Madres de barrios humildes del sudeste de esta capital recogieron en la Plazoleta IV Siglos tres mil firmas que apoyan su reclamo por la creación de un centro de rehabilitación para chicos adictos al paco. La propuesta de Salta 21 ¿es utópica?.
Un gran cartel colocado sobre el costado del Cabildo histórico, una carpa anaranjada y la voz lastimera de una mujer sentada dentro de ella que pide -casi implora- a la gente que se acerque, que sume su firma a la nota de reclamo al gobernador Urtubey para que cree un Centro de Rehabilitación para chicos adictos al paco.
La que habla es Rina Barnichea y advierte -micrófono en mano- a través del parlante: «el único que no ve lo que está pasando en Salta con el paco es el señor gobernador».
Ella es una de las Madres Autoconvocadas en la la lucha contra el paco. Vive en el barrio 20 de Junio. Su hijo de 17 años está internado en una comunidad terapéutica de Buenos Aires.
La señora Rodríguez la acompaña. Su marido está sentado junto a ella, mientras explica que ninguno de sus hijos es adicto. Pero a pesar de que su barrio -el 26 de marzo- es pequeño, allí hay 60 chicos adictos y 19 puestos de venta de paco, prácticamente uno por cuadra.
Dice que ella siempre llevó a sus niños a la escuela y los fue a buscar, que los hizo practicar deportes, que imprimió cierto rigor en su educación para imponerles límites.
Cuando pasaban a la escuela y veían chicos tirados, desaseados, sus hijos le preguntaban qué les pasaba. «Están enfermos», les contestaba.
«Vivimos con miedo», dice. Su marido parece asentir con una mirada de preocupación. Como si cada día debieran librar una batalla para preservar a sus hijos de la droga que ronda en el barrio.
Cree que parte del problema es la descomposición familiar que arroja a los chicos a la calle. Cuenta que en su hogar es su marido el que trabaja y que ella prefirió quedarse en la casa para acompañar más a sus hijos y cuidarlos mejor. Lamenta que haya padres incapaces de poner límites, que sólo les hablan un par de veces a sus hijos y luego se resignan si ellos abandonan el colegio y comienzan a drogarse. Por lo general ambos padres tienen que salir a trabajar y no están en todo el día en la casa. Muchos viven sólo con la madre. Los chicos quedan solos. Los más grandes se hacen cargo de los pequeños. La maternidad precoz -advierte-, las chicas que se embarazan a los 12 o 13 años, tiene que ver también con el paco.
«Lo que debe hacer el gobierno es crear un gran centro de recuperación de puertas cerradas», señala. Insiste que tiene que ser de puertas cerradas porque si los chicos salen el fin de semana vuelven a drogarse. La señora Rodriguez cree que el gobernador no tiene idea de la dimensión del problema. Lo que han hecho -denuncia- es reservar 20 camas en hospitales, sin ningún programa serio de recuperación.
Esas 20 camas alcanzarían apenas para un tercio de los adictos de su pequeño barrio -donde ella cree que está el foco más crítico de la adicción al paco en la ciudad de Salta- pero luego están los adolescentes que consumen paco en 20 de Junio, Lavalle, Santa Ceciclia, San Ignacio, Solidaridad y todos los otros barrios. Dice la señora Rodríguez que muchos de los adictos terminan suicidándose, luego de vender sus pertenencias y las de su familia para comprar la droga y caer en el delito.
«Usted ha conseguido su nota, pero ha impedido que mi amiga me cebe mate», le dice sonriente Rina Barnichea al cronista de Salta 21. Por un momento el tono de dolor y angustia con el que convocaba a los transeúntes a apoyar su lucha parece disiparse y da paso a un hálito de cordialidad, esperanza y hasta un poco de humor.
Las madres han recogido más de tres mil firmas. Hoy jueves a las 10 marcharán hacia el Grand Bourg para entregar el petitorio al gobernador. Exigen la creación de un Centro de Rehabilitación de puertas cerradas para adictos al paco.
Propuesta Salta 21
Juan Manuel Urtubey es el empleado más caro que tenemos los salteños y nos pide austeridad por la crisis, mientras sus funcionarios pasean por el mundo. Bueno sería que él abandonara la residencia oficial con sus inapropiados lujos monárquicos que pesan sobre el erario público y aprovechara su fortuna personal para pagar -como cualquier vecino- el gas, la luz y los impuestos en su propia casa. De ese modo se prodría destinar el «Palacio de las Costas» al gran centro de Rehabilitación que piden las Madres Autoconvocadas en la lucha contra el paco.
Nota relacionada:
– El paco, la droga callejera
http://www.salta21.com/spip.php?article302&var_mode=calcul
Ojo que los adictos van a destruir el Palacio!
Estoy de acuerdo que el gobernador no puede vivir en un Palacio a costa del pueblo. Pero hay que ver que es patrimonio de todos los salteños y puede ser buena idea que sea un centro de recreación o museo pero no entregarlo a los adictos que estoy de acuerdo que tienen que rehabilitarse pero en otro lugar porque ellos tienen problemas conductuales graves y van a destrozar el palacio. Por eso les digo que no me parece su propuesta. Que se vaya el gobernador a vivir a su casa y no a Las Costas con nuestro dinero pero que no se la den a los adictos.