Como una mañana que recién se despereza; como en una noche de paz rebelde; como en un Tiempo azul que hilvana duendes del recuerdo; como se dice nostalgia en la lengua de los ángeles, así vienen los colores de la dicha. (Versos del Dr. Adrián López).
Les habíamos prometido a nuestros lectores la segunda parte de la entrevista que iniciáramos con el escritor Adrián López. Este ha sido un nuevo final de nuestras conversaciones, acaso una puerta abierta para seguir el diálogo. Esta vez, sobre su último libro acerca de Marx.
Como un maestro Jedi…
Voy a ser irreverente un poco. ¿No es soberbio Marx cuando dice “nosotros los sabios”?, cita que insertás en tu ensayo. ¿Eso no lo “delata” como aquel tipo, según sus críticos más terribles, que dicen que en realidad, quería llegar al “punto cero” –frase mía– con la desaparición completa de las clases sociales, lo cual ocurriría exterminando a la clase dirigente? –entonces ahí sí: ¡viva el anarquismo!
– Puede ser que haya habido algo de soberbia o que él haya sido soberbio; nadie está exento de miserias, de flaquezas, de narcisismos, de egolatrías; ni siquiera yo, que procuro ser, sin demasiado éxito a veces, un Maestro Jedi, ejerciendo una gran paciencia contra los que practican una gimnasia del desprecio continuo contra mí e intentando usar la Fuerza no para atacar, sino para conocer y defenderme –esos que hacen gala de una violencia permanente, venenosa, soterrada, insidiosa, en desmedro de mi persona van desde algunos escritores y poetas (influenciados por otros a quienes se les adjudica graciosamente, el “título” de escritores y poetas…), pasando por una buena cantidad de feministas de disímiles agrupaciones, por muchos leninistas, por un elevado porcentaje de gente que se considera luchadora por los DDHH (trágico es observar cómo atentan contra el derecho humano de dejar al otro vivir en paz, de dejar de joderlo), y terminando y comenzado por un abrumador porcentaje de colegas (o sea, el establishment de izquierda y culturoso de Salta, en la cual, poco o nada me queda ya por realizar…).
No obstante, lo que rodea a los significantes que vos citás, Romi, es que la “primera” regla o ley que habría que aceptar es la del azar; en cambio, los empeñados en el saber, se dedican a formular normas que no cuentan con el azar, la indeterminación y la incertidumbre. No está enunciando pues, que él es un sabio.
Por otra lado y aunque asome contradictorio con lo anterior, él asume que es un “sabio” en el sentido de no ser un científico. Acordate que el marxismo, el sentido común instalado por los medios y el leninismo, consideran que el suegro de Longuet quiso ser un científico con todas sus fuerzas porque era un positivista cientificista, adorador del Progreso. Lo que está afirmando Marx es que él no es un científico ni un filósofo, sino un pensador o un sabio que no descuida el azar, a diferencia de los otros sabios –por supuesto, es una interpretación discutible porque se basa en lo implícito, en lo que no dice directamente.
En lo que se refiere a la disolución de las clases, no es para exterminar, asesinar, fusilar, ahorcar, etc., tal como ocurrió en las “revoluciones” del siglo XX, sino que es para que no exista más la explotación de varones y mujeres contra otros. En La Sagrada Familia y en otros escritos, el suegro de Aveling sostiene que la Revolución no es terrorismo.
Es factible que en el curso de la insurgencia por el socialismo haya muertes, algo de violencia, un poco de atropello por los DDHH, pero eso no debe ocurrir por el accionar de las clases oprimidas y del resto de los grupos subalternos, sino que si acontece, tiene que ser responsabilidad de los explotadores, de los poderosos y del resto de los conjuntos acomodados –aprovecho para aclarar que en mi marxismo, no hay “clase dirigente” sino “clase dominante” y que son los grupos privilegiados los que son dirigentes. En cualquier caso, no puede ser el resultado lamentable de una concepción jacobina, sangrienta, terrorista, autoritaria y que suspenda la libertad de reunión, la libertad de expresión, la libertad de desplazamiento, la libertad de culto, el derecho a huelga, etc., tal como ocurrió en los “socialismos” del siglo XX. Seguramente, será difícil o casi imposible; por eso es que no hay que incentivar el “odio de clase” que proponía Lenin ni creer que la “dictadura del proletariado”, que es una democracia radical auto gestionaria y cuasi anarquista, sea en los hechos, pura y simple dictadura. Por ello es que los militantes tienen que entrenarse psíquica y emocionalmente, en ser lo que adelanté hace tiempo: deben procurar ser unos Jedis sin odios, sin narcisismos, sin egoísmos, sin ira, sin mala onda, gentiles, amables, etc.; todo eso que Mao calificó de ¡“formalismo”! y de ¡”pequeñoburgués”!
Si queremos una sociedad poblada de Belleza y de relaciones humanas elevadas de trato, ¡cómo vamos a ser unos militantes atiborrados de desprecio, de resentimiento, etc.! (los militantes que conocí en Salta, incluidas las feministas, las de los DDHH y los de los partidos leninistas, excepto rarezas y perlitas, son unos gorilas feroces, prontos a destrozar al otro y salvo en las palabras, se distancian algo de la derecha y de la extrema derecha). ¿Así creen que serán capaces de hacer alguna revolución? ¡No!; lo que harán será dar rienda suelta a sus frustraciones, a sus deseos de matar, a su odio, a su intolerancia, a su destructividad. No concretarán ninguna revolución, sino una mera transformación del poder por otro orden de poder, dándoles una vez más, la razón a Foucault, Deleuze, Lacan, Derrida y a la runfla de los posmodernos, a los que les levantan altares en la Facultad, respecto a que la Historia será eternamente, la Historia de sucesiones de sistemas de poder y dominio.
palimpsestoS
Tu libro son dos libros; casi te comentaría que es como tu propio anatema –si cabe la interpretación– porque se lee la letra grande y la letra chiquita, como una especie de ruta del lector o de juego para con él…
– Aunque siempre redacto mis asuntos con abundantes notas, esta obra en particular, se halla atestada de glosas y eso ocasiona que sea en el fondo, más de dos libros. La “introducción” es una cosa, las “Conclusiones” son otra y la bibliografía son algo distinto. Es un libro que está como descoyuntado, desencajado, aun cuando no sea incoherente.
En parte, el motivo de ello fue que la temática de la obra es inmensamente aburrida, incluso para mí: es la situación de los aglomerados dirigidos y en especial, de las clases trabajadoras en la Inglaterra de 1780 a 1840. En parte también, porque la forma en que se redacta un texto ya me tiene agobiado y decidí innovar.
Vamos con lo primero. Hace unos 6 años, la Lic. Cecilia Mercado Herrera, que en ese entonces era mi Jefe de Cátedra en Historia Moderna en Humanidades, me pidió que cincelara un resumen de los volúmenes del historiador Thompson. De esa suerte de “ficha de cátedra”, que me consumió 4 años terminarla y que la Lic. Mercado tuvo la generosidad de esperarme…, fui sacando material para tipear Contratiempos y aforismos IV (http://www.fisyp.org.ar/WEBFISYP/CONTRATYAFORISMOS.pdf) y en simultáneo, elementos para redactar el libro que acabo de girar a la Universidad de Málaga, España. Este último, fue muy tedioso y avanzaba con mucha lentitud de forma que en total, me llevó 6 años de paciencia escribirlo –para investigar en serio y en hondura, es necesario ser paciente hasta la desesperación…
El hecho es que me aburría como una ostra y entonces, comencé a enriquecer sus capítulos con referencias y notas que aguardo, hagan la obra más estimulante. Buscando cómo volver interesante un enfoque que es demasiado universitario e historiográfico –de ese estilo de Historia poco creativa que se practica en Salta…–, me topé en Internet con palimpsestos disparadores como la tesina de Licenciatura de Germán Chaparro, que me condujo a retomar la cuestión del tiempo, que es un asunto que regresa siempre en mí y a propósito de Marx, el cual pinceló intuiciones realmente, impresionantes acerca de lo temporal. Como nos susurraba que era impostergable emanciparse del Imperio del tiempo, de su Tiranía, es que me permito recordar unos versos dolidos de Violeta Parra, que yo alucinaba invocar para un escrito breve sobre lo temporal, pero que no sé si podré finalmente, escribirlo:
“[…] Maldigo
los estatutos
del Tiempo
con sus
bochornos […]”
Son estos pasajes, más algunos otros supongo…, los que te llevaron a confesarme por correo privado que por la calidad narrativa y por la riqueza de metáforas que empleo, debiera pensar en dedicarme más a la Literatura –agradezco tímidamente el elogio y confirmo que por eso es que me doy a la poesía, que muchos envidiosos o estrechos de miras, la evalúan “mala”, cuando recibí aplausos sinceros de otros escritores, como el “gringo” Aguirre, Liliana Bellone, de gente de la Carrera de Letras, de quienes me escuchan sin prejuicios, etc. (sin embargo, a “Kuky” Herrán, reciente y merecidamente homenajeada, a quien admiro y quiero muchísimo –cojetar http://www.salta21.com/Homenaje-a-Teresa-Kuky-Herran.html, no le gustan mis poemas y como ella, a su pesar, ocupó el lugar de Jurado de lo que es o no Literatura en Salta, arrojó una opinión que la pudo haber dicho como un sencillo comentario, lo que fue motivo para que los que me consideran un zonzo –¡quisiera verlos leyendo la tesina de Chaparro y las ecuaciones matriciales de Sraffa!– se quedaron con ese temprano y a mi humilde juicio, lapidario parecer; de cualquier modo, “Kuky” y quien fuere tienen el derecho de no gustar de mi poesía; otra cosa es que sea “basura”…)
Decidí también, modificar lo que es una bibliografía: allí inserté dos poemas; uno de mi autoría y otro del Sr. Carlos Balmaceda. Después y en algunos libros o artículos, desplegué largos comentarios que se volvieron notas. Eso hizo que la bibliografía, que generalmente es un “fuera de texto”, se convirtiera en un fragmento del libro: es decir, la obra no acaba con las “Conclusiones” sino que continúa en las páginas casi siempre insulsas, de la bibliografía.
Los reportajes son también, una forma de hacer que quede incierto dónde termina o dónde comienza un libro, puesto que en más de una circunstancia, entrevistas o incluso, artículos periodísticos subidos a Salta 21 , figuran en la obra, con lo cual su estructura se disemina, se chorrea y se derrama por todos lados.
En otro registro de asuntos, imagino que el libro demuestra de manera concluyente aunque provisoria, que la hipótesis de los grupos sociales excavada por mí en Marx para dar cuenta de ejemplos de estratos que no son ni clase dominante ni clase dominada, tal cual se lo enrostra el anarquista apolítico Landauer a Klara Zetkin –ir a Incitación al Socialismo (1919), http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/filosofia/incitacion/indice.html (documento visceralmente anti marxista), funciona.
En el Nombre del falo
A ver si entendí algo: ¿todo el quilombo en la UNSa. vino porque desmadejaste a Weber? ¿Te convertiste en El Salvador –otra frase bíblica, además de “demonios”– de Marx? ¿Hasta qué punto llega lo que denominás “fundamentalismo inquisitorial”?
– No quisiera ahondar más acerca de lo que pasó en la institución conmigo; aunque no puedo enunciarlo más que en clave, que unos cuantos entenderán…, eso quedó atrás, al costado de lo que me queda por transitar y aguardo realmente, que la universidad local nunca jamás ni siquiera pueda hacer nada contra mí y que siga siendo lo que hagan de ella los que allí viven –porque au fond, viven ahí, en su útero, identificándose con ese Amo, con su Falo y con su Nombre de(l) Padre…
Vayamos a lo otro. No soy un Salvador, un Lenin, un Mesías; por el contrario, supongo que fue el amigo de Engels quien me salvó a mí, junto a otros autores, aunque al comienzo su lectura fue entristecedora, a raíz de que te hacen dar cuenta cómo operan la sociedad, el poder, el capitalismo, la gente. Recuerdo que cuando leí unos palimpsestos de Freud en el Secundario y más todavía, cuando consulté algo de Deleuze, Guattari y Foucault, unos meses antes de ingresar a la Facultad, lloré muchísimo; me embargó una gigantesca pena por darme cuenta de los horrores de los que éramos capaces como seres “humanos” contra nuestros hijos, contra el anatemizado de “loco”, con el descalificado de “delincuente”, etc. Y cuando abrí Miseria de la Filosofía, que fue el primer libro de Marx con el cual me inicié en su lectura –que no acaba…–, me puse peor: una tarde, que viene a mi memoria con una claridad patente, mi hermana Noemí me encontró llorando sobre la mesa en la que estaba leyendo, en la casa de mi abuela Gladys, al fondo, en una prefabricada que ella me había dado para que viviera ahí porque no tenía dónde refugiar mis huesos ni lugar en el mundo. En esa época, en que Noemí era más hábil que ahora para entender lo que pasaba por mi cabeza, ella me abrazó y lloró un poco conmigo, aconsejándome que la lucidez no tendría que apenarme sino alimentar mis fuerzas para no caer en el desánimo. Tardé años en superar esa sensación de tristeza, de que mujeres y varones éramos una verdadera porquería… Luego, cuando aprendí que lo que Freud, Deleuze, Marx, Foucault, Guattari, el conocimiento de la Historia, me ofrecían, eran instrumentos de lucha contra los poderes, estrategias para evadirlos, etc., poco a poco, comencé a recuperar algo de alegría. En primer lugar, esos autores me salvaron de ser atrapado por el régimen burgués.
En segundo lugar, me salvaron de mí, de mi propia soledad, aunque sin que pudiera dejar de ser un solitario, pero ya acompañado con algunos duendecillos “traviesos” que eran mis mejores amigos –recién en la Facultad, me hice de amigos que me duran hasta hoy… (eso le comentaba a mi hijo que acaba de cumplir 20 años; que cuando yo tenía su edad, carecía completamente de amigos y leía a quienes nombré; se apenó un poco, ¿no?…).
Impostores impostados
Si el leninismo, el bolchevismo y el sovietismo son repulsivos, ¿fue o es esto lo que se conoce como socialismo y por eso fracasó en todo el mundo?
Tal como adelanté en la Primera Parte del reportaje –cf. http://www.salta21.com/Restaurar-al-verdadero-Marx.html, 12 de marzo–, Lenin, el marxismo, el bolchevismo, el leninismo, el menchevismo, los leninistas y el sovietismo fueron no únicamente confundidos con Marx sino que fueron Marx.
En segunda instancia, fueron homologados con el socialismo y con lo que debía ser una colectividad emancipada.
Pero el fracaso de las revoluciones “socialistas” del siglo XX –y aquí incluyo a Cuba, que está virando con rapidez hacia una reconstrucción capitalista, a pesar de no haber llegado nunca a ser realmente, socialista…– no posee sus causas sólo en falencias teóricas, sino en algo que había predicho el suegro de Aveling y que era que las rebeliones anti capitalistas o decididamente, socialistas, tenían que acaecer en múltiples puntos del globo y en particular, en los países más industrializados. Se criticó a Marx por eso, acusándolo de industrialista, eurocentrista, digno seguidor del Iluminismo y de la Metafísica del Progreso, etc., etc., pero la Historia de la centuria de la Guerra Fría, demostró que el socialismo se ahogará si las naciones capitalistas centrales no son deconstruidas y dejan de ser burguesas, dado que son ellas el “motor” del capitalismo –el socialismo en la periferia y semiperiferia del orden burgués únicamente medrará. Por ende, la famosa “teoría” del eslabón débil, que se atribuye a Lenin y que por eso, él se consideraba un “superador” del amigo de Engels por la “genialidad”, demostró que estaba errada: la subversión del capitalismo no puede venir de la ruptura de los eslabones “débiles”, de la insurgencia de Argentina, la India, África, sino del estallido de los eslabones más resistentes y gruesos, quizá en consonancia o no con los eslabones “débiles”.
However, puede haber una excepción y acaso los zapatistas de Chiapas, México, están mostrando una nueva senda: ya no se trataría quizá, de efectuar grandes revoluciones sino de rebelar regiones acotadas, como la Selva Lacandona, que vivan de manera socialista o no capitalista. Por supuesto, el régimen burgués no permitiría que ese buen ejemplo prospere, si es que se lo adoptara como experiencia que se diseminara por el planeta. Acaso en cierto nivel de esa extensión de la práctica socialista zapatista, se haría necesario un enfrentamiento decisivo con el capitalismo a través de una revolución. No lo sé.
Yo, náufrago
Creo haber entendido de tu libro que el leninismo es más papista que el papa, como que los leninistas promovieron conceptos más enlazados a una teoría del mercado, más ligados al consumismo, y terminaron siendo una especie de burguesía socialista, un tipo de capitalismo encubierto, si da para que me lo represente así. Pero entonces, no están ni con el socialismo ni con el capitalismo; ¿engendro, como lo llamás? Pero te diré: no hay ningún marxismo exitoso en ninguna parte del globo. Quizá nos quede como consuelo la “sacha izquierda”, porque el comunismo no pintó bien. ¿Entonces, qué hacer con Marx, dónde meterlo, qué uso darle, cómo seguir?
– Aprendí a continuar, a seguir como en “Cast away” o “Náufrago”, más con la escena de escape de la Isla y con la música consiguiente, que con certezas. Acaso haya que intentar lo imposible para que lo que pueda venir y advenir, que dependerá de los otros, de millones, asuman que un Marx distinto, un socialismo diferente, una revolución distinta son factibles sin los espantosos errores del viejo marxismo, y sin las horripilancias del leninismo, de Trotski, del menchevismo, de Stalin, del bolchevismo, de Lenin, del sovietismo, del Partido, de Mao y de tantos otros que son, penosamente, como la arena de los océanos.
Retrocedamos un poco. Afirmé que en las insurgencias del siglo XX no se ejecutó lo que Marx explícitamente proponía, sino que se dudó que fuera viable y se hizo otra cosa. El suegro de Longuet aconsejaba que con la revolución socialista se diluyera el mercado, que no hubiera dinero, que desapareciera la conversión de los productos en mercancías, que se dejara de comprar y vender, que no hubiera salarios, etc. Lenin y los suyos, evaluaron que eso era poco menos que una locura e introdujeron el “debate” de hasta dónde era posible que el mercado, la compra y la venta, el salario, la mercancía, el dinero, etc., o sea, una economía de mercado, fuera compatible con las etapas iniciales de la revolución. Esto se reflejó en Rusia, tanto en la NEP como en el “comunismo de guerra”: una convivencia insólita entre capitalismo y “socialismo” –algo similar ocurre en Cuba. El asunto se complicó por el “problema campesino”, que es un genuino dilema. Ya Marx y Engels eran conscientes que por el apego a la tierra del campesino, la revolución socialista tendría que aceptar que hubiera al menos, una clase de propiedad privada: la del suelo en manos campesinas. El tema es que ellos producen y quieren algo a cambio; el asunto es que es muy difícil que acepten otra cosa que no sea dinero. En paralelo, la propiedad privada campesina y el empleo del dinero, comienzan a reintroducir desigualdades sociales en el campesinado hasta llegar a hacer renacer a las clases en lo rural –al menos, en el sector campesino. Hasta hoy, es un rompecabezas que no encontró una solución satisfactoria que no implicara, además de la tolerancia a la propiedad privada campesina, la aceptación de la compra y la venta, del dinero y en suma, del mercado.
La barbaridad de la mezcla entre capitalismo y “socialismo” que se dio en Rusia, que para autores como Mattick –ver Marx y Keynes. Los límites de la economía mixta (1969), http://cai.xtreemhost.com/index.html, Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques– o Nildo Viana –cf. http://www.4shared.com/document/AMpIbjGp/Um_Marxismo_Vivo_-_Nildo_Viana.html, significó un capitalismo de Estado con una verdadera clase dominante, suscitó una ardua polémica en la misma Rusia que el idiota de Stalin, cerró a lo bestia con su Problemas económicos del socialismo en la URSS –http://www.eroj.org/biblio/stalin/economic/problema.pdf–, donde emitía el dictamen inapelable de que el mercado, el dinero, la compra y la venta, etc. eran compatibles con el socialismo y eran necesarios para que éste supere al sistema burgués –en lo personal, creo que Rusia no fue un capitalismo de Estado sino un régimen que el Marx del tomo I de los Grundrisse adivinó y que llamó “Papado de la producción”, ya que el Plan y el centralismo podían dar lugar a una Burocracia “roja” (una vez más, el Moro no se equivocó…).
Las repercusiones de esa polémica fueron tales, que un erudito como Ernest Mandel, en numerosas de sus obras, repite la tesis estalinista… ¡siendo trotskista! Por cosas como estas es que digo que o se es leninista o se es marxista –por añadidura, la organización de soviets nada tiene que ver con el elogio que el padre de Laura hace de la Comuna de París, que es el modelo de base para la construcción del socialismo (por eso, aquellos que son sovietistas sin ser leninistas y/o que confían en el Partido, tampoco son marxistas –Pannekoek, Rosa de Luxemburg, Mattick, etc.).
Así pues, con el Moro hay que continuar leyéndolo, estudiándolo, reconstruyéndolo y sacándole las toneladas de escoria que se depositaron sobre sus escritos, a causa del marxismo, de Lenin, del menchevismo, del leninismo, del Partido, del bolchevismo y del sovietismo. Sin embargo, es impostergable ser plenamente conscientes que ninguna estrategia de lectura puede ser tan “limpia” que no añada sus propios “escombros” a lo que se intenta reconstituir. No obstante, para hacer hablar a ese Marx, como hizo Lacan con Freud, es ineludible recurrir a otros saberes, entre ellos, el Psicoanálisis y el posestructuralismo que para muchos leninistas, son autores que no conducen a nada, salvo a eyaculaciones mentales y a masturbaciones de idéntica factura.
Mirá; como para que te des una idea de lo sutil que fue el unidimensionalizado por el marxismo y por el leninismo, traeré a colación unas palabras que cito a su vez, en la crítica a un tal Petrovic en la parte de mi hojaldre en el que se suele injertar secamente, la bibliografía. Lo que enuncia permite amortiguar el áspero materialismo que le adjudican a Marx, como si en él –en el admirador de Engels y en el materialismo de Marx…– no hubiera lugar para lo espiritual o la Belleza.
Petrovic resucita un sintagma inconmensurable del arrinconado en Londres. Afirma que la materia no es únicamente movimiento mecánico y matemático, sino que es, tal cual lo habían delineado otros materialistas,
“[…] principalmente, […] impulso, vida, espíritu, fuerza de tensión o tormento […]” (Gajo Petrovic, “Praxis y Ser” en Filosofía y marxismo –lo resaltado nos pertenece; consultar http://cai.xtreemhost.com/index.html, Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques).
Id est, en el anarcomaterialismo, el anarcomunismo y el anarcomarxismo que debieran inspirar el socialismo por el que militamos, la insurgencia socialista es un estetocomunismo (y por extensión, un materialismo de lo hermoso, un anarquismo estético, un marxismo de la Belleza y una estética permanente de la rebelión permanente, allende Trotski).
metaforización consciente
Has pasado la barrera de la censura; hablás de tu inconsciente de manera consciente… Quiero decir, no hay represión de ningún tipo en vos. Metaforizás lo científico como una necesidad irrefrenable. Quizá, al modo más artístico posible, te hago la última pregunta: ¿hay actualmente una revolución invisible?
– Tu brillante inquietud es uno de los ejes de esta larga entrevista que más me conmueve…, aún cuando no sepa si es tan cercano a lo verdadero que casi no poseo censura ni represión –significaría estar más allá de los tres órdenes lacanianos de lo Imaginario, lo Simbólico y lo Real, lo que alucino que será finalmente posible (de hecho, la Historia de la ciencia y del arte explicitaron que hubo teorías, descubrimientos, pinturas, etc., que fueron tan incomprensibles para el periodo en que asomaron, que puede evaluarse que tales productos del intelecto desbordaron lo Imaginario, lo Simbólico y lo Real de la época, aun cuando un lacaniano obcecado insista en que dichas obras estaban cinceladas en lenguaje y que por ende, se pueden constreñir al estrato de lo Simbólico… –lo que no acepta un lacaniano ortodoxo es que los órdenes de lo Imaginario, lo Simbólico y lo Real están históricamente situados y en consecuencia, un periodo puede contar con elementos que no sean decodificables por tales registros sino hasta mucho, mucho tiempo después). En cualquier circunstancia, lo que parece suceder es que puedo hablar sin tapujos de lo que es censurado y reprimido. En esa tarea, me ayuda la metaforización consciente de lo científico y de otros conocimientos.
Hago un alto para decir que no existe nada en la ciencia que no sea metafórico, por lo que la metáfora es la figura retórica por excelencia del lenguaje –un poco para desviarme en clinamen del tema, según es mi costumbre, puedo enunciar que el tiempo es un efecto de sentido, una figura retórica que usamos para hablar de los cambios del mundo…
Y sí, Romi, creo que suspiran revoluciones “moleculares”, al decir de Guattari. Aparte de la multiplicación del efecto de Chiapas por el orbe, otra alternativa a las revoluciones “típicas”, hasta que sean posibles, son las revoluciones invisibles, imperceptibles, que acaecen todos los días y a cada instante y que, de vez en vez, de cuando en cuando, de tiempo en tiempo, nos sacan un poco la basura capitalista que todos, incluido yo, hemos interiorizado en nuestras prácticas, en nuestras palabras, en nuestros pensamientos, en nuestras vidas –sin embargo, apuesto a que las revoluciones “clásicas” no han pasado de moda, como nos quieren hacer creer los postmodernos y algunos posestructuralistas.
Anhelaría despedirme artísticamente, metafóricamente, con unos versos:
Como una
mañana
que recién
se despereza;
como
en una
noche
de paz
rebelde;
como
en un
Tiempo
azul
que hilvana
duendes
del recuerdo;
como se dice
nostalgia
en la lengua
de los ángeles,
así
vienen
los colores
de la dicha
Recientemente, le comunicaron al doctor Adrián López que el ISBN y el depósito legal en la Biblioteca Nacional de España de su libro Nº 14, bautizado Regalos y capturas. Los usos de la dialéctica (Marx reconsidered) –ver http://www.eumed.net/libros/2011a/920/index.htm, son respectivamente, ISBN – 13: 978 – 84 – 694 – 1663 – 1 y Registro Nº 11/24820.
– Nota relacionada:
Restaurar al “verdadero” Marx
http://www.salta21.com/Restaurar-al-verdadero-Marx.html