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viernes, mayo 9, 2025

No matarás

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Los sucesos que se muestran por estos días y que se refieren a las golpizas y linchamientos de ladrones estremecen a la opinión pública que en la resultante de los dichos y entredichos prevalece el hartazgo por la indefensión en que se encuentra el ciudadano en general.

“La ciudad se pone grande y cada vez más peligrosa” dice el gran León Gieco en su tema “Pensar en nada” compuesto allá por los años 70 del siglo anterior. Fue casi una profecía junto al genial Charly García que por los mismos años en su magnífico tema “Confesiones de invierno” cantaba que la “la radio nos confunde a todos, sin dinero la pasaré mal”. Tenemos una sociedad peligrosa, una economía en baja y los medios de comunicación que parecen ladrar su postura ideológica a oídos de todos y según su interés colaborando para la confusión general.

Se sabe que nuestra sociedad es en su mayoría civilizada y religiosa. El hombre evolucionado de este dichoso siglo XXI no puede hacer una regresión a un estadio primitivo donde las cuentas se ajustaban por manos propias y si la situación vivida lo exigía, hasta la misma muerte. El hombre religioso menos que menos puede hacer justicia por sus propias manos y más aún, “matar”, y de entre estos el cristiano, seres en abundancia por estos pagos, que está llamado a amar a los enemigos. Único amor, reclamado para el humano, válido ante los ojos de su Dios: Lc 6,27-36

Pero parece que para el hombre de nuestra sociedad diaria y ante el flagelo de los ataques de los ladrones que a cotidiano se produce y de todas las maneras imaginables y a todas las personas en todos los estratos sociales le resulta algo novelesco ser civilizado y religioso. Es hasta peligroso para la propia integridad y la de los queridos creer que la seguridad brindada por las instituciones correspondientes será provista con algo de eficacia a estas alturas. Los hechos lamentablemente demuestran que la policía, en todas sus versiones, está totalmente sobrepasada. Por otro lado martirizarse en nombre de Dios por amor a un ladrón no tiene ningún valor a los ojos del hombre actual y ni si quiera por una cuestión espiritual y trascendental…

Un ladrón no sólo se dispone a tomar lo que no es de él sino que viola domicilios, irrumpe en ambientes públicos como bancos, negocios, colectivos, confiterías, etc…amedrenta y amenaza la vida de sus víctimas con armas y no repara en matar. Muchas veces lo hace bajo el efecto de estupefacientes y alcohol y no le temblaría el pulso para violar a alguna mujer o amenazar a un niño o niña para lograr su cometido. Tampoco le interesa si violenta un anciano o embarazada. Esto lo hace porque siente que tiene venia para poder ejercer su maldad. Por lo tanto, este tipo de sujeto despreciable y por supuesto más que primitivo no amerita pertenecer a una sociedad civilizada y menos aún ser amado en nombre de algún Dios. Esto demuestra a la vez que hay un gran déficit en lo que corresponde al accionar social y religioso para que se generen este tipo de individuos.

El sentido común sabe que es totalmente imprudente por parte de cualquier persona no estar alerta de un ataque por intento de robo. Estar atentos y en actitud de defensa por uno y por los de uno (con respecto a este tema ver el código de derecho penal Argentino art.34, código de derecho civil art.2470 y el catecismo de la Iglesia Católica en sus N° 2263-2267). Al menos hasta que el estado de indefensión termine es del todo coherente hacer uso del derecho a la defensa propia ante la agresión.

Buscar las causas que producen la cultura del robo sería del todo solucionador para atacar este mal que tanto daño hace. Algunos hablan de falta de inclusión, de la falta de educación; otros de falta de inversión en seguridad y del déficit en la justicia; otros de la mala legislación. También se critica a los centros penales que no readaptan a los reos a la sociedad y cosas así por el estilo. La verdad es que atacar estas cuestiones puntuales no es más que seguir parchando una realidad de decadencia de la persona humana ya que ser chorro o no, es una decisión del todo personal y muy pocas veces podría suceder una inducción a este tipo de conducta.

El problema es complejo como algunos dicen y es verdad. Tan complejo como la misma persona humana.

Hugo Luis Daher

– Notas relacionadas:

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