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domingo, noviembre 24, 2024

Otra forma de corrupción en la educación superior

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Es corrupto quien vende títulos sin valor, quien enseña la ciencia del refrito y el plagio o, lo que es peor, del conformismo; quien se deja influenciar o cede ante una pataleta de algún personaje político únicamente para no desairar o enfurecer a quien lo tiene agarrado por la cola.

Recientemente, tuve la oportunidad de trabajar en una universidad privada en calidad de docente. La experiencia fue tremenda. Particularmente sentí en carne propia los defectos de un sistema educativo privado, sin control efectivo de nadie. Pero claro, la lógica hoy día es el mercado, el libre juego del mercado, donde el Estado interventor es un fantasma de Canterville que debe permanecer atado a su grillete.

Por un lado tenemos la inconciencia de lo que yo llamo las víctimas del sistema y por otro la inmoralidad victimaria de ciertos corruptos disfrazados con muy distinguido traje y maletín. A estos burócratas o administrativos se les llama por sus rimbombantes títulos de “doctor”, “licenciado” o cualquier cosa que los destaque de entre los mortales.

Ellos forman parte de un clúster de corrupción, una cadena que va desde los lamebotas hasta el último poderoso en la escala alimenticia. Porque se trata metafóricamente de eso, un divertido juego del viejo pac-man, donde el hombre es lobo del hombre y los dueños del capital y sus amigos consienten en devorarse a los que por falta de oportunidades laborales aceptan trabajar sin condiciones de ninguna clase, comenzando por una remuneración por hora que no se corresponde con el gasto ni el esfuerzo del trabajador (por ejemplo, el tiempo invertido para preparar las clases y los materiales a ser empleados). Hora que trabajás, hora que ganás. El criterio de calidad es irrelevante. Para muchos profesores horarios no hay contrato ni garantías sociales de ningún tipo. Es más, su remuneración se refleja contablemente como un simple “viático”, sin derecho a recibo (por si las moscas).

Y lo que es más grave, las víctimas están de acuerdo. Quiéranlo o no, estén o no conscientes, contribuyen a ello. Los alumnos, por ejemplo, son los corderos del rebaño. Con su apatía académica y sus mensualidades en dólares alimentan al monstruo que destina toda la plusvalía a engrosar su bolsillo o el de sus allegados, mientras una buena parte del profesorado es explotado e infravalorado. ¿Clientelismo?
El alumno proyecta un futuro, quiere ser profesional, pero bajo la lupa economicista actual ¿será competitivo? Si en principio, en su centro de estudios no hay biblioteca especializada para cada carrera, salvo una biblioteca virtual, y unos pocos libritos que caben perfectamente en un cuarto de adolescente.

Tampoco hay un compromiso ético real con el futuro de estos jóvenes. Si no desarrollan su intelecto o sus habilidades profesionales, tanto mejor, pues serán menos compitiendo por el hueso ¿Tecnología? ¿Ciencia? Bien gracias. Es sólo marketing. ¿Dobles titulaciones? ¿Para qué? ¿Para ser doblemente timado?
Inversión en investigación, actualización profesional docente, desarrollo de institutos de investigación serían una señal de avance. ¿Pero cuándo? ¿Cuando se hayan sacrificado unas dos generaciones más de jóvenes frustrados que después de 4 ó 5 años se dan cuenta que lo que estudiaron no les sirve para nada? Que no son competitivos porque no hablan ni leen en inglés, por ejemplo.

La verdadera lógica es hacer dinero. Usufructuar, hacer rentable un negocio que se supone “no lucrativo”, porque las universidades legalmente son consideradas “organizaciones sin fines de lucro”, de acuerdo con la Ley 147. ¿Pequeño vacío jurídico?

Pero así es el mercado o así son los burócratas inmorales que ven la oportunidad en la flaqueza de los desfavorecidos, de los sordos y mudos, de los ciegos sociales que todavía no sabemos torcerle el brazo, ya no al Estado, ni al mercado, en abstracto, si no a la falta de escrúpulos e irresponsabilidades sociales de personas concretas.

La peor forma de corrupción en el ámbito de la educación superior privada es la falta de compromiso con la calidad del estudiantado. Si la lógica del mercado hace ver a un estudiante como a un cliente, entonces, en vez de oro, estamos vendiéndole bisutería a nuestro cliente. Lamentablemente, lo que está en juego no es papel moneda.

– Andira Watson

2 COMENTARIOS

  1. Otra forma de corrupción en la educación superior
    La señora Watson tiene razòn en escandalizarse de la desastroza condiciòn de la educaciòn universitaria privada. Es una de las verguenzas de la Argentina. La cadena de responsabilidades y culpabilidades por esta situaciòn anòmala e inmoral, es larga, pero, paradòjicamente, empieza en las universidades nacionales, sigue en el Ministerio de Educaciòn, continùa con los padres de los universitarios, sigue con los propios estudiantes y termina con el Gobierno de la Naciòn. Los primeros culpables de que las universidades privadas existan, sobrevivan y peòr aun, crescan y se multipliquen a pesar de su bajìsima calidad, son las propias universidades nacionales. En efecto, estas y el CONICET se hacen los tontos, ciegos y mudos frente al problema, cuando tendrìa que ser, justamente lo contrario. La postura indiferente de las universidades nacionales y el CONICET frente al asunto es doblemente inmoral. En primer lugar porquè una de las funciones que las dos instituciones tienen, (y por lo cual el Estado las mantiene) es la de ser veedores y guardianes de que la educaciòn que se imparte a niños y jovenes sea de calidad homogènea y del màs alto nivel. En segundo lugar porquè las universidades nacionales pueden resolver el problema de la baja calidad de la educaciòn universitaria privada de la forma màs ràpida, efectiva y duradera posible. Lo ùnico, repito, lo ùnico, que tienen que hacer es exigir al Gobierno Nacional que no homologue los tìtulos emitidos por las universidades privadas, a menos que èstas ofrezcan a sus alumnos exactamente las mismas condiciones que las que existen en las universidades nacionales. Eso es todo, no se necesita nada màs. Pero, claro, para hacer eso se necesita honradez intelecual, solidaridad, interès efectivo por la educaciòn universitaria, clara conciencia de su importancia para el paìs y sentido del deber con el mismo.

    Los del CONICET viven en el interior de una burbuja. Como les han hecho creer que ellos seràn inmortales, estàn seguros de que el Juicio Final no les llegarà. Por tanto, no se interesaràn por nada ni por nadie. Ademàs, no les gusta que los muevan de su còmoda camita. Por consiguiente, no haràn nada

    ¿Porquè, entonces, rectores, decanos y estudiantes de las universidades pùblicas, no se ocupan del tema? Hay muchas causas, ninguna perdonable. Algunos docentes ejercen la enseñanza en ambas universidades. Ignorancia. Negligencia. Incomprensiòn del problema. Limitaciones intelectuales. En fìn. El hecho es que la inoperancia de las universidades nacionales en relaciòn a las universidades privadas, ha llevado a situaciones de extrema inequidad e inmoralidad. Por ejemplo, para controlar el nivel acadèmico de las universidades estatales, se ha creado la Comisiòn Nacional de Acreditaciòn Universitaria- CONEAU. Con las las universidades nacionales los de la CONEAU son muy severos, exìgen un montòn. Las universidades privadas han conseguido que el gobierno cree una CONEAU especial solo para ellas. ¿Que exìge la CONEAU privada a las privadas? Nada. Nothing. Zero. La CONEAU dura, la estrìcta, la oficial, a las universidades nacionales les exige: profesores a tiempo completo, bibliotècas mas o menos bièn dotadas, laboratorios, guarderìa para docentes y alumnos, salita con mèdicos y enfermeras. ¿Que exìge la CONEAU privada a los rectores y decanos de universidades privadas? Que sean bonitos y que vayan a misa los Domingos. Como consecuencia de esto, muchas carreras de universidades privadas han sido acreditadas, mientras que a carreras iguales en las pùblicas aùn les falta muchìsimo.

    Los padres y los mismos estudiantes de universidades privadas son tambièn responsables de su baja calidad. En la mayorìa de los casos, entran a una universidad privada para comprar un tìtulo. No les importa en absoluto la calidad, ni de la enseñanza, ni de los docentes. Hay que hacer notar, para finalizar, que la mala o pèsima calidad de la enseñanza superior, es una caracterìstica muy argentina. Las universidades catòlicas privadas de Chile y del Brasil, son verdaderos centros de excelencia. En las de Chile para entrar hay que vencer un examen de ingreso muy duro. O sea, prefierèn perder plata y no calidad

    • Otra forma de corrupción en la educación superior
      La educacion pública no es mucho mejor. Incluso es peor, porque con sus millones tomados de la Nación y con todo un sistema que apoya y mantiene la educación publica, libre y gratuita…aun asi el nive académico es pesimo (comparado a decadas anteriores) los indices de deserción son abrumantes y los profesores son ridiculamente irresponsables. El problema no es de las universidades privadas, es del sistema educativo mismo. Privado y publico son dos caras de una misma moneda que está devaluada.

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