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miércoles, diciembre 25, 2024

Monumental conmemoración del Día de la Música

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Esta noche también el templo estaba repleto, hasta en sus pasillos centrales y laterales. Hubo completa atención y máxima entrega auditiva. El maestro Lhez, de lectura irreprochable. La masa cantante tuvo innegable expresividad

Salta, viernes 22 de noviembre de 2014. Catedral Basílica. Laura Rizzo (soprano), Carlos Ullan (tenor), Arturo Jiménez (barítono), Estudio Coral del Instituto de Música y Danza y Coro de Cámara de la Universidad Católica. Director Coral Mº Luciano Garay. Orquesta Sinfónica de Salta. Director Titular Mº Jorge W. Lhez. Oratorio “La Creación” Hob XXI:2 de Franz Joseph Haydn (1732-1809). Conmemoración del Día de la Música.

Por tercer año consecutivo, la conmemoración del Día de la Música se lleva a cabo en la principal sede cristiana de la ciudad, la Catedral Basílica, lugar amado y respetado por el pueblo. 2012: Magníficat de John Rutter, 2013: Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven. Esta noche también el templo estaba repleto, hasta en sus pasillos centrales y laterales. Se daba por primera vez en Salta, la monumental obra del austríaco Haydn, uno de los pilares del clasicismo junto al venerado W.A.Mozart (1756-1791).

Haydn escribió cuatro oratorios y el de esta noche fue el tercero de su producción. Él deseaba componer la música para unos textos encontrados en Londres, compilados por un tal Lidley y basados en versículos y salmos de la Biblia y algunos pasajes de El Paraíso Perdido de Milton cuyo destinatario original fue el anglo-germano George F. Haendel. Ese texto relata una versión de lo que se conoce como lo seis días que habría llevado la creación del mundo y los primeros tiempos de Adán y Eva. Estas no son líneas para discurrir sobre este argumento, como tampoco la traducción al alemán del barón Gottfried van Swieten, sino para meternos en el mundo sonoro haydniano.

La Creación es un oratorio monumental que reconoce estilos y formas musicales previas del período barroco de Bach y Haendel pero con texturas y líneas más avanzadas. El autor, me parece, buscó un relato sonoro poderoso porque debía representar el trabajo de Dios en lo que cuenta la tradición judío-cristiana relativa a los seis teóricos días que llevó construir el mundo en que vivimos mas una idea de los pensamientos de Adán y Eva.

La estructura está basada en coros, recitativos y arias en los que tres ángeles, Gabriel, Uriel y Rafael (soprano, tenor y barítono) van relatando ese inmenso acontecer. Hay una introducción audaz, de cierta contemporaneidad compositiva, a cargo de la orquesta sola que muestra el instante previo o sea el Caos, la soledad del espacio infinito, el nervioso pasaje musical que representa la dramática huída de los espíritus infernales de la oscuridad, hasta el impactante do mayor que expresa el nacimiento de la Luz. A partir de allí, el relato intenta pintar la labor creativa y lo hace con pasajes corales de elaborada polifonía, arias de ciertos parecidos al “lied”, no siempre inspiradas y recitativos simples aunque adecuados a la idea del compositor. Por ejemplo Rafael cuando se refiere a mares y océanos con el bravío movimiento de las Aguas, la dulce suavidad de la descripción de Gabriel refiriéndose a la belleza de los verdes de la Naturaleza en formación para entrar en un fantástico crescendo orquestal previo al canto de Uriel que anuncia exultante al Sol de la vida. El conjunto logra su propósito transmitiendo un mensaje que resume la idea del Señor sobre el universo en el que reina, eludiendo la natural tendencia de hoy de ingresar en el romanticismo posterior.

El maestro Lhez, de lectura irreprochable, conoce que la Catedral local posee una acústica aceptable pero no la mejor de los templos salteños. Sabe además, que una hora con cuarenta minutos más el tiempo anterior en bancas de madera no invita a la comodidad del oyente y sin embargo, el estoicismo de los asistentes sólo se explica porque la versión fue excelente. Hubo completa atención y máxima entrega auditiva. Acomodó al grupo instrumental con un estupendo sentido del equilibrio sonoro y su conducción ofreció una gestualidad que produjo música de alto nivel. Detallista, profundo, cuidadoso en la búsqueda de una sonoridad sin reprochables excesos, construyó la mejor base para los solistas y el doble coro.

La masa cantante tuvo innegable expresividad mostrando matices y sutilezas acordes con la palabra argumental. Laura Rizzo hizo un ángel Gabriel y una Eva de gran factura. Ha venido muchas veces a nuestra ciudad siempre con inobjetable preparación que, por supuesto, incluye afinación y fraseos impecables. Arturo Jiménez expresivo y contundente, lúcido tanto como ángel Rafael como cuando tuvo el papel de Adán. Voz plena, potente, de agradable timbre, justificó con creces su elección. El ángel Uriel estuvo en el canto del conocido Carlos Ullan, digno complemento del trío solista. Su caudal no tiene la enormidad de otros tenores visitantes. pero sí la musicalidad que exige un oratorio de estas proporciones y ello no es poca cosa.

Salta puede sentirse feliz teniendo el placer de haber participado de esta atractiva conmemoración.

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