La rentabilidad de las PyMES se deterioró en 2015. Según una encuesta realizada por CAME entre 670 pequeñas y medianas empresas del comercio, la industria y el agro, en mayo el 69% de esas firmas operó con rentabilidad negativa o nula. Sólo 31% de las PyMES consultadas declaró haber finalizado el mes con rentabilidad positiva.
La situación es delicada porque además de poner en riesgo a miles de empresas y empleos, la caída en la rentabilidad impacta automáticamente en la inversión, ya que la mayoría de las PyMES la financia con su tasa de ganancias. Y sin inversión productiva, se resiente la productividad de la empresa y se incrementan las distorsiones de la economía.
Las más afectadas son las empresas del sector agropecuario (extra-pampeano), donde el 18,9% de las firmas consultadas señaló estar operando con rentabilidad nula este año y 58,9% con rentabilidad negativa. Le sigue el comercio, donde el 31,5% informó estar en el punto de equilibrio y 42,5% por debajo, y luego la industria con 49% de empresas con rentabilidad nula y 12,2% negativa.
Fuente: CAME, sobre 670 empresas (288 industrias, 292 comercios y 190 agropecuarias).
Realizada en junio 2015 sobre datos de mayo.
Los niveles de actividad económica insuficientes, las subas en los costos, la carga fiscal creciente y la crisis por la que atraviesan muchas economías regionales, son algunas de las grandes causas que explican la fuerte reducción en los márgenes de ganancias y la pérdida de rentabilidad en las empresas chicas y medianas. A su vez, el deterioro en la cadena de pagos ha sido muy fuerte en los últimos meses, donde crecieron los cheques rechazados entre las PyMES y se incrementaron los costos financieros.
En la industria PyME, donde la producción acumula 22 meses en baja, los problemas de rentabilidad se vienen arrastrando desde hace varios años. Pero en 2015 se están alcanzando niveles mínimos con pocas firmas obteniendo ganancias. Para mejorar esa ecuación, las industrias van realizando reacomodamientos para reducir costos y mejorar los márgenes que les garantice evitar opciones más dramáticas, como son los despidos o el cierre. No obstante, en mayo la mayoría reportó que no obtuvo rentabilidad.
En el comercio, en tanto, a pesar de que la actividad se recuperó este año frente a 2014, la rentabilidad tuvo poca mejora, básicamente porque las subas de costos no fueron absorbidas por los ajustes en los precios de venta, ya que muchas empresas de ese rubro se ven obligadas a sostener los precios para mantener la demanda, o a efectuar descuentos generosos por pagos en efectivo para hacerse de liquidez o evitar la extensión o corte de la cadena de pagos. Uno de los rubros más complicados es bares y restaurantes, donde las subas en los alquileres, insumos e impuestos, están llevando a que la mitad de los negocios opere por debajo del equilibrio.
En el agro la situación es más preocupante porque muchas economías regionales se ven amenazadas por la combinación de costos altos y crecientes, baja demanda interna, dificultades climáticas, trabas para ingresar a determinados mercados externos y un tipo de cambio retrasado que le resta competitividad a la producción nacional.
Los bajos niveles de rentabilidad y la gran proporción de empresas operando por debajo de los niveles de equilibrio están aumentando los niveles de endeudamiento, y obligando a postergar el pago de algunas obligaciones, entre ellas las fiscales, porque es la única vía que encuentran las empresas para no quedarse sin liquidez.
Esos retrasos generan consecuencias muy negativas, no sólo porque se le reduce la capacidad de financiamiento a la PyME (que de por sí es escasa), sino porque luego deben ponerse al día pagando intereses y multas, o ingresando en moratorias para pagar deudas pasadas que afectan la liquidez y la rentabilidad presente de la empresa.
Las PyMES se enfrentan a una coyuntura donde necesitan tener altísimos volúmenes de ventas para ser rentables, una condición que el mercado actual no está en situación de garantizar. Incluso en el comercio, donde las cantidades vendidas en algunos rubros son buenas, la mayoría opera sin rentabilidad. Ya en 2013 y 2014 eso generó más cierres de empresas que aperturas, y en 2015 todo indica que esa tendencia se acentuaría.
Si bien la solución a este difícil panorama no es única, se podría comenzar reduciendo el costo fiscal, que es uno de los costos que más ahoga a la PyME en la actualidad.
– Buenos Aires, 28 de junio de 2015
– Prensa CAME