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jueves, marzo 6, 2025

Rubén Darío: un genio lírico hispanoamericano de resonancia universal

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Febrero es un mes para recordar a Rubén Darío, representante del modernismo ya que pasó a la inmortalidad un 6 de febrero de 1916, en León de Nicaragua, cuando tenía 49 años de edad. Sus exequias duraron ocho días y la apoteosis de sus honras fúnebres contaron con delegaciones de toda América y Europa.

Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío nació en Metapa, hoy Ciudad Darío, Matagalpa, el 18 de enero de 1867.

Para la formación poética de Rubén Darío fue determinante la influencia de la poesía francesa. En primer lugar, los románticos, y muy especialmente Víctor Hugo. Más adelante, y con carácter decisivo, llega la influencia de los parnasianos: Théophile Gautier, Catulle Mendès, y José María de Heredia. Y, por último, lo que termina por definir la estética dariana es su admiración por los simbolistas, y entre ellos, por encima de cualquier otro autor, Paul Verlaine.

Darío hizo suyo el lema de su admirado Paul Verlaine: «De la musique avant toute chose». Para él, como para todos los modernistas, la poesía era, ante todo, música. De ahí que concediese una enorme importancia al ritmo. Su obra supuso una auténtica revolución en la métrica castellana. Junto a los metros tradicionales basados en el octosílabo y el endecasílabo, Darío empleó profusamente versos apenas empleados con anterioridad, o ya en desuso, como el eneasílabo, el dodecasílabo y el alejandrino, enriqueciendo la poesía en lengua castellana con nuevas posibilidades rítmicas.

La evolución poética de Rubén Darío está jalonada por la publicación de los libros en los que la crítica ha reconocido sus obras fundamentales: Azul... (1888), Prosas profanas y otros poemas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905).

Antes de Azul… Darío escribió tres libros y gran número de poemas sueltos, que constituyen lo que se ha dado en denominar su «prehistoria literaria». Los libros son Epístolas y poemas (escrito en 1885, pero no publicado hasta 1888, con el título de Primeras notas), Rimas (1887) y Abrojos (1887).

En Buenos Aires, Darío fue muy bien recibido por los medios intelectuales. Colaboró con varios periódicos: además de en La Nación, del que ya era corresponsal, publicó artículos en La Prensa, La Tribuna y El Tiempo, por citar algunos. Su trabajo como cónsul de Colombia era meramente honorífico, ya que, como él mismo indica en su autobiografía, «no había casi colombianos en Buenos Aires y no existían transacciones ni cambios comerciales entre Colombia y la República Argentina».

En 1896, en Buenos Aires, publicó dos libros cruciales en su obra: Los raros, una colección de artículos sobre los escritores que, por una razón u otra, más le interesaban; y, sobre todo, Prosas profanas y otros poemas, el libro que supuso la consagración definitiva del Modernismo literario en español. (Fuente: Wikipedia)

Nocturno

Silencio de la noche, doloroso silencio

nocturno… ¿Por qué el alma tiembla de tal manera?

Oigo el zumbido de mi sangre,

dentro de mi cráneo pasa una suave tormenta.

¡Insomnio! No poder dormir, y, sin embargo,

soñar. Ser la auto-pieza

de disección espiritual, ¡el auto-Hamlet!

Diluir mi tristeza

en un vino de noche

en el maravilloso cristal de las tinieblas…

Y me digo: ¿a qué hora vendrá el alba?

Se ha cerrado una puerta…

Ha pasado un transeúnte…

Ha dado el reloj trece horas… ¡Si será Ella!…

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