24.2 C
Salta
domingo, noviembre 24, 2024

Salta colonial en una obra de Kubiak: “Amor eterno…”

Notas más leídas

Pausa. Silencios. Lenguaje acartonado entre el señor de la casa y quien por el momento ocupa el lugar de su hermana fallecida. Patio colonial. Vestuario de época. Relaciones de antaño. Así era el amor por aquellos días…

En el marco del Encuentro Escénico Teatro Infinito (8º Aniversario del Salón Auditórium Dr. “Rafael Villagrán”), se presentó el miércoles 23 de marzo en Belgrano 1349, la obra «Amor eterno entre cáscaras de granadas y esencia de lino» , obra de teatro breve escrita y dirigida por Hilda Guzmán de Kubiak.

Ambientada en la Salta colonial del siglo XIX, nos conmueve con notable sencillez al tiempo que nos coloca en un contexto histórico totalmente opuesto al actual, donde se privilegia la relación formal entre un hombre y una mujer, con códigos de comunicación diferentes y con tradiciones que posicionaban a las mujeres en un lugar- si se quiere- hasta dramático.

Surge entonces la historia imaginada por Hilda K, entre Don Manuel y Doña Carmen, como si las velas alumbraran el destino oscuro de la muchacha, envolviéndonos en una especie de hastío por el que podemos casi percibir el olor del claustro que encerrará para siempre el amor de Carmen. Entre ambos protagonistas, aparece la dulzura de la Niña Amparo, quien extraña a su madre y se consuela con su tía.

Hilda Guzmán anuncia la historia encarnando a una monja y así entramos en una especie de viso retrospectivo. La monja es la narradora invisible, su voz da la voz a los personajes como si ella vivenciara el pasado para reaparecer en el siglo XXI -por qué no- y sacar a la luz o entre las penumbras- la mujer que alguna vez soñó con el amor y a cambio recibió traición y olvido. A Hilda K, el hábito le cae con una naturalidad increíble, como si ese fuese el sayo hecho a su medida.

El viudo Don Manuel, interpretado por Pablo Aguierre, debe viajar a Potosí. Hasta ahora, ha disfrutado de la compañía de Doña Carmen, encarnada por Sofía Lajad, cuñada de aquel, quien acudió a su casa tras la muerte de su hermana. Ella cuida con esmero a Amparito, interpretada por la pequeña Agustina Galarza, y se refugia en su tía ante la larga ausencia de su padre. Con muy buenas composiciones actorales, cada intérprete logra colocarle el tono justo y acertado a su personaje, transmitiéndonos emoción y sorprendiéndonos hacia el final.

Flotando nos quedan las imágenes de un minué, los vestidos largos, el coro de los negros esclavos, el carruaje que transporta a la jovencita de 15 años que parirá un hijo de Don Manuel…

El amor yace en un plano espiritual donde la mujer jamás tendrá acceso salvo por su total entrega. Está condenada a amar, por los siglos de los siglos…

Una obra conmovedora. Para disfrutar y reflexionar. Hecha en casa.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -spot_img

Últimos Artículos