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sábado, noviembre 23, 2024

Robo para la Corona II

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A principios de 1992 el periodista independiente Horacio Vertbitsky escribió un libro emblemático sobre la corrupción del Gobierno menemista, su título: “Robo para la Corona”.

Habían pasado menos de tres años de que la ciudadanía argentina había elegido como Presidente de la Nación al candidato propuesto por el Peronismo, Carlos Saúl Menem, y se habían producido ya o comenzaban a producirse la privatización de las principales empresas estatales, entre ellas YPF, Aerolíneas Argentinas, Somisa y Petroquímica General Mosconi (P.G.M.).

El título del libro tenía su origen en la expresión vertida por José Luis Manzano, uno de los hombres de Menem que implementaron el plan de entrega rigurosamente concebido por Domingo Cavallo y Roberto José Dromi. Según el periodismo de investigación de ese momento la operación de P.G.M. le había dejado a Manzano una coima de 14 millones de dólares, y había evidencias abrumadoras de ese cohecho no solo por el sinceramiento de los que habían entregado el dinero sino también por algunos movimientos de dólares fuera del circuito bancario que lo tenían al funcionario mendocino como protagonista. La respuesta de José Luis Manzano no tardó en llegar: palabras mas palabras menos dijo “No sean tarados, yo soy una figura menor en esto. Yo robo para la Corona”.

Es historia conocida todo el plan económico que implementaron Menem-Cavallo-Dromi y la enorme corrupción desplegada en el manejo de la función pública de esa década, y por supuesto las consecuencias que esto tuvo para el país, especialmente para los más pobres.

A la vista de todo eso, los argentinos suponían que en medio de los trágicos momentos de diciembre de 2001, cuando la economía colapsaba y las instituciones republicanas se resquebrajaban, nuestra clase dirigente se había propuesto no incurrir nunca más en estas prácticas. Uno piensa que los hombres y mujeres de todo el arco político cuidarían a partir de ahí que hubiera no solo eficiencia sino también total transparencia en la gestión del Estado.

Hubo una consigna que se repetía en cada manifestación popular en aquél lejano Diciembre: “¡Que se vayan todos!”. La realidad es que no se fue ninguno. En los siguientes 15 años pudimos ver ocupando importantes cargos en la Nación o en las provincias a gran parte de los mismos funcionarios y gobernadores de entonces. Los mismos personajes que habían apoyado a Menem seguían siendo protagonistas destacados en los nuevos tiempos. En el nuevo gobierno que llegó en el 2003, surgido otra vez del Peronismo, los que ayer habían sido privatizadores a ultranza hoy eran estatistas convencidos; los mismos que se sentían orgullosos de las “relaciones carnales” con Washington, hoy eran enemigos “del Imperialismo” y “del imperialista mayor” Estados Unidos.

Donde no hubo giro de 180 grados en la manera de actuar fue en las prácticas de la corrupción; ahí sí la mayoría de los dirigentes que vimos en los años recientes fueron consecuentes con la matriz que había dejado el Menemismo, aunque con algunas variantes. Carlos Menem se quedaba con un porcentaje (importante o más modesto) de la venta de las empresas como en el caso de P.G.M. Los Kirchner, aunque en algunos casos aceptaban un porcentaje de la transacción como en el affaire Skanska, en otros preferían convertirse en accionistas de la misma empresa involucrada en el negocio, como lo vimos con las compañías de Lázaro Báez o el caso de la Familia Eskanazi al frente de la petrolera YPF entre el 2008 y el 2012.

Hubo decenas de casos de corrupción en estos doce años donde la Justicia durmió una siesta pueblerina salvo honrosas excepciones, aunque algo empezó a cambiar a partir del 10 de diciembre pasado. No alcanzaría una página entera para detallar todos los hechos producidos: Ciccone Calcográfica, Boudou y “la máquina de hacer billetes”; Cirigliano Hermanos, Ricardo Jaime y el Ferrocarril Sarmiento; Sueños Compartidos y el tándem Bonafini-Schoklender; Skanska; la valija de Antonini Wilson; los dólares de “La Rosadita”; la concesión del Yacimiento Cerro Dragón a Pan American Energy; la importación de gas licuado por cifras millonarias; la cesión gratuita de Repsol a la Familia Eskenazi de una parte del paquete accionario de YPF solo porque los beneficiarios eran amigos de la familia Kirchner; los negociados de “Fútbol para todos” con la AFA de Julio Grondona y TyC Sports; los millones sin rendición a la Tupac Amaru; las obras públicas de las empresas de Lázaro Báez, Cristóbal López y Electroingeniería; solo por citar algunos.

El Menemismo aprovechó las grandes sumas de dinero ingresadas al país como producto de la venta de las empresas del Estado para engrosar el patrimonio personal de sus funcionarios; el Kirchnerismo, en cambio, disfrutó de los millones ingresados por el alto precio de la soja en el mundo y otros commodities que le permitieron concretar grandes negociados principalmente a través de la obra pública. Uno y otro aprovecharon los tiempos de bonanza del país.

Cristina, para defenderse del asedio de los tribunales, trata hoy de establecer un parangón entre su situación personal y la persecución sufrida por el Peronismo a partir del ’55. Sin embargo el parangón que más le cuadra es el de comparar a su Gobierno con el Menemismo en cuanto al enriquecimiento ilícito de sus funcionarios. No por casualidad, el ya mencionado doctor Roberto José Dromi, un experto en Derecho Administrativo y el arquitecto y cerebro jurídico de las privatizaciones de los noventas, ha sido desde el año 2010 asesor privado del Ministro de Planificación Julio de Vido y actuó como intermediario en las compras de gas licuado que hizo Enarsa, la empresa nacional de combustibles creada por Néstor Kirchner. La Argentina entreguista del Menemismo y la Argentina “nacional y popular” del Kirchnerismo parecían darse la mano.

Si Horacio Verbitsky no se hubiera convertido en el ministro sin cartera del Gobierno de Néstor y Cristina, si hubiera mirado las cosas desde el periodismo crítico con que lo hacía en la década del noventa, seguramente hubiera escrito el Tomo II de “Robo para la Corona”, ya que en estos últimos doce años tuvo material de sobra.

– Por Oscar A. González (El Tala)

2 COMENTARIOS

  1. Robo para la Corona II
    Gracias Manguera por tus consejos.
    Sé que a vos no te interesa mucho lo que pasa en la provincia de Salta, por eso siempre preferís hablar de la Argentina en general; pero te doy algunos datos.
    Tanto el Hospital Zonal de Tartagal como el San Vicente de Paul, de Orán, tienen carencias permanentes tanto de insumos esenciales como de médicos y auxiliares. Faltan desde agujas hipodérmicas, frazadas o gasas hasta especialistas en neurología y otorrinolaringología. No hay guita es la explicación que llega desde arriba.
    En cuanto al déficit de viviendas la situación es terrible; se ve en todo el interior, pero el drama es mayor en los alrededores de la Ciudad de Salta tal vez por el contraste crudo con las viviendas paquetas de Tres Cerritos, San Lorenzo, el Grand Bourg y los barrios cerrados que florecieron en los últimos veinte años. Si agarrás el auto y hacés una recorrida podrás verlo.
    Esta situación se repite como un karma en todas las provincias del Norte argentino. Si todo el dinero que se llevaron en estos años Cristóbal López, Lázaro Baez y los otros muchachos pudiera ser recuperado por el Estado, ¿te imaginás como podríamos solucionar estos problemas?

  2. Robo para la Corona II
    Sr. González, está mejorando,grátamente, su escritura, no así su obstinado repudio al Kichnerismo. Le recuerdo que estos 12 años K, fueron (mayoritariamente) de FELICIDAD para el pueblo,para el ciudadano común. Lo que Ud. llama corrupción K, Yo la entiendo como apoyo a las Universidades/a los científicos argentinos/a la infancia (vacunaciones masivas)/a los adolescentes(tablet personales=+ de 4.000.000 )/ a la jubilación de la amas de casa/ etc.-etc, hasta el infinito. Para no ser más extensivo, me sorprende que no haga ninguna alusión a los Panamápapier, que tienen involucrados al actual Presidente y toneladas de funcionarios de este gobierno. La movilización obrera, no le dice nada. El sufrimiento ciudadano, no lo conmueve. Lamento que viva en un tapper, pero lo invito a que siga escribiendo, que la escritura ayuda a abrir a las cabezas + cerradas. Atte. Manghera

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