Ya son seis los chicos que tomaron la determinación de quitarse la vida. Las autoridades educativas expresaron preocupación y la Justicia ya investiga las muertes.
En la provincia de Salta, el pueblo de San Antonio de los Cobres está viviendo días de consternación tras diversos casos de suicidios de alumnos y ex alumnos de la escuela Sagrado Corazón de Jesús.
A 180 kilómetros de la capital salteña se encuentra San Antonio de los Cobres, una población de tan sólo 7.000 habitantes. Según sus habitantes, es un pueblo tranquilo, que comenzó a inquietarse cuando a principios de marzo, en los pasillos de la escuela se escuchaba la palabra “suicidio”.
El pasado 20 de abril, una chica de 16 años (que estaba embarazada) se dirigió a su casa luego de asistir a clase y se ahorcó. En el mismo mes, además de esta joven, se mató un ex alumno del Sagrado Corazón de Jesús arrojándose de un puente de 40 metros. Anteriormente, también tuvieron el mismo final dos estudiantes de la misma institución. Y el lunes de la semana pasada, el director del establecimiento, junto a dos docentes, salieron en busca de una desesperada alumna a quien lograron salvar.
Las autoridades educativas, profesores y padres, atribuyen los hechos al consumo de alcohol y a la falta de lugares de recreación para los jóvenes. Hace unos meses el Intendente cerró el polideportivo local, recinto donde se reunían los jóvenes de la localidad. Sin embargo, un profesor del Colegio Sagrado Corazón desde 1996, denunció que “hay un desamparo en el desarrollo de los chicos” y que el Ministerio de Educación provincial «ignora el tema aludiendo falta de presupuesto. Los políticos usan a los jóvenes y luego olvidan sus problemas”, remarcó el docente.
En Tucumán, la situación es un tanto diferente, si se tiene en cuenta que los suicidios que se registraron en los últimos días, sucedieron en la capital de la provincia, donde abundan lugares recreativos para los jóvenes.
El 12 de abril una adolescente de 14 años de un colegio de la capital tucumana se quitó la vida. Quince días después, otra chica de la misma institución tomó igual decisión. En el velorio de esta última, dos jovencitas que eran compañeras entraron en crisis y tuvieron que ser internadas en el Hospital Padilla, donde aún permanecen. Una de ellas, confesó, en medio de un ataque de nervios, que era “la próxima de la lista”.
Las muertes de las alumnas, alertaron a los padres y a las autoridades educativas de la provincia, que ya comenzaron a tomar medidas. El equipo de Salud Mental del Sistema Provincial de Salud (SIPROSA), días pasados, encabezó una charla de la que participaron padres y docentes de la institución.
En tanto, la Justicia tomó cartas en el asunto. El fiscal Carlos Sale firmó el secreto de sumario de la causa que investiga la muerte de las dos estudiantes. De ahora en más la investigación judicial continuará bajo esa modalidad con la intención de determinar si hubo instigación o no al suicidio. Sale, además hizo un llamado a los familiares y a la comunidad en general para suministrar información.
Varias hipótesis intentan explicar lo ocurrido. Las conjeturas van desde pactos de silencio y muerte (con una nómina de integrantes dispuestos a acabar con su vida) hasta ritos de brujería y espiritismo. A esto se suma, una serie de datos dispersos que han comenzado a circular y que tienen que ver con llamadas a los celulares de las alumnas desde números desconocidos; mensajes de texto con amenazas, y comentarios y fotos en las redes sociales.
Los padres de los alumnos del colegio, por su parte, reclaman celeridad en la prevención y en la investigación.
– El cívico
Información necesaria
Suicidio adolescente
El suicidio es la tercera causa de muerte más frecuente para los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, y la sexta causa de muerte para los de entre 5 y 14 años. Los adolescentes experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos, presión para lograr éxito, inquietudes financieras y otros miedos mientras van creciendo. Para algunos adolescentes, el divorcio, la formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros, o las mudanzas a otras nuevas comunidades pueden perturbarlos e intensificarles las dudas acerca de sí mismos. En algunos casos, el suicidio aparenta ser una «solución.» La depresión y las tendencias suicidas son desórdenes mentales que se pueden tratar. Hay que reconocer y diagnosticar la presencia de esas condiciones tanto en niños como en adolescentes y se debe desarrollar un plan de tratamiento. Cuando los padres sospechan que el niño o el joven pueden tener un problema serio, un examen psiquiátrico puede ser de gran ayuda. Muchos de los síntomas de las tendencias suicidas son similares a los de la depresión. Los padres deben de estar conscientes de las siguientes señales que pueden indicar que el adolescente está contemplando el suicidio. Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan que si el joven presenta uno o más de estos síntomas, los padres tienen que hablar con su hijo sobre su preocupación y deben buscar ayuda profesional si los síntomas persisten.
• Cambios en los hábitos de dormir y de comer.
• Retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales.
• Actuaciones violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la casa.
• Uso de drogas o del alcohol.
• Abandono poco usual en su apariencia personal.
• Cambios pronunciados en su personalidad.
• Aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse, o deterioro en la calidad de su trabajo escolar.
• Quejas frecuentes de dolores físicos tales como los dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado emocional del joven.
• Pérdida de interés en sus pasatiempos y otras distracciones.
• Poca tolerancia de los elogios o los premios.
El adolescente que está contemplando el suicidio también puede:
• Quejarse de ser «malo» o de sentirse «abominable.»
• Lanzar indirectas como: «no les seguiré siendo un problema», «nada me importa», «para qué molestarse» o «no te veré otra vez.»
• Poner en orden sus asuntos; por ejemplo, regalar sus posesiones favoritas, limpiar su cuarto, botar papeles o cosas importantes, etc.
• Ponerse muy contento después de un período de depresión.
Si el niño o adolescente dice, «Yo me quiero matar» o «Yo me voy a suicidar», tómelo muy en serio y llévelo a un psiquiatra de niños y adolescentes o a otro médico para que evalúe la situación. A la gente no le gusta hablar de la muerte. Sin embargo, puede ser muy útil el preguntarle al joven si está deprimido o pensando en el suicidio. Esto no ha de «ponerle ideas en la cabeza»; por el contrario, esto le indicará que hay alguien que se preocupa por él y que le da la oportunidad de hablar acerca de sus problemas. Con la ayuda de la familia y con tratamiento profesional, los niños y adolescentes con tendencias suicidas se pueden recuperar y regresar a un camino más saludable de desarrollo.
– Tucumán Noticias