La Justicia evalúa construirle una vivienda dentro del penal de Sierra Chica al hombre que más años lleva preso en la Argentina, a quien le redujeron sus horas de televisión ante el estreno de una película sobre su vida.
Carlos Robledo Puch cumplió 46 años preso la semana pasada y quiere que le cumplan un viejo anhelo: que le construyan una casa dentro del predio del penal de Sierra Chica, de acuerdo al pedido por escrito que le hizo a la Justicia de San Isidro.
El pedido muestra la ambigüedad de Puch: quiere pero no quiere la libertad. Tiene miedo. Es que por estas horas, el Ángel Negro es el preso que lleva más tiempo en una cárcel argentina y, a la vez, es el preso más famoso.
Según publica Página 12, con la fama adicional por la película «El Ángel» de Luis Ortega, impacta en el esfuerzo que se hace para que vaya recuperando la libertad y al mismo tiempo contenerlo psicológicamente. Los profesionales decidieron reducirle las horas de televisión porque últimamente se vio en distintos programas, a raíz de la película. Son imágenes antiguas, pero eso lo desestabiliza, según cuentan. Y en ese aspecto todavía falta lo más intenso: «El Ángel» recién se estrenó este jueves, es decir que la fama se incrementará todavía muchísimo más. “A veces se asusta de sí mismo”, evaluó alguno de los profesionales a cargo.
Desde el año 2000 está en condiciones de pedir la libertad condicional pero es casi imposible que se la concedan. Durante estas décadas en prisión, tuvo varios brotes psicóticos y los informes detallan que tiene una «perturbación esquizoide».
Hace un tiempo, se intentó que Puch saliera del penal de máxima seguridad de Sierra Chica hacia un régimen de virtual libertad. La idea era trasladarlo cerca de Magdalena, donde funciona una especie de granja que manejan pastores evangelistas. Puch dijo que lo iba a pensar, pero finalmente adujo que él no es evangelista y se negó al traslado a aquella granja. “No es mi religión”, contestó escuetamente.
Después le propusieron que salga de adentro de los muros de Sierra Chica y se traslade a una especie de gran casa, en Baradero, compartiendo el lugar con otros presos de régimen abierto. La respuesta también fue negativa, pero por una razón más extraña: le parece peligroso estar cerca del agua y, como se sabe, Baradero está sobre el río Paraná. Es otra muestra de esa ambivalencia entre que quiere salir y no quiere salir.
Nada es fácil para Robledo. Alguna vez se le propuso hacer unos tests psicológicos en los tribunales de San Isidro, pero él se negó porque le tiene cierto miedo a los vehículos. Pero lo asombroso es que cuando se pactó la frustrada visita a los tribunales, a las ocho de la mañana, el público se agolpaba para verlo.
En los últimos años se intentó todo tipo de métodos para ir resocializándolo. Se inició una terapia con perros; se buscó que enseñara a otros a jugar al ajedrez, ya que lo hace aceptablemente bien, pero nada surtió efecto. Nunca aceptó ni trabajar ni estudiar. Hoy por hoy, hay un juez civil que actúa con un curador respecto de los bienes familiares y en el aspecto penal, Cámpora y el Servicio Penitenciario tienen que resolver sobre este último pedido de construirse una vivienda dentro de los muros de Sierra Chica.
Nada es sencillo con una persona de 66 años que lleva 46 años aislado. Carga con 11 homicidios y asegura que él nunca violó, sino que eso fue obra de uno de sus cómplices, al que terminó matando. (Minutouno)