Tuve que salir y dije… “bueno veo que hay ganas de hablar”. Nos quedamos como una hora dialogando sobre todo lo que disparó la obra y fue muy muy muy enriquecedor las devoluciones. Marisa Ruiz y yo, no lo podíamos creer… que hayamos tocado tan hondo los corazones de esa gente. Fue maravilloso, difícil de contar y de alguna manera sentíamos un gran reconocimiento. Cuando nos levantamos, la gente iba y abrazaba a Marisa, que sin dudas esa noche había actuado de mil maravillas sin los nervios del día anterior y un poco agrandada por lo de la radio.
¿Qué virtudes actorales tiene Marisa para dar con buen tino en tamaño personaje?
– Bueno, no quiero redundar: es una gran actriz y en este caso tamaño personaje creo que la ayudó a crecer a ella. Juntas dieron en este presente otra batalla. María, la de la recuperación de su salud, y Juana, la de traernos todas esas cosas que en nuestra historia están pendientes. Hacernos partícipes de esa gran gesta que tuvo como protagonistas a los indios, los gauchos y todas las mujeres que acompañaron en la lucha por la independencia.
¿Conocías a Violeta Herrero, la autora de «Juana Azurduy (Una revolución inconclusa)»? ¿Cómo te conectaste con esta obra?
– No, no la conocía. Hace 2 años una actriz de mi grupo compartió un curso con ella y de allí salió ese texto que hicimos en la Universidad dentro de ese marco. Luego le solicité a Violeta que ampliara el texto y le tiré algunas pautas. En poco tiempo, estuvimos con el material para ahora sí ponerlo en escena para todo el público. La actriz que me lo acercó, en ese momento no pudo o no quiso hacerlo y me acuerdo que fuimos con Marisa a la casa de Violeta a contarle que no lo íbamos a hacer por esas circunstancias y ella nos preguntó… “¿No hay otra actriz que pueda hacerlo?”
Instantáneamente nos miramos con Marisa -ella estaba recuperándose de una inmovilidad parcial producto de un acv- y le dije… “este es el momento para que vuelvas a actuar”.
Ella asintió y desde ese lugar comenzamos a intentarlo. Fue difícil al principio, pues Marisa no podía memorizar, y caminaba con dificultad y sus movimientos eran raros.
La cosa es que ensayo tras ensayo fue cobrando movilidad, memoria y confianza que redundó en lo que hoy vemos.
¿Cómo sigue la circulación de «Juana…»?
– Ahora estamos por viajar a Baires, pues el 2 de junio damos la obra, que fue seleccionada por Jorge Dubatti para darla en el Centro Cultural de la Cooperación, en una jornada por el Bicentenario. Una obra salteña fue elegida para ese evento, donde habrá un previo encuentro con historiadores y una charla histórica, la representación de la pieza y luego un debate con el público.
Después, seguramente la seguiremos dando en Salta y estamos evaluando algunas invitaciones que nos hicieron a Córdoba y Tucumán. Veremos.
Creo que esto va a ser primicia en Salta. ¿Están por hacer una obra tuya en Francia? Contános este suceso…
– Si, es una primicia para Salta 21.
El 10 de mayo se estrenó en La Casa Latinoamericana de Francia en modalidad semi-montado mi última obra «Los extraviados» y se está preparando para estrenarla ya de otra manera. En un teatro y completa.
¿Tiene la impronta Cura del teatro poético?
– Sin duda, con el agregado que en este texto confluyen Dostoievsky, Cortázar y Roberto Arlt. Los actores juegan una Rayuela que los conduce a esa otra realidad donde se encuentran con algunos de los textos que estos maestros nos dieron y ellos, Los extraviados, los juegan, pero encarnándoseles en ellos, a través de sus propias circunstancias.
Si la memoria me funciona bien, «Tres mañanas» también se presentó en Francia. ¿Cómo llegás a ser un dramaturgo elegido en Europa?
– Sí, «Tres mañanas» se dio en Francia en el año 1999, en el Teatro Lucerniere durante dos meses, todos los días menos los lunes. Allá se llamó “Tango Tchejoviano” y llegó allí porque la actriz Graciela Juáres, residente en Francia hace tiempo, viajó a Baires y vio la puesta. Entonces quiso llevarla a Francia y con su Compañía Brin, la llevó a escena.
Ahora es ella la que actuará en esta nueva pieza. La traducción es suya junto con Olivier- en este momento no recuerdo el apellido- y es posible que yo vaya a dirigirla durante el verano.
¿Qué estás pensando como dramaturgo y como director, en próximas metas?
– Bueno, una es ir a Francia; y aquí estuve ensayando “Bar La Quietud” – obra tuya, lo sabrás (risas)- junto con Jaqueline Minatti, Liliana García y Marisa Ruiz, y como no se dieron las circunstancias para darla, nos propusimos hacer para el año que viene otra obra que por ahora no tenemos.
Jorge Dubatti ha escrito que estás inscripto en la Nueva Dramaturgia. ¿Pesa sobre vos o lo estás llevando con total naturalidad?
– No, no pesa de ninguna manera. Pues en la década del 90 surgimos nuevos autores que Dubatti muy bien y con gran tino bautizó con ese nombre. Luego cada autor tomó otros rumbos o se fue diversificando pues de todas maneras nunca fue algo homogéneo, sino una ruptura con lo anterior, algo distinto.
Por ejemplo, yo estoy en Salta hace 5 años y escribí “Anahí” que surgió de una necesidad de dar cuenta sobre esos jóvenes que hoy son acechados por temas como la incomunicación, la droga, el suicidio. Y sentí la profunda necesidad de escribir una obra sobre eso, y al hacerlo me acerqué más al realismo que yo había abandonado o mejor dicho que nunca fui muy adscripto; pues el eje fue llegar a ellos y creo que a pesar de que la obra tuvo una estructura bien marcada en el realismo, nunca perdió su poesía, una poética que tiñó ese realismo y lo convirtió en metáforas que disparaban hacia otros lugares.
Y cuando escribí “Los extraviados” , fue otro contexto, pues todo empezó con algunos diálogos por mail entre Graciela Juáres -la actriz que está en Francia- que es doctora en filosofía y mi visión poética de la vida, en cuanto a que ambos veíamos que esta modernidad nos autodestruye, nos lleva a un callejón sin salida si no construimos otro camino, si no hacemos posible otra realidad que no esté enmarcada por el mercado, por el lucro que contamina las relaciones y destruye los lazos y los afectos y nos va dejando solos, deshabitados en el borde de una cornisa.
Desde allí empecé a escribir y salió una obra más rupturista, no realista y de lato contenido filosófico y poético.
Lo que quiero decir es, quizás, que no me encasillo en nada, en ningún dogma que me limite, dejo que la creación me marque el estilo y que mi direccionalidad esté dada por conectarme con la realidad que me inunda y que tengo que darle vida.
Si bien sí acepto y convalido que mi teatro, como bien dijiste antes, tiene la impronta de lo poético, eso es algo que yo no elijo. Sino que llevo como si fuera parte de mi vida.
– Notas relacionadas:
Juana Azurduy de Padilla
http://www.salta21.com/Juana-Azurduy-de-Padilla.html
El Altillo con «Juana Azurduy» este domingo
http://www.salta21.com/El-Altillo-con-Juana-Azurduy-este.html
Juana Azurduy (Una revolución inconclusa): el milagro puede ocurrir
http://www.salta21.com/Juana-Azurduy-Una-revolucion,2835.html