Hablar de personas es tremendamente fácil y se presta para el entretenimiento favorito de la chusma liquidando a la mayoría de estas.
Así que hablar de Mirta y Miguel resulta bastante exiguo ya que mantener el valor de la calidad de este matrimonio exige cierta capacidad del escritor para que las letras no minimicen o distorsionen la realidad existencial de esta familia que se compone además de dos hijas y un hijo, todos ellos ya mayores.
Anita, cursando su tercera década y que reside en Chile, allá por las regiones del norte del país hermano; les sorprendió en este pasado año coronando a sus pa’s con el noble título de abuelos, al cual ya casi habían claudicado.
Lorenzo Ezequiel transita su séptimo mes de gestación. Juan, también rumbeando por la misma década que Ana. Profe y eminente licenciado en las ciencias de la física, enriquece sus días al tono de blues y del rock, proponiéndoles frecuentemente ideas modernas y un diálogo re contra enriquecido por el pensamiento profundo, la poesía y en búsqueda de lo esencial, por el afecto y con un toque de humor particular y exquisito. Jime, la más pequeña y no solo por esto la más mimada se acerca aceleradamente a conquistar la acreditación profesional como veterinaria…toda la familia ama a las mascotas. Actualmente tienen dos perritas: Antonia y Ángela y esto es una prueba del amor que tienen por la vida y si de amar la vida hablamos, lo sublime entre ellos es el amor que le profesan a Huguito.
Jime, Mirta, Antonia, Ángela, Huguito, Miguel y Cary (una amiga)
Pero, ¿Quién es Huguito que ubica a esta familia en una altura casi envidiable?
Mirta, Huguito y Miguel (Palpalá, Jujuy, plazoleta el bosque encantado)
Es aquel que se deja amar, sencillamente. No es difícil darse cuenta lo encerrados que vivimos dentro de nosotros mismos, protegiéndonos de no sé qué y así mezquinando y mezquinando amor, quedando raquíticos los corazones de aquellos que nos rodean, empezando por los más cercanos y nosotros empachados de nosotros mismos hacemos de nuestras propias vidas una asquerosa nausea.
Huguito tiene capacidades diferentes ya que la vida lo acreditó con el síndrome de Down y a sus sesenta y cuatro años vive de una lucidez que se remonta a los estados emocionales reflejos del pasado. Su espacialidad, su temporalidad y movilidad declinan con el paso de los años pero nos acompaña, aún, en todo momento con una particular inocencia y un fino contacto con los afectos libre de cualquier atadura. A decir verdad para Miguel hacerse cargo de su hermano ya hace más de dos años resultó en un cambio total del ritmo de vida familiar, del ritmo de vida social y tras acomodos, renuncias y acuerdos de familia (aquí se habla del entorno familiar mencionado ya que el otro, como los hermanos, borrón y cuento viejo) se aventuraron a la misión de agrandar el corazón un pocazo más.
Huguito y su hermano Miguel en franco diálogo
A través de los ojos de Mirta y Miguel se pueden observar muchísimas falencias en el sistema social, desde la lentitud de la sra. justicia y sus secuaces para establecer una simple curatela o algún beneficio concreto para solidariamente ayudar a las personas que hacen un sano esfuerzo mayor en sus vidas y no creer que una pensión indigna es suficiente…. ¡ni siquiera se cubren los mínimos gastos diarios carajo! Pero también se podría pensar en que una sencilla silla de ruedas favorecería a tantos como Huguito o personas mayores, en lugares como el parque del bicentenario, o en el San Martín o en el mismo súper descuidado cerro San Bernardo. Para pasearlos, volverlos al transporte y cosas por el estilo.
Pero Mirta y Miguel no se quejan y alimentan incontables buenos momentos de amistad…sencillamente disfrutan de todo este sacrificio que en definitiva les genera ese aire en el alma que termina llenando los días y que tanto desean las gentes. Así el alma inflamada exhala felicidad que a todos hace bien ché!
– Por Hugo Luis Daher