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domingo, junio 29, 2025

Plumada, trago amargo para la Cultura de un funcionario ejemplar

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El periodista Andrés Gauffín asumió el cargo de coordinador general de Bibliotecas y Archivos de la Provincia con el propósito de promover la lectura y trabajar por la Cultura de Salta. Pero se negó a entregar archivos a Plumada y se tuvo que ir.

Gauffín no quiso revelar el motivo de su alejamiento del cargo, pero en una actitud de transparencia infrecuente y loable, el propio secretario de Cultura de la Provincia, el historiador Gregorio Caro Figueroa no tuvo problemas en explicar lo que pasó.

Andrés Gauffín aparecía como una incorporación de lujo al gobierno de Urtubey, dada su destacada trayectoria como periodista y su profundo interés por todo lo que tenga que ver con la Cultura de Salta.

Además de su capacidad, su honestidad y seriedad estuvieron siempre fuera de toda duda. Es por ello que su alejamiento del cargo a poco tiempo de haber asumido llamó la atención y despertó curiosidad.

De pronto quedó fuera de un plumazo, mejor dicho de una Plumada.

Como coordinador general de Bibliotecas y Archivos de la Provincia, Gauffin era además el director del SIPADA (Sistema Provincial de Administración de Documentación y Archivos). Y es allí donde tomó una decisión drástica y coherente para un funcionario dispuesto a corregir rumbos e introducir cambios que marquen una clara distinción con el corrupto régimen anterior. Decidió rescindir el contrato del área bajo su cargo con la empresa Plumada y disponer que no se le entreguen documentos ni archivos.

El increíble y extraño negocio que implica la transferencia de cuantiosos fondos del estado a las arcas de una empresa privada para la guarda de la documentación oficial mereció en su momento el repudio de académicos de la Unsa, periodistas, investigadores, políticos y sindicalistas. Fue señalada reiteradamente la inconstitucionalidad de la operación y se hicieron públicas las sospechas sobre un meganegociado por el que se perjudicó al estado para favorecer oscuros intereses particulares.

Los gremialistas Miguel Rojo y Sergio Ibarra denunciaron que lo que se buscaba era «borrar las huellas de la corrupción». Es que en una de las claúsulas más indignantes del contrato que favorece a Plumada -a la que Romero también entregó Aguas Palau– se establece que la firma no se hace responsable por la pérdida, sustracción o destrucción de la documentación ya que ante esa eventualidad sólo debe devolver el costo papel del material desaparecido.

Gregorio Caro Figueroa no sólo no respaldó la determinación que tomó Gauffín de cortar, en resguardo del interés público, esa relación entre el estado provincial y la empresa Plumada sino que se opuso a ella y le pidió la renuncia cuando comprobó que el periodista no estaba dispuesto a cambiar su actitud. Y esta diferencia entre ambos resulta interesante por cuatro motivos:

1. Gori y Gauffín son amigos, y al parecer esa amistad no habría resultado afectada por esta situación.

2. La diferencia parece de forma y no de fondo. Gori Caro concurrió a la Legislatura en su momento a presentar los reparos de la Asociación de Periodistas de Salta (que presidía) a la privatización de la guarda de archivos públicos. Pero entendió que no correspondía a un funcionario del rango de Gauffín rescindir un contrato como el celebrado con Plumada porque debían guardarse las formas legales para evitar un posible perjuicio al estado por un reclamo en sede judicial por su incumplimiento. Su criterio -acorde al prurito extremadamente legalista que aqueja al gobierno de Urtubey- es que lo máximo que se puede hacer desde su secretaría es enviar este caso a la UNIREN, la Unidad de Revisión y Renegociación de Contratos.

3. La presunción de que Fernando Yarade podría estar de algún modo vinculado al «caso Plumada» pondría cualquier decisión -como la que terminó eyectando a Gauffín fuera de la órbita de Cultura- bajo un paraguas gubernamental en vistas a que muchos consideran al titular de la Consultora Pluss como una suerte de «gobernador en las sombras», dada su gran influencia en el esquema del poder que hoy maneja Salta.

4. En una secretaría en la que se mantienen atornillados y respaldados en sus cargos un jefe de prensa condenado por la justicia y acusado de coimero, un administrador general señalado como una suerte de Atila que arrasó con documentación y bibliografía en su retirada de la filial local del Instituto Nacional de Teatro y un director del Teatro Provincial sospechado de plagio -todos ellos considerados «buenos funcionarios» por Gori Caro– la actitud de Andrés Gauffín es ejemplar y es insólita.

No le importó jugarse el cargo y volver al llano por defender con firmeza y convicción una decisión que puede ser formalmente objetada, pero que sin duda es un ejemplo de honestidad, desprendimiento y coraje. En ese sentido podemos decir que Andrés no nos defraudó. Los que lo conocemos sabemos bien que esto era lo menos que podíamos esperar de él. Incluso es un mérito suyo alejarse en silencio, cuando podría haber hecho público el motivo de su salida y ocasionar así un daño político y moral a quienes lo convocaron primero y lo echaron después.

Para la reflexión:

Si queréis conocer a un hombre dadle poder (Confucio)

El poder no te cambia, te muestra tal cual sos (grafitti anónimo)

La humanidad descubrió cómo dividir el átomo, pero no cómo lograr que gobiernen los mejores (Alberto Einstein)

Lo que corrompe no es el poder, sino la necesidad de mantenerse en el poder (Daniel Isa)

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1 COMENTARIO

  1. Plumada, trago amargo para la Cultura de un funcionario ejemplar
    Felicitaciones y un abrazo para Andrés Gauffin, que honra la memoria de su padre, Alejandro Gauffin, padrino mío así como Andrés era ahijado del mío. No se podrá creer en este gobierno hasta que, por lo menos e inmediatamente, anule ese odioso contrato. Pero ¡ay! cada vez que visito Salta observo lo mismo: indiferencia, acomodamiento, miedo al qué dirán, conformismo, fatalismo.

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