Como ya sucediera antes, el maestro Roel logró el propósito pues contó con un grupo instrumental conocedor de la obra y por tanto tuvo la posibilidad de entregar también casi la profundidad de sus sentimientos.
Salta, martes 24 de mayo de 2011. Teatro Provincial. Orquesta Sinfónica de Salta. Director Mº Enrique Roel. Pedro I. Tchaikovsky (1840-1893): Sinfonía nº 6 “Patética” en si menor op. 74. Bela Bartok (1881-1945): Concierto para Orquesta SZ.116. Homenaje al 25 de mayo. Himno Nacional Argentino. Aforo.85 %.
La Orquesta Sinfónica de Salta vuelve a Buenos Aires, donde la música culta está más desarrollada, donde la crítica es la más exigente del país. Lleva un repertorio similar al escuchado esta noche. La Sinfonía nº 6 de Tchaikovsky y el Concierto para Orquesta de Bela Bartok. Un programa singular, atractivo, bien pensado, que no acepta indiferencias, que obliga a jugar con todos los recursos. Ya dije que la última sinfonía de ese notable compositor que dio Rusia, Pedro I. Tchaikovsky, casi es posible decir es su testamento musical. El autor vivió una intensa, equívoca y hasta tortuosa vida cargada de momentos felices y de otros donde la infelicidad lo sumía en la tristeza infinita. Cuando digo “su testamento musical” creo no equivocarme pues luego de su estreno, el autor perdía la vida entendiendo haberlo dicho todo. Se iba de este mundo con su tormento sexual a cuestas y ello es nudo gordiano de la difícil manera en que se debe mostrar al oyente esta partitura. Como ya sucediera antes, el maestro Roel logró el propósito pues contó con un grupo instrumental conocedor de la obra y por tanto tuvo la posibilidad de entregar también casi la profundidad de sus sentimientos. El “casi” es porque quizás más pasión, hubiera sido bien recibida. Doble mérito entonces: orquesta y conductor imbuidos de los significados de esos pentagramas alegres, otros neutros y otros terribles en ese final desesperado.
Luego llegó la notable obra que el mejor compositor húngaro del siglo XX escribiera cuando estaba al final de su vida por una destructiva enfermedad. El entonces director de la Orquesta Sinfónica de Boston, el maestro Sergio Koussevitsky, también para ayudar, le encargó ese trabajo sin imaginar siquiera que el compositor concretaría el que, para muchos, es su mejor y su última música para ser entendida por la posteridad. “Concierto para Orquesta”. Su fatal leucemia se lo llevaría a los sesenta y cuatro años. ¿Por qué usa Bartok la palabra concierto que generalmente se usa para páginas destinadas a un solista acompañado de una orquesta? Por la cantidad de solos a cargo de instrumentos únicos o de a pares, acompañados por orquesta. Trabajo notable, hermoso, producto de una mente superior, con sus famosos intervalos de cuarta, con un espléndido contrapunto y fugas de gran belleza. Hay un inicio tipo canción de cuna de cierta severidad que se transforma luego en acordes fúnebres. Luego el segundo movimiento donde juegan parejas de maderas o metales. Después el tercero de carácter elegíaco y además hay aún un cuarto movimiento, un breve Intermezzo, donde está la belleza de su Hungría natal, para cerrar con un desenfrenado final a puro Bartok. Como se ve, la obra es extremadamente complicada y sin embargo tuvo una buena traducción por parte de Roel y sus dirigidos. Buenos Aires tendrá un buen repertorio para revalidar los títulos que la orquesta supo ganar en sus primeras épocas.