Al inicio con la Obertura Tannhäuser. El grupo instrumental brindó un marco elegante a la fagotista que recibió una clamorosa ovación por su delicado trabajo. Finalmente el plato fuerte, la cuarta de Brahmns.
Salta, jueves 29 de julio de 2010. Teatro Provincial. Solista: Karina Morán (fagot). Orquesta Sinfónica de Salta. Director Titular Maestro Enrique Roel. Obertura Tannhäuser (Richard Wagner 1813-1883). Concierto para fagot y orquesta en Si bemol mayor K. 191 (Wolfgang Amadée Mozart 1756-1791). Sinfonía nº 4 en mi menor op. 98 (Johannes Brahms 1833-1897). Aforo: 87%.
Luego de un inicio ligeramente improlijo en maderas y metales, entraron los violonchelos con el tema principal de la obertura y todo se acomodó hasta el final. La orquesta fue una masa sólida a partir de una afinada cuerda con el resto a la misma altura en lo referente a calidad sonora. Entonces el caballero Tannhäuser, legendario personaje alemán del 1500, que transita entre los placeres del amor carnal y la influencia espiritual hasta llegar a la redención final no sin antes atravesar una bacanal propia de los relatos wagnerianos tan proclive al drama musical. Respondió bien la orquesta local, en una obra que ya fuera hecha tres veces con diferentes directores.
A continuación, se redujo la plantilla instrumental para el concierto de Mozart, el más tocado de los conciertos para fagot escritos por el compositor de Salzburgo. Me queda la sensación que fue un merecido premio para una de las mejores instrumentistas de la orquesta, la pequeña fagotista Karina Morán. Impecable en las figuraciones rápidas, cuidadosa melodista en los inspirados pasajes del autor, refinado fraseo en los variados solos del instrumento fueron los altos puntos de una excelente ejecución. Me queda una pregunta. No estuve en los ensayos razón por la cual no sé dónde está el mérito, si en el grupo orquestal o en la atinada visión del maestro Roel para acompañar a la solista. El grupo instrumental brindó un marco elegante a la fagotista que recibió una clamorosa ovación por su delicado trabajo.
Finalmente el plato fuerte. La cuarta de Brahmns es la última sinfonía del compositor de Hamburgo. Tiene un inicio amable con sus nueve dúos de notas que directores como Rattle se dan el lujo de indicar mas que con pequeños movimientos de cabeza, como quien invita a alguien a su casa, lo recibe y le brinda el mejor lugar de la estancia para que tome asiento. Otra vez la cuerda fue protagonista de un inicio que promete lo que viene después.
Sorprendió Roel con un sonido centroeuropeo y sorprendió más aún cuando encontró la manera de destacar todas las influencias y referencias gitanas que tiene la obra. Fue una dirección limpia que no se redujo a marcar el compás sino que estuvo atenta a los diferentes pasajes importantes dentro de la agrupación sinfónica. Y la orquesta otra vez respondiendo bien. Quien recuerda la última interpretación de esta sinfonía, habrá notado diferencias a favor de esta ejecución en lo relativo al entramado sonoro con lo que el resultado final es posible tildarlo de bueno. De a poco se van conociendo el maestro y sus dirigidos por lo que es atinado esperar más progresos aun. El bis, fue una brillante Danza Húngara nº 5 del mismo Brahms.
Otra vez teatro lleno
Cito: » Me queda una pregunta. No estuve en los ensayos, razón por la cual no se en dónde está el mérito, si en el grupo orquestal o en la atinada visión del maestro Roel para acompañar a la solista.»
Hasta donde yo se, y no se mucho, pero soy asiduo participante de los conciertos y un melomano empedernido, el mérito de acompañar, esperar, sostener, y no tirarle la orquesta encima a los solistas es del director.
Respeto muchísimo su punto de vista en cada una de sus críticas y me llama poderosamente la atención ese comentario.
Gracias y un gran saludo.
Otra vez teatro lleno
La verdad me gustaría comentar al respecto de éste artículo, lo voy a hacer a sabiendas de que el comentario estᨠmoderado a priori¨o censurado y aunque sea un comentario a puertas cerradas, me da igual.
Al asistir a éste último concierto creo que finalmente con la Obertura Tannhäuser, se abrió una puerta que dejó pasar el primer destello de luz que dejó ver lo que realmente es capaz la Orquesta Sinfónica de Salta.
El comienzo desprolijo se debió a una sola nota de uno de los cornos sin entrar en mas detalles.
De todas formas el detalle técnico, no permitió que el espíritu in crescendo que se logró a lo largo de toda la Obertura, se quebrantara.
En Mozart sin embargo, siendo un concierto para instrumento solista y orquesta, todavía subsiste, a mi parecer, la errónea concepción del ego de los violines sobre el instrumento que cuenta su historia, en lo que respecta al nivel sonoro.
Más aún tratándose de un instrumento de baja frecuencia como lo es el fagot.
Tema de vieja data ya y la solución estriba quizá en contrarrestar con un poco de actitud de los bajos, en éste caso los violoncellos, con un sonido más presente usando un staccatto menos lineal obigando de alguna forma a hacer que los violines in concerto escuchen lo que sucede a su alrededor permitiéndo de ésta forma, el juego necesario que contiene Mozart y que no se escribe en cada frase o compás en la partitura.
Igual Roel es muy apropiado para Mozart brindando la libertad necesaria para su natural desarrollo.
El mérito en éste caso es de Karina, y de Roel que empieza a apostar por sus músicos.
Y Brahms fué solo el postre en éste contexto debo decir. Porque si bien es una muy buena obra y fué bien interpretada, no es un repertorio con el cual la Orquesta Sinfónica de Salta se luzca.
Demos la bienvenida al espíritu musical en nuestra Sinfónica y que en ella se regocije.