Decenas de miles de activistas convocados por el líder camionero Hugo Moyano protestaron ayer miércoles durante el primer mitin en la histórica Plaza de Mayo de un sector de la central obrera peronista CGT que enfrenta a la presidenta Cristina Kirchner.
«Esta protesta es un llamado para convencer al Gobierno que abandone la soberbia. No nos gusta la forma de imposición que tiene como si fuera una dictadura», dijo Moyano en un palco a espaldas de la Casa Rosada.
El jefe de la central sindical y del poderoso Sindicato de Camioneros pasó a la oposición y desafió a Kirchner con una demostración de fuerza, con el argumento de reclamar la eliminación del impuesto a los salarios y la restitución de subsidios familiares a los trabajadores.
«Se dicen (los gobernantes) peronistas y nos atacan cuando estamos reclamando lo que es legítimo. Como le dijo Evita (Perón) al general (expresidente Juan Perón): no te olvides de los pobres que no te van a traicionar. Yo no me olvido de los trabajadores», sentenció el dirigente.
Moyano fue un aliado táctico de los gobiernos del fallecido presidente Néstor Kirchner (2003-2007) y de su esposa y sucesora (2007-2011, reelegida hasta 2015), y jamás les había organizado una protesta, pero saltó de vereda ante la amenaza de ser eyectado del liderazgo sindical.
La mandataria, que este miércoles viajó a San Luis para un acto, está embarcada en echar a Moyano del liderazgo y encumbrar al líder del poderoso sindicato metalúrgico, Antonio Caló, con miras al congreso de la CGT el 12 de julio, según especialistas.
Al rechazar acusaciones de dirigentes oficialistas de que la protesta que incluyó una huelga de unos 250.000 camioneros tenía propósitos destituyentes o golpistas, Moyano dijo que «Cristina no se va a ir hasta que cumpla el mandato».
«Y yo voy a renovar mi mandato en la CGT», prometió el sindicalista a la multitud que evitó cantar estribillos contra Kirchner y sólo coreaba «¡Hugo, Hugo!».
En un discurso en cadena nacional el martes, la jefa de Estado exhortó a los huelguistas opositores a «cesar las ‘operaciones’ porque esta presidenta no es ‘operable’ políticamente».
En su apoyo, el sector antimoyanista de la CGT publicó un aviso pago en medios de prensa donde critica a Moyano acusándolo de buscar «un mezquino beneficio personal, unirse a la Sociedad Rural y los dueños del capital, con una clara intencionalidad política».
La declaración anticipa la fractura que se avecina en la CGT, que cuenta con ocho millones de afiliados, con un sector hegemonizado por Moyano y otro por los antimoyanistas de Caló.
«Moyano está dispuesto a mantener la lucha con la Casa Rosada, de la cual depende no sólo su permanencia al frente de la CGT, sino también su sobrevivencia política y sindical», dijo el miércoles a la AFP el politólogo y analista Rosendo Fraga, director del centro de estudios Nueva Mayoría.
Fraga afirmó que «Kirchner enfrenta el desafío sindical más importante en los nueve años que lleva el kirchnerismo en el poder».
El momento de la huelga y movilización no es el mejor para Kirchner a raíz del freno a una economía dinámica que crecía desde 2003 a un promedio del 8% anual.
«No hay espacio para ambos. Son como dos trenes de frente a punto de chocar», analizó el sociólogo y politólogo Jorge Giacobbe, titular de la consultora homónima y asesor de Transparencia Internacional.
La fortaleza de la economía, médula espinal de la popularidad del kirchnerismo, está en vías de quebrarse por impacto de la crisis mundial, donde Europa no se estabiliza y Brasil tampoco arranca, según la consultora privada Bein y Asociados.
La inflación real, para colmo, ronda el 25% o 30% anual según estudios privados, pese a que las desprestigiadas cifras oficiales la ubican en menos del 10%. (AFP)