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domingo, noviembre 24, 2024

¿Qué tomás, Cacho?

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Cuantas sensibilidades adversas me hubiera evitado, si no entraba a ese boliche o si el mozo hubiera, simplemente, atendido la mesa, sin agregar supuesta familiaridad.

Situación común y repetida (sin tiempo) pero con específico espacio confiteril. Convengamos que ningún mozo tiene la obligación de conocernos, más aún saber nuestro nombre de pila, pero es desconocer una regla básica de las Relaciones Humanas: cómo tratar a las personas. Cuando uno se sienta en una confitería, no pretende la amistad del mozo, tampoco tenerlo de interlocutor de una exposición, aun menos de convite circunstancial; simplemente pretende ser atendido con un mínimo de consideración y en lo posible sin excesos de confianza. Sin necesidad de hacer un esfuerzo de reflexión, estoy atento al sentido común, en que contemplo y recuerdo que para cualquier persona, su nombre es el sonido más dulce e importante en cualquier idioma. Este solo reconocimiento hace que la persona se sienta importante (al menos cómoda) y pueda pasar (en esa confitería) un momento agradable.

La forma sencilla de zanjar esta “supuesta” molestia hubiera sido, acercarse al subscripto, encararlo, preguntarle su nombre, para no caer en la misma torpeza y (suavemente) explicarle que no somos “cacho” ni “el hombre” tampoco tenemos la pretensión de “Señor” como un título de nobleza, simplemente porto un nombre de pila, que amorosamente me adjudicaron mis padres y el que, históricamente, llevo con orgullo en el transcurso de estos años de vida. Escucharlo es un enorme halago.

Siempre tengo presente al tratar a los demás que no somos criaturas lógicas (incluso conscientes), sino dominadas (generalmente) por nuestras emociones, llenas de prejuicios e impulsadas por actitudes irracionales como el orgullo y la vanidad. Somos pura esencia narcisista, pequeñas vanidades de entrecasa.

NARCISISMO

En psicoanálisis se entiende por narcisismo una forma de estructuración de la personalidad, y una etapa del desarrollo del ser humano. Distinguen los psicoanalistas dos tipos:

– 1) El narcisismo primario de los primeros meses de la existencia, donde el niño dirige todas sus energías a la satisfacción de sus necesidades. De una manera general, se refiere, con el término de narcisismo primario, al momento en que el niño se toma a sí mismo como objeto de amor, antes de elegir objetos externos. Todo su erotismo y/o energía libidinal es autodirigida y el mundo exterior no existe.

– 2) El narcisismo secundario, es un concepto que refiere en la extensa obra freudiana a dos ideas distintas:

a) Una forma de designar estados mentales patológicos (narcisismo esquizofrénico, por ejemplo, o en la «neurosis narcisista», que es modo como Freud denominó inicialmente las psicosis, también a lo que hoy se llamaría depresiones mayores o endógenas) donde la investidura libidinal que previamente estaba puesta en objetos recae ahora, regresivamente sobre el yo.

b) Una estructura estable (Yo realidad definitivo), donde no hay psicosis, porque existe equilibrio desde el punto de vista económico (flujo de energía psíquica libidinal). Las investiduras (catexia) estarían repartidas armónicamente entre los sistemas y los objetos; desde el punto de vista tópico se puede afirmar que el componente estructural «ideal del yo» y superyó definitivo, se generan a partir del llamado sepultamiento del Complejo de Edipo.

Como reconocer que el mozo, en su espontánea modalidad (por nada, descortés) me tocó la sensibilidad interior, en que pretendía ser llamado por mi nombre de pila (o el apellido, que ya es casi un apodo identificativo); es decir me hincó el narciso particular, que lo adivinara o al menos hiciera como Yo, que me dirijo al desconocido u olvidado, como hermano. Creo que suena mucho más humanitario y menos canchero (sobrador) y agresivo que la manera usada. Curiosamente el nombre propio forma parte de una compleja estructura elemental de significación que relaciona (articula) modos contradictorios/contrarios y complementarios y en su conjunto constituyen una categoría semántica, apoyada en un eje semántico. A saber:

Cacho…(1)……..Juan Pedro

No cacho…(2)…no Juan Pedro

En donde (1) es la relación de contrarios/(2) la relación de subcontrarios/(3) las verticales las relaciones de contradictorios (Cacho-No Juan Pedro) y (4) las verticales complementariedad (Juan Pedro-No Cacho). Todas las relaciones conforman un cuadro semiótico, con una categoría semántica; en donde Cacho es contrario de Juan Pedro/contradictorio de No Cacho y complementario de NO Juan Pedro.

Cuantas sensibilidades adversas me hubiera evitado, si no entraba a ese boliche o si el mozo hubiera, simplemente, atendido la mesa, sin agregar supuesta familiaridad. No es cierto Cacho. Quizá habrá otras aristas ideológicas, pero no es aquí mi intención hacer este análisis.

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