Porque creemos que la sociedad actual está enferma de escepticismo y de falsas ilusiones, que el hombre está enajenado y que la única alternativa para cambiar la realidad es recuperar la fe. Esta fe se basa en el conocimiento profundo de lo que implica “ser humano” para poder redescubrir en cada uno de nosotros y en nuestros semejantes las potencialidades o posibilidades reales que tenemos como individuos y como sociedad para conquistar nuestra libertad.
El humanismo como filosofía es milenario, se refiere a nuestra esencia de seres humanos, diferenciándonos de otras especies. Comprende al hombre en su totalidad, cuerpo, mente y espíritu. Nos enseña que lo propio del ser humano es la conciencia de sí mismo, es decir, la razón y la fe, como vínculo con lo trascendente. Por la razón, el hombre puede reconocerse y reconocer sus problemas y por la fe, puede construir un proyecto de vida para responder a su llamado al ser.
Como advirtió Ernesto Sábato, en su libro “Hombres y Engranajes”, este modo de concebir la realidad surge en diferentes épocas de la historia de la humanidad para luego decaer, frente a culturas netamente racionalistas que privilegian el tener por encima del Ser, transformándose en paradigmas dominantes que esclavizan, masifican y llevan al sinsentido de la vida. Siguiendo a Elisa Carrió, en su libro el «Futuro es Hoy», el estudio de las diferentes épocas, culturas y concepciones religiosas basabas en el humanismo nos muestra que, para lograr la paz y la dignidad del hombre, hay tres puntos coincidentes en toda la humanidad, ellos son: no robar, no mentir y no usar al otro. Esta es la base fundamental para la convivencia en armonía de cualquier sociedad.
Llevado a la práctica en lo personal y en lo social, el humanismo es una forma de vivir, de sentir y de ser con el Otro, porque solo a partir de ese reconocimiento podemos sentirnos verdaderos seres humanos y recuperar el sentido de la vida, lo cual requiere de un trabajo profundo desde lo individual hacia lo colectivo.
Es importante hacer este trabajo porque el problema de las sociedades escépticas como la nuestra es que terminan corrompiéndose. Porque cuando el sujeto deja de creer, también puede dejar de pensar, ya que pensar le genera angustia. El humanismo, en cambio, nos exige el regreso a nuestra interioridad. Como enseña Erich Fromm, en “El Humanismo como utopía real”: “en el adentro del hombre, habitan los dioses, habitan las sombras, habita la luz, el universo primitivo, la humanidad está adentro. Con sus luces y sus sombras.”
Para finalizar, mirando la misión que tenemos como miembros de este Movimiento que promueve un cambio cultural, retomamos las palabras de Erich Fromn: “Creo que nadie puede salvar a su prójimo decidiendo por él, únicamente podrá ayudarlo señalándole alternativas posibles. Con sinceridad y amor, sin sensiblería, ni engaño alguno. La conciencia intelectiva de las alternativas liberadoras puede reavivar en un individuo sus energías ocultas y ponerlo en el camino en el que escoja la vida en lugar de la muerte”.
