Un gentío rodeaba las instalaciones del Teatro del Huerto el 4 a la medianoche y doblaba la esquina. En la fila para entrar quién estaba: Pablo Kossiner. Todo parecía indicar que esto se las traía. Pailos pidió disculpas por la demora, con toda la onda. Su espectáculo es largo. El de las 22 terminaba cerca de las 24, 30.
“La habilidad de expresar una idea, es tan importante como la idea misma”. Aristóteles
Fernando Pailos y Gustavo Molas junto a la Compañía Makumba integrada por Leonardo Jaime, Roxana Guastella, Emilse Balas, Julio Cejas y Gisella Córdoba– que festejó sus 20 años en el escenario-, presentan este nuevo show con toques del humor consabido del Flaco y el Japo, una dupla que tienen un formato de espectáculo en el que el público se mata de risas de principio a final, mientras los chistes pasan de un humor ingenuo a un humor subido de tono. El acento cordobés ayuda en la dinámica y la frase “eh culiau” atraviesa la obra con diversos matices de intencionalidad que los espectadores reconocen como el acento Pailos.
Al inicio, un squetch sobre un vendedor ambulante que entra en la casa donde planean la Revolución Saavedra, Paso y Moreno, sirve de rompe hielos y desacartona la imagen que tenemos de la colonia. Un tipillo (Pailos) que vende limpia sables, que trata informalmente a los personajes de la historia, que usa elementos actuales para un contexto diferente y epocal, produce el humor de esta primera parte. En otro momento del show, luego de la tanda de chistes y después de una muy buena coreo de Makumba, vuelve el esquetch, esta vez con una tertulia donde Pailos es un guitarrista irresponsable que se fue de joda a lo de Mariano Moreno la noche anterior y llega tarde al concierto donde Molas toca el piano. Y Pailos actúa como si fuese un vulgarcillo hombre que guiña un ojo a una “dama antigua” para salir después con ella. Estos aciertos le dan frescura al espectáculo. Otro tramo interesante y bien logrado es cuando Makumba baila a un ritmo moderno el Himno Nacional.
Lo mejor que hace Pailos son los chistes de borrachos y de gangosos, que va renovando y siempre aparecen tan bien interpretados estos beodos y en esta oportunidad el Gangui, que uno tiene dolor de mandíbula al final, de tanto reír. Objetivo cumplido y todo bien.
Para agudizar mi mirada sobre “Oh juremos…” tengo que decir lo siguiente: le falta una especie de ironía, un humor ácido por donde se cuele la parte crítica. Si bien es cierto que hay una alegoría al Bicentenario no hay una postura ideológica sobre el asunto. De la misma manera que se nombra a Saavedra, se nombra a Moreno. Moreno es una figura superlativa de la Revolución y pudo haber aparecido algún “palito” de tinte comprometido que permita inferir qué piensa Pailos sobre la historia y sobre la traición de Saavedra si es que tiene algo que decir de esto. Contar anécdotas sobre cómo se veía antes la Revolución según lo que enseñaba Billiken sin tener un criterio o una postura sobre eso es muy light. Podría haber sido una excusa para contar cómo esta revista deformó la historia y le metió a los chicos cosas en la cabeza, todas erradas.
Le reclamo eso a Pailos, si es válido. Que ser artista también transmita un mensaje. Por ejemplo cuando el vendedor reparte paraguas para ir al Cabildo el 25, es una visión “corrida” de los hechos pues Felipe Pigna señala que había 26 paraguas en venta en un almacén y que era un objeto de alto valor, pues entonces quiénes eran los que podían comprarlos: el pueblo no, sí la aristocracia terrateniente.
Se largó un chiste bueno sobre Cristina por ejemplo pero al rato le pasó “limpia vidrios”. ¿Por qué? Así como el humor salvaguarda lo ingenuo, lo procaz, lo verde, también salvaguarda la crítica sobre lo político. Hay que meterse un poco en la cosa.
No creo que nadie vaya aprender historia con Pailos ni mucho menos, pero dar una visión crítica sobre los hechos también construye sentidos sobre el espectáculo y sobre el artista. Está muy bien divertirse sanamente pero al ser tan popular, podría convertirse en un puente entusiasta de algún saber apartado de lo escolar mal enseñado que Pigna critica y enmarca en Los mitos sobre la historia argentina. Aquí, justamente, en “Oh juremos…” aparece ese saber errado del pueblo que Pailos transporta alegremente.
En el humor Pailos saca 10. ¿Se entiende, no?
Sin Ideas? no! acorde al público
no me extraña que esta propuesta de humor fácil venda 2013 entradas en Salta y tampoco me extraña que en la cola esté Kossiner. No pidas ideas en un show light, con ideas light y sobre todo, para un público completamente light. Estas son las producciones que tienen exito acá, el muchacho de buenos aires que los trae debe estar contento, llenándose de dinero con la idiotez del público. y así estamos