Desde el comienzo, sus poemas se destacaron por sus subversiones estilísticas y sus planteos atrevidos, en sintonía con una irreverencia vital que le valió la cárcel en por lo menos dos ocasiones y luego el exilio.
“Pagar para volver a mi Patria después de tantos años de destierro y persecución significó una infamia. Pero acá estoy, tratando de vivir una vez con utopías”. Juan Gelman
Gelman conjugó la prosa con la vocación revolucionaria y la búsqueda de justicia por sus hijos y nuera desaparecidos, murió a causa de un síndrome de mielodisplasia, el martes 14 de enero a los 83 años en México, lugar en el que residió los últimos 25 años de su vida.
Su primera obra publicada, `Violín y otras cuestiones` (1956), fue prologada por el poeta Raúl González Tuñón y recibió muy pronto el elogio de la crítica. Los siguientes libros fueron «El juego en que andamos» (1959), «Velorio del solo» (1961), «Gotán» (1962), «Cólera Buey» (1965) -reeditada y engrosada en 1971- y «Los poemas de Sidney West» (1969).
En las dos últimas décadas Gelman publicó «Salarios del impío» (1993), «La abierta oscuridad» (1993), «Dibaxu» (1994), «Incompletamente» (1997), «Ni el flaco perdón de Dios/Hijos de desaparecidos», coautor con su esposa Mara La Madrid (1997), «Prosa de prensa» (1997) y «Prosa de prensa» (1999), «Tantear la noche» (2000), «Valer la pena» (2001), «País que fue será» (2004), «Oficio ardiente» (2005), «Miradas» (2006) y «Mundar» (2007), entre otros.
Fue galardonado con numerosos premios, entre ellos el Premio Cervantes (2007), el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (2000), y los premios iberoamericanos de poesía Ramón López Velarde (2003), Pablo Neruda (2005) y Reina Sofía (2005).
Carta abierta a mi nieto (fragmento)
Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron. No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste…
Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho con vos y con un mundo más habitable para vos. Me gustaría hablarte de ellos y que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él. Para reparar de algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de la familia perpetró la dictadura militar. Para darte tu historia, no para apartarte de lo que no te quieras apartar. Ya sos grande, dije.
Escrita en 1995 y publicada en Brecha, el 23 de diciembre de 1998.
Desaparición de sus hijos y búsqueda de su nieta
El 26 de agosto de 1976 fueron secuestrados sus hijos Nora Eva (19) y Marcelo Ariel (20), junto a su nuera María Claudia Irureta Goyena (19), quien se encontraba embarazada de siete meses. Su hijo y su nuera desaparecieron, junto a su nieta nacida en cautiverio. En 1978 Gelman supo a través de la Iglesia Católica que su nuera había dado a luz, sin poder precisar dónde ni el sexo.
El 7 de enero de 1990 el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de su hijo Marcelo, encontrados en un río de San Fernando (Gran Buenos Aires), dentro de un tambor de grasa lleno de cemento. Se determinó también que había sido asesinado de un tiro en la nuca.
En 1998 Gelman descubrió que su nuera había sido trasladada a Uruguay a través del Plan Cóndor, que vinculaba a las dictaduras sudamericanas y Estados Unidos, y que había sido mantenida con vida al menos hasta dar a luz a una niña en el Hospital Militar de Montevideo. A raíz de ello exigió la colaboración de los Estados argentino y uruguayo en la investigación con el fin de hallar a su nieta. Gelman topó con la oposición a investigar del presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti, con quien entabló un debate público, en el que volvió a ser apoyado por destacados intelectuales y artistas como Günter Grass, Joan Manuel Serrat, Darío Fo, José Saramago, Fito Páez. En 2000, al mes de asumir el nuevo presidente de Uruguay, Jorge Batlle, la nieta de Gelman, de nombre Andrea (Andreíta la menciona el poeta en varios poemas) fue encontrada y Gelman pudo reunirse con ella. Luego de verificar su identidad, la joven decidió tomar los apellidos de sus verdaderos padres, para llamarse María Macarena Gelman García.
Militancia
En 1967, durante la dictadura militar autodenominada Revolución Argentina (1966-1973) se integró a la organización guerrillera recién formada Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de orientación peronista-guevarista, que realizaban acciones militares y políticas contra ese gobierno. A fines de 1973 pasó a integrar la organización guerrillera Montoneros, de orientación peronista, a raíz de su fusión con las FAR.
Esa organización apoyó críticamente a los gobiernos peronistas de Cámpora (1973), del cual participaron, y el del propio Perón (1973-1974), pero continuó con las acciones armadas, como por ejemplo el asesinato del sindicalista José Ignacio Rucci y, finalmente, decidió su retorno a la clandestinidad. En todo ese período Gelman desempeñó un papel relevante en la acción cultural y de comunicación de las FAR.
Exilio
En 1975 Montoneros lo envió al exterior para hacer relaciones públicas y denunciar internacionalmente la violación de derechos humanos en la Argentina, durante el gobierno de Isabel Perón (1974-1976). En esa misión se encontraba cuando se produjo el golpe de estado del 24 de marzo de 1976 que inició la dictadura militar autonominada Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), e impuso un régimen de terrorismo de estado que causó la desaparición de 30.000 personas. Salvo una breve entrada clandestina a la Argentina en 1976, Gelman permaneció exiliado residiendo alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México y trabajando como traductor de la Unesco.
Luego que el 10 de diciembre de 1983 asumiera el gobierno democrático de Raúl Alfonsín continuaron abiertas en Argentina causas judiciales en las que se investigaban supuestos homicidios y otros delitos imputados a Montoneros, en las que tenía ordenada su captura, por lo cual no regresó al país. Esto ocasionó protestas de escritores de todo el mundo, entre ellos Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Juan Carlos Onetti, Alberto Moravia, Mario Vargas Llosa, Eduardo Galeano, Octavio Paz, etc. A comienzos de 1988 la justicia dejó sin efecto la orden de captura y Gelman volvió al país en junio, luego de trece años de ausencia, pero finalmente decidió radicarse en México.
El 8 de octubre de 1989 fue indultado por el presidente Carlos Menem, junto a otros 64 ex integrantes de organizaciones guerrilleras y a los militares acusados de violaciones a los Derechos Humanos. Juan Gelman rechazó la medida y protestó públicamente contra ella a través de una nota publicada en el diario Página/12:
Me están canjeando por los secuestradores de mis hijos y de otros miles de muchachos que ahora son mis hijos.
– Fuentes: Wikipedia, You tube, Télam, Infobae
Murió Juan Gelman, un poeta subversivo
Lloran las flores,
Lloran los arboles,
Lloran los pájaros
Cuando muere un poeta.
Gime el cielo
Gime la hierba
Gime la luz del sol
Gimen las mariposas
Cuando muere un poeta.
La noche calla
El fulgor de sus estrellas,
La luna oculta su faz
Cuando muere un poeta.
Callan los cantores,
callan las guitarras,
calla el viento
y callan los recuerdos
cuando muere un poeta.
Cuando muere un poeta
La belleza llora con el rostro
Perdido detrás de sus manos.
La poesía y el exilio; la escritura de exilio. La poesía del exilio; la escrituraexilio
Desde siempre, siempre, lo que se tipea está fuera de los ejes; descoyuntado, desencajado.
La escritura es el lenguaje del exilio; es el exilio y lo que se exilia, se pone fuera, en los bordes, en los lindes, en las fronteras, en notas, en glosas, que no son lo mismo. Con Lacan o Derrida e independientemente, de ellos.
Una muerte como la de los mal denominados “Desaparecidos”, fisura, astilla el alma, la vida de quien o quienes tuvieron que sufrir el accionar de la pálida Muerte, duplicada en su horror, por ser deceso o pena de muerte y por ser un deceso que aconteció con la injerencia de la tortura, del secuestro, de noches de asma, de incertidumbres varias.
Así, por decir lo obvio, el genial Juan no podía sino ser fisurado, exiliado en su interior por la muerte de sus seres queridos. Y parece que no podía sino incubarse a sí mismo, gestarse a sí mismo, ser él mismo, incrementando su exilio interior con el exilio de la escritura, con el exilio que se complica e implica, en la escritura.
Kristeva había enunciado que estamos exiliados de nosotros mismos; que somos extranjeros en nuestro “interior”, sea lo que fuere que eso pueda querer decir o significar (en el múltiple sentido, de “enunciar algo”, de “anhelar decir una cosa u otra” y de “colorear algo con signos, significantes o significados”). La escritura, aumenta, amplifica ese ser otro de nosotros, dentro y fuera de nosotros, porque nos desdoblamos en lo que enunciamos y en lo que se dice. Nos partimos y partimos; nos vamos. En cierta musicalidad de escritura, de signos, de poemas.
Gelman ha nacido o re nacido, en su morir de ayer, de otro día que este día, en que trato de articular lo que puedo como me es factible, en un luto por lo que no deja de fisurarme, atravesarme, con un rostro, con un nombre y por un nombre.
Juan fue a nacer, viviendofalleciendo, inmortalmente, en un país donde está la “Comuna de París” del Siglo XXI, que es el socialismo del Subcomandante Insurgente Marcos, que se caga en todo, en particular, en Nueva York, como diría Baglietto –http://www.youtube.com/watch?v=nsBFVCNanwc. Gelman estuvo en una nación que es el borde, la frontera, el límite, el “no” a determinadas prerrogativas del Derecho Internacional, como el de las solicitudes de extradición (ignoro precisamente, si Juan pudo ser extraditado por lo que se lo acusaba; lo cierto es que respiró en un lugar del mundo, que alberga una hospitalidad para lo mejor y lo peor –los narcos, los “coyotes” que pasan refugiados pobres que colocan sus ensueños en yankeelandia, el «EZLN»).
Abandono aquí esto de escribir sobre la escritura y de alguien que, aunque renacido, muriendo, no podrá continuar la poesía, salvo en el silencio de los que lean lo que editó –conocemos que los lectores son co autores de lo que abren, en especial, cuando son partidos, abiertos, fisurados por lo que se arriesgan o abisman a leer.
Y un final que anuncia el ocaso, lo dice con palabras de final o término; con preguntas:
¿es verdad tanta Nada?;
¿se ausenta
la angustiosa
Luna en cielos sin estrellas?
¿Viene o adviene un final
en la pobreza de
escribir
mariposas de palabras
imposibles? (http://www.youtube.com/watch?v=sF50EIApius).