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domingo, octubre 6, 2024

Mónica Maffía: “la maestría de Shakespeare está en el uso del lenguaje”

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Con un pie en el avión que la transportará a Salta, Mónica nos concede una entrevista. Segura, con la profundidad de pensamiento que la caracteriza y con un humor exquisito, aborda en exclusiva temas de alto vuelo dramatúrgico.

La especialista, actriz, régisseuse y directora – fundadora del Grupo de Teatro de la Facultad Filosofía y Letras de la UBA, dará un Seminario-taller sobre “Monólogos shakespereanos” en inglés y castellano, el martes 3 de septiembre en el Museo de Arte Contemporáneo. El miércoles 4 de septiembre a las 20 hs. en la Sala de Conferencia de la Casa de la Cultura, presentará Eduardo III, la nueva obra de William Shakespeare, traducida por primera vez al castellano para América Latina por la que recibió el Premio Mayor “Teatro del Mundo” otorgado por 65 investigadores y críticos de la UBA. Encuadrada en el ciclo de obras históricas, la trama de Eduardo III se centra en el origen de la Guerra de los Cien Años por el reclamo al trono de Francia del Rey Eduardo III de Inglaterra.

Mónica Maffía estudió piano con el Maestro De Raco, flauta con el Maestro Alfredo Iannelli y se volcó después al teatro. Viajó becada por el Fondo Nacional de las Artes a Londres para continuar sus estudios de piano con los maestros María Curcio, Jannis Vakarelis y Louis Kentner. Paralelamente, inició sus estudios teatrales (Royal Academy of Dramatic Art, British Theatre Association) obteniendo el grado de Bachelor of Arts (Honours) en Teatro y Literatura Inglesa por la University of Middlesex. Es egresada de la carrera de Régie en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Bajo la dirección del Dr. José Emilio Burucúa, escribió su tesis doctoral sobre aspectos fáusticos en Shakespeare.

En Londres protagonizó obras de Eurípides, de Shakespeare, y en Bs. As. trabajó bajo la dirección de Villanueva Cosse, Jorge Hacker, y Catherine Gibson, entre otros.

Trabaja como docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A. donde dicta clases de actuación en el área de Extensión Universitaria. Es Fundadora y directora del “Grupo de Teatro FyL” (Universidad de Buenos Aires).

El año pasado durante noviembre, representó en nuestra ciudad con gran maestría “La violación de Lucrecia”. (Ver nota: “Mónica Maffía, un personaje de Shakespeare” http://www.salta21.com/Monica-Maffia-un-personaje-de.html )

Dimensión Shakespeare

Mónica, hablemos un poco de Shakespeare, quien ha encarnado los prototipos universales. ¿Creés que la tragedia se interioriza por la fuerza de la ficción o por su correlato con la realidad?

– Me inclino más por la segunda acepción. La tragedia recurre al símbolo, a la condensación de una idea en tal o cual imagen poderosa que permite al autor, reflexionar sobre aspectos dolorosos de la realidad de forma más profunda que lo que lograría con una aproximación más cotidiana. Y además, los temas más elevados necesitan un tratamiento diferente, un uso del lenguaje más sofisticado y ahí aparece la poesía como vehículo del espíritu y la tragedia como reflexión sobre la condición humana, sobre el destino del hombre.

¿Por qué hoy Shakespeare sigue provocando una reflexión paralizadora?

– Shakespeare más que darnos respuestas, nos plantea interrogantes, nos obliga a reflexionar. Desde sus dramas y sus poemas, nos interpela sobre temas que siguen siendo cruciales, poder, honor, identidad, cultura, género, marginalidad y por supuesto, el amor. Y esto lo logra tanto en sus comedias como en las tragedias. El humor es una herramienta importantísima para comunicar ideas.

A tu criterio, qué es más terrible en las tragedias del dramaturgo: ¿el clímax o el desenlace?

– Más que el climax o el desenlace de sus obras, creo que la maestría de Shakespeare está en el uso del lenguaje. Para entender la verdadera dimensión de Shakespeare, hay que ahondar en esas sutilezas más que en los argumentos. Obviamente sin dejar de lado ni sus imágenes ni la construcción de los personajes, pero por ejemplo, en una tragedia de las dimensiones de Hamlet, el desenlace es una rápida sucesión de muertes y no parece estar a tono con las profundidades en las cuales nos había sumergido.

Toda esta introducción fue para acercarnos un poco más al taller que vas a dar en Salta sobre los monólogos del escritor. ¿De qué se trata exactamente?

– La idea es aportar herramientas de la escuela shakespereana para abordaren inglés o en castellano, los más grandes monólogos y así empezar a descubrir el universo del poeta. Experimentar la modificación que se produce al decir los textos de Shakespeare en voz alta, ya que requiere que el actor tome decisiones. Recordemos que fueron escritos para ser interpretados por actores, no para ser leídos en soledad. Ese crecimiento se logra a través de la adquisición de técnicas que provienen de la oratoria, del uso de la voz y por supuesto, del análisis del texto

¿Qué de teatro te ha interesado a lo largo de tu carrera como actriz?

– En general lo que más me atrae es Shakespeare y la tragedia griega.

¿Cómo es hacer Shakespeare en castellano, por ejemplo, y García Lorca en inglés? Yo tenía una amiga que decía que era insoportable Romeo y Julieta en gallego… ¿Influye el idioma, no? ¿Las traducciones nos alejan de las obras?

– El asunto de la traducción es un tema espinoso. El traductor tiene una enorme responsabilidad porque en muchos casos, se encuentra con palabras que no tienen equivalente en castellano, o peor aún, con juego de palabras que al traducirlos se transforman en una explicación sin gracia o dejan afuera alguno de los sentidos. Siempre se pierden cosas, es tarea del actor investigar cuanto pueda para recuperar aquello que quedó afuera y poder transmitirlo desde la actuación. En mi experiencia como actriz, he tenido que hace Lorca o Eurípides en inglés y también Shakespeare en castellano, por eso subrayo que una forma de recuperar lo que el traductor no tuvo más remedio que dejar afuera es a través de la investigación. Muchas veces, demasiadas, el traductor desestima palabras que considera poco importantes y resulta que para el actor está en ellas la clave del personaje.

En Lucrecia, por ejemplo, convergen historias de mujeres a lo largo de los siglos. ¿Cómo te llevás con ese personaje casi libelulesco, por así decirlo, que se debate entre el lirismo casi filosófico, la inmoralidad sexual y el poder?

Lucrecia es un personaje de una dimensión extraordinaria, no sólo por su estatura trágica sino porque lleva en ella el camino hacia la República. Hace siete años que hago no sólo este personaje sino todos los demás que intervienen en su historia: el violador, el marido, el padre, el soldado, la criada y hasta el guante de Lucrecia. Sigue siendo importante para mí que se conozca este magnífico poema, no sólo por la vigencia espeluznante, los argumentos que Shakespeare pone en boca de la víctima y su victimario, sino también por la belleza de su texto. Estoy invitada en octubre al Festival de Cartagena de Indias donde participaré con La violación de Lucrecia y también presentaré en la Universidad de Cartagena el libro de Eduardo III.

Después de interpretar un personaje de Shakespeare, ¿Qué queda por hacer en el escenario?

– ¡Más personajes de Shakespeare!

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