Así como en marzo de 2001 Domingo Cavallo asumió como superministro y presunto “salvador” del gobierno de Fernando de la Rúa, Sergio Massa asume un flamante “superministerio” de Economía, al que le fueron subordinadas las excarteras de Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca. Energía seguirá bajo su égida, pero con personal kirchnerista, no pudo instalar a alguien propio en la AFIP, también copado por el ala K, y resta por verse qué sucederá en el Banco Central, donde las fichas se dividen entre la continuidad de Miguel Pesce, un amigo del presidente Alberto Fernández, y su reemplazo por un alfil massista.
También, al igual que entonces, el cambio se produjo con quien antecedió al “salvador” en vuelo de regreso de gestiones internacionales.
En 2001 Ricardo López Murphy volvía de Santiago de Chile, donde había expuesto en la Asamblea Anual del BID las medidas (que ya había anunciado en la Argentina) con las que pretendía preservar el uno-a-uno, entonces a punto de cumplir 10 años. Ante la resistencia a ese ajuste, de la Rúa prefirió apostar a la presunta magia del creador del Plan de Convertibilidad.
En 2001, al igual que Batakis ahora, López Murphy volvió de una gestión internacional para enterarse que ya no era ministro de Economía.
Esta vez el timing de la eyección fue todavía peor: la ahora exministra Silvina Batakis volvía de decirles en Washington al Tesoro de EEUU, el FMI, el Banco Mundial, ejecutivos de empresas norteamericanas y financistas de Wall Street que no era “ninguna talibán” y haría lo necesario para reducir el rojo fiscal y revertir el deterioro de expectativas en torno de la economía argentina, expresado en el precio de los bonos (y su contracara, el riesgo-país), el dólar y el ritmo de inflación.
El deterioro se había iniciado el 8 de junio, cuando una sorpresiva venta de tenencias de Enarsa, empresa estatal de impronta kirchnerista, disparó una corrida contra los bonos en pesos ajustados por CER, el chiche financiero de Martín Guzmán, se aceleró tras la renuncia de este y lejos de morigerarse se profundizó durante los 24 días de gestión de Batakis, que a diferencia de López Murphy, que se fue a su casa, recibió como premio consuelo la presidencia del Banco Nación, el más grande de la Argentina.
Superministerios eran los de antes
En rigor, lo que hoy se llama “superministerio” es una expresión incluso apocada de lo que durante décadas fue el Ministerio de Economía, antes de ser jibarizado por la creación de nuevas carteras, que alimentaron egos y un reparto más generoso de cargos, pero redujeron la funcionalidad de los gobiernos y de la gestión económica.
Batakis y Kristalina Georgieva, el lunes en la sede del FMI.
La desprolijidad de anuncios y relevos –en algunos casos semejó la reacción al olvido de un llavero– generó comentarios como el de Diego Ferro, socio de M2M Capital, que desde Wall Stret le dijo a Infobae: “el timing, después del viaje de Batakis, es una muestra más que el país no es serio”. Impresión que seguramente se profundizó este viernes, cuando el FMI desmintió un contacto telefónico entre su directora, Kristalina Georgieva –que el lunes había recibido a Batakis– y el presidente Alberto Fernández, versión que había difundido horas antes el propio gobierno argentino.
Aun así, el repunte de los bonos y la caída del dólar libre y los “financieros” (Bolsa y CCL) fueron una señal favorable a Massa, que recién el miércoles anunciará las primeras medidas, pero ya recibió algunas bienvenidas en EEUU. Alberto Bernal, de XP Investment, lo definió como “una persona pragmática”, y Benjamin Gedan, subdirector del programa América Latina del Wilson Center dijo que es “ampliamente conocido y respetado tanto en Washington como en Nueva York”, entre otras opiniones recabadas por Infobae.
Incluso Mauricio Claver Carone, el titular del BID, que se profesa mutua hostilidad con Alberto Fernández, afirmó que espera “gratamente” trabajar con Massa y colaborar con la Argentina, luego de cuestionar, días atrás, la concesión de un crédito al país.
Contexto
La consultora Invecq, que dirige el economista Esteban Domecq, se hizo eco de las reacciones iniciales, pero las puso en contexto: fuerte suba de las tasas de interés locales, suba del S&P 500, en Wall Street (5% en la semana), que favoreció a todos los países emergentes. En igual medida subió el índice Bovespa en Brasil, donde la moneda brasileña se apreció respecto del dólar (que cayó de 5,5 a 5,2 reales), como también lo hizo el peso chileno (de 952 a 899 por dólar). De todos modos, subrayó, fue notable como, desde las cenizas, los bonos argentinos subieron casi 30% medidos en dólar CCL el riesgo-país bajó de casi 3.000 a 2.386 puntos básicos y los dólares financieros se desinflaron, con el CCL pasando de $ 340 a casi 293 pesos.
María Castiglioni, de C&T Asesores Económicos, le dijo a Infobae que Massa “es la última bala del gobierno para revertir expectativas”, y también enmarcó la reacción inicial. “Lo que hasta ahora hubo –dijo– es una reversión del deterioro durante la gestión de Batakis, que fue una sangría”.
Unificar tres ministerios en uno es una señal positiva, señaló Castiglioni, pero está en duda si el área de Energía le responderá a Massa, que tiene poco tiempo para mostrar acciones y resultados. “Lo fundamental es lograr un plan que ataque la causa de fondo: que es el déficit fiscal”, dijo. “Se necesita un plan integral para atacar el dólar y la inflación, pero si no se ataca el déficit fiscal nada es sostenible”.
Domingo Cavallo y Fernando de la Rúa
Entre otras cosas, prosiguió Castiglioni, Massa necesitará achicar mucho más la brecha cambiaria, que el Banco Central deje de perder reservas y resolver de algún modo el problema de atraso cambiario oficial, cuestión abierta a especulaciones.
Incluso más allá de las medidas, subrayó la analista, habrá que ver si el eventual ataque al déficit (vía reducción del gasto) se puede implementar y es sostenible, lo que depende del apoyo del kirchnerismo y la Cámpora e involucra a los movimientos sociales. Massa ya era parte del gobierno, recordó Castiglioni, y desde el Congreso no contribuyó precisamente a la consolidación fiscal, dedicándose más a “coqueteos en el medio”, entre la pulsión kirchnerista por el gasto y la necesidad de controlarlo que no pudo imponer Guzmán, pese a que estaba codificado en el acuerdo con el FMI.
“Lo que no pudo concretar Guzmán y menos Batakis, habrá que ver si lo hace Massa; buena parte de las medidas implícitas en el acuerdo con el Fondo fueron bloqueadas por el oficialismo, tienen costo y van contra parte del gobierno. No es fácil hacer un plan de estabilización si no estás convencido y el presidente y todos los miembros del gobierno no te apoyan, aunque los mercados hayan reaccionado positivamente”, enfatizó Castiglioni.
Desafíos
El desafío es claro, coincidió el análisis de Invecq: el gobierno necesita cumplir con la meta de déficit primario acordada con el FMI, pero la evolución de ingresos y gastos y lo que se proyecta hasta fin de año sugiere un rojo primario de 3,5% del PBI, un punto por encima de la meta acordada. “Es un desvío demasiado importante como para considerar que el programa se está cumpliendo”, notó Invecq. El problema, remarcó, es la dinámica del gasto, que aumentó 75% interanual en el primer semestre. En términos reales y comparado con 2019: 335% en el caso de Programas Sociales, 110% en el de los subsidios tarifarios, 56% en transferencias a provincias y 27% en Obra Pública.
Si Massa toca la primera partida, dijo la consultora, chocará con las llamadas “organizaciones sociales”, varias de ellas ligadas al kirchnerismo, si se decide por la segunda, habrá alta tensión con el kirchnerismo energético, si va por la tercera lo mirarán feo los gobernadores, al igual que si acomete el cuarto frente, el preferido del presidente Fernández, al menos en los spots publicitarios.
Además, dice Invecq, el gobierno sigue muy atrasado en la meta de acumulación de reservas. El programa con el FMI exige que hacia fin de año se acumulen unos USD 8.500 millones, desde los USD 1.500 millones actuales. Los datos, la estacionalidad y los promedios no auguran bien. “El promedio de acumulación de los últimos 10 años fue cercano a USD 1.500 millones, cuando ahora fue tan solo de USD 631 millones”, precisa Invecq sobre del período anual más favorable para sumar dólares, que cierra en julio. Los superpoderes de Massa difícilmente lleguen a hacer retroceder el tiempo.
Jorge Vasconcelos, economista-jefe del Ieral, que preside Carlos Melconian, también destacó el pobre desempeño en materia de acumulación de reservas, comparando el resultado de los primeros 7 meses de este año con iguales períodos de 2020 y 2021 , como muestra el gráfico de abajo.
La acumulación de reservas en lo que va del año es tan pobre como en igual período de 2020, en plena pandemia, y muy inferior a la de 2021
Otra fuente, que prefirió el anonimato, se limitó a destacar la “enorme brecha” entre la expectativa que genera Massa en algunos sectores del mercado y el empresariado y su fuerte descrédito ante la mayoría de la sociedad argentina.
Te veré en septiembre
En cuanto a plazos, Vasconcelosestacó el “acotado margen de maniobra de Massa”, quien necesitará “mostrarle al FMI resultados a fin de septiembre”, cuando el organismo haga la segunda revisión del acuerdo firmado en marzo, de la que depende un desembolso de USD 6.200 millones, en diciembre, sin el cual el 2023 se presentaría política y económicamente intransitable para el gobierno.
La «escalera de la inflación» podría facilitarle a Massa licuar el gasto real, pero a riesgo de espiralización y descontrol
Según Vasconcelos, la “escalera de la inflación”, al licuar el gasto, puede permitirle a Massa cumplir la segunda revisión y liberar el desembolso, “pero deberá resistir presiones políticas y sociales y cortar la escalada antes de que se haga inmanejable”. El informe precisa las dimensiones de la escalera. En enero, la inflación interanual (doce meses previos) era del 50 %, en abril superó el 60 % interanual, los datos de julio inaugurarán el peldaño del 70% y hacia septiembre/octubre se llegaría al 80 por ciento.
Es un juego peligroso. “La evolución desfasada de gasto e ingresos puede funcionar a corto plazo, pero no se puede descansar en ese mecanismo a mediano plazo. Usar y abusar de la escalera ascendente de la inflación puede derivar en una espiral de devaluación, precios y salarios”, advirtió en un informe, en el que también remarcó que el Gobierno comenzó a transitar el tercer trimestre por un sendero de prueba y error que, “de no dar resultados, planteará opciones más extremas de política económica”
Por caso, ante las dificultades de financiamiento del gasto, el BCRA salió al rescate de la deuda interna con acciones que tienen “severos efectos colaterales y no pueden ser infinitas”. Desde principios de junio el BCRA emitió 1,1 billón (millón de millones) de pesos para comprar bonos del Tesoro en el mercado secundario, o 1,5% del PIB, que impactó el dólar, la brecha cambiaria y las expectativas de inflación y se superpone a la emisión directa prevista a favor del Tesoro de 1,0 % del PIB. Así las cosas, la expansión monetaria le pone a la inflación 2022 un piso de 85 por ciento. “No se pueden cambiar las expectativas, sin atacar la combinación de variables fiscales y monetarias que dan lugar a ese fenómeno”, escribió Vasconcelos.