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lunes, agosto 18, 2025

Nuevo Aniversario de la Sociedad Italiana

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Los cuatro grupos estuvieron bien conducidos por el maestro Luis Benavidez que entregó la obra de modo acorde con su poderosa importancia dentro de las creaciones sacras de Vivaldi que se calculan en unas seis decenas.

Salta, domingo 31 de agosto de 2014. Parroquia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Solista: Myriam Molina (soprano). Coro Suono Libero y Orquesta Juvenil de la Sociedad Italiana. Coro Ergo Sum de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Jujuy. Camerata Jujuy de la Secretaría de Cultura. Directores Maestros Efraín Escalante, Andriy Chornyy, Luis Benavidez, Hernán Gil y Sergio Jurado. Magnificat rv. 611 de Antonio Vivaldi. Aleluya de Wolfgang Amadeus Mozart. Concierto para contrabajo de Sergio Koussevitzky. Dos momentos del Verano de Las Cuatro estaciones de Antonio Vivaldi. Serenata de Pedro Tchaikovsky. Lacrymosa de Calixto Alvarez. Cantique de Jean Racine de Gabriel Fauré.

Creo que el redescubrimiento sucedido en la primera mitad del siglo XX de la música del notable compositor veneciano Antonio Vivaldi, ha sido una fortuna para ese momento y la posteridad. No sólo fue un aporte al conocimiento de su música instrumental, sino también al de la música coral de esa particular época del barroco. ¿Saben por qué? Porque encontrarse con el estilo polifónico del sacerdote italiano significó hallarse frente a una de las cúspides en esa materia, en esa maravillosa herramienta de la combinación vocal. Además, comenzaron a surgir elementos que hacen pensar, hoy, en la importancia y el modelo que representó el abate para la Europa central poniendo a la música de esa parte de Italia en lugar de privilegio ante compositores de la talla de Bach o Telemann. No es poca cosa.

Su Magníficat, de poderosas estructuras de acordes verticales, más las arias que la componen es una comprensión cabal de los significados que la Virgen María tiene para la cristiandad y además un homenaje de inocultable grandeza sonora. Los coros y reducidos grupos orquéstales mencionados en el epígrafe, unieron sus condiciones para entregar una interpretación mucho más que digna, reveladora de buena preparación. Los cuatro grupos estuvieron bien conducidos por el maestro Luis Benavidez que entregó la obra de modo acorde con su poderosa importancia dentro de las creaciones sacras de Vivaldi que se calculan en unas seis decenas.

Este universo destinado a la Iglesia fue precedido de un hermoso Aleluya de Mozart cantado con el arte exhibido por Myriam Molina, la soprano tucumana que suele visitarnos. También apreciamos a la Camerata Jujuy en una página del que fuera excelente contrabajista y gran director de orquesta ruso nacionalizado norteamericano Sergio Koussevitzky, dos momentos del verano de Las Cuatro Estaciones del mismo Vivaldi y una Serenata de Tchaikovski, completadas la actuación del Coro Sum Ergo con obras del cubano Calixto Alvarez y del francés Gabriel Fauré.

Con esta reunión musical, con la iglesia repleta, se conmemoró el 131º aniversario de la Sociedad Italiana local.

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