La presentación atrajo. Hacía casi ocho años que no nos visitaba el barítono Emiliano Rodríguez. El mundo del lied es muy especial. Mara Szachniuk conmovió sin dudas. Brahms, Schumann y Bach en el repertorio.
Salta, martes 22 de abril de 2014 a las 20 horas. Teatro Provincial. Ciclo “Todos al escenario”. Emiliano Rodríguez (barítono). Mara Szachniuk (mezzo soprano). María Fernanda Bruno (piano) y Julio Menéndez (piano y conducción musical). Paula Daffra (oboe). Ana Cristina Tartza y Antonella Fasce Durán (violin). Gabriela del Cid (viola). Martín D’Elía (violonchelo). Manuel Izcaray (contrabajo) Cuatro cantos serios op. 121 de Johannes Brahms (1833-1897). Ciclo de lieder “El amor y la vida de una mujer” op.42 de Robert Schumann (1810-1856). Cantata “Ich habe genug” BWV nº 82 para barítono, oboe, cuerdas y continuo de Johann Sebastian Bach (1685-1750).
Cito la hora del recital de cámara de esta noche, por lo desusada para día de semana en nuestra ciudad. Pero nunca se sabe cómo reacciona el público. Hoy desbordó el escenario y usó no pocas plateas. ¿La razón? No la sé y tampoco importa demasiado aunque bueno sería que la música de cámara siga creciendo en el gusto del oyente. De todos modos, la presentación atrajo, sin duda. Aquí un problema.
El ideólogo del ciclo Claudio García Bes debe haber preparado con su eficiencia habitual, notas sobre el programa. Las leyó pero no se escucharon. Una pena. ¿Tendrá el teatro un micrófono para estas ocasiones? Conversé con la conductora del ciclo, la directora del Departamento de Música de Cámara, María Fernanda Bruno, que me dijo haber decidido personalmente traer cuatro lieder de Brahms y ocho de Schumann ante mi observación que doce lieder seguidos me parecían demasiados en un recital. Está en su derecho. Tampoco me pareció acertado que se lean las traducciones, todas juntas y de una vez, al inicio, porque estoy convencido que cuando el público iba escuchando las interpretaciones, no las recordaría y en consecuencia, al menos es mi punto de vista, quizás no sería tan sencillo unir música y texto y por tanto las canciones no podrían ser comprendidas totalmente.
Para la pasada Semana Santa también se cantaron en el teatro cinco lieder y en esa oportunidad, el solista realizó la traducción del texto, previa a cada interpretación. A María Fernanda no le gusta esa forma. Está en su derecho. Ella decide, mi función es señalar lo que me parece más adecuado, pero sé que mi libertad finaliza donde comienza la libertad del otro. El quinto esquicio de la cantata de Bach, lento para mi gusto, tiene antecedentes de tempi ligeramente más rápidos y marcados. El director Menéndez también tiene la decisión en sus manos. Al final, sin embargo, me fui satisfecho.
Hacía casi ocho años que no nos visitaba el barítono Emiliano Rodríguez. Desde aquel tiempo su bagaje de condiciones se ha incrementado. Parece que hay más volumen pero sigue manejando la emisión camerística con alta fluidez y el hecho que esté también en otras tierras con una carrera operística, el lied le es cómodo. Es simple y claro. Ya lo dije en otras oportunidades. No todo el mundo puede
cantarlo todo. El mundo del lied es muy especial y a él, le viene bien. Las tres primeras canciones de Brahms pertenecen al “Eclesiastés” (Libro del Predicador) atribuido en alguna época al Rey Salomón aunque hoy su origen es un misterio. La última, es una canción cuyo texto es una carta de Pablo a los Corintios. Brahms puso la nobleza de su música en estos cuatro textos bien acompañados por Bruno.
Luego ocho canciones de Schumann. Los textos hablan de los pensamientos de una mujer hacia el hombre del cual está enamorada y de su dolor y soledad luego de su muerte. Aquí la talentosa cantante Mara Szachniuk conmovió sin dudas. La escuché haciendo folclore, jazz, por ahí algún tango. Es primera vez que la oigo en música de mayor rigor y pasó largamente el examen. Superó sus nervios. ¿Estaba nerviosa? Me pareció que sí y es lógico. Veía sus manos en esos imperceptibles movimientos de quien trabajó y mucho lo que estaba haciendo pero se oía, sin escucharse, la trama de sus nervios. El comienzo duro, canciones difíciles; creo que hasta hoy en Salta, nunca se oyeron pero confiaron en ella y Mara respondió. No voy a cometer la irreverencia de comparaciones inútiles. Tiene su estilo. ¿Falta academia? Puede ser, pero su talento la suple. Luego del cuarto lied, el del anillo, llegó lo mejor hasta el sensible final. Menéndez le dio un piano recatado, cuidando lo que decía Schumann, “la música debe estar acorde con lo que se dice”. Mara inicia bien otra etapa.
Y finalmente una cantata del estupendo Johann Sebastian Bach. Él compuso más de trescientas, teniendo en cuenta que muchas se perdieron. La de esta noche es breve, como la mayoría, porque una de las obligaciones que tuvo este notable compositor, era que las mismas no fueran largas y prescindan en lo posible del carácter teatral que la música naturalmente tiene sino que mueva a la devoción. La nº 82 responde a ese carácter en un género sobre el que muchos opinan Bach no fue igualado. A pesar de la inteatralidad de sus cantatas, Bach, que sabía más de teatro de lo que uno pueda imaginar, también sabía cómo llegar al fiel religioso con su mensaje musical. Esa circunstancia está en la mente y corazón de Emiliano Rodríguez. Son tres arias increíbles y dos recitativos entre ellas y aquí Menéndez y su grupo instrumental, salvo la observación anterior, brindó un marco armónico y rítmico adecuado. El tema principal “Ich habe genug” (Ya tengo suficiente) que Bach usa también en otras obras monumentales, llega al alma más lejana y Emiliano, además, se luce en los difíciles “martellatos” dichos con autoridad. “Ya tengo suficiente” son las palabras que dice Simeón cuando tiene a Jesús en sus brazos. Y todos nos fuimos invadidos de paz.