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domingo, noviembre 24, 2024

San Expedito después del desalojo

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Salta 21 estuvo en San Expedito después de la destrucción del asentamiento. (La foto muestra el lugar antes del desalojo). Las topadoras arrasaron con las viviendas. Pero quedaron 5 familias defendiendo los restos de sus humildes casas y sus pertenencias, a un costado del predio. El crudo relato de lo que fue el operativo policial

El asentamiento San Expedito se levantaba al costado de las alcantarillas que llevan los deshechos cloacales hasta los piletones donde se estacionan esos residuos. Como las barriadas aledañas de 1º de Mayo y 17 de Octubre, que se ubican al costado de la vía, el asentamiento San Expedito -que está pegado al cerro- era un lugar donde cientos de familias residían en forma precaria. Son urbanizaciones levantadas en forma espontánea e irregular, donde confluyen familias pobres que carecen de vivienda y no tienen recursos para pagar un alquiler En estos asentamientos no hay servicios básicos como el fluido eléctrico. El agua la sacan desde un grifo comunitario.

Desde las cloacas emana un olor nauseabundo. Con la excusa de salvarlos de la contaminación -y contra lo dispuesto por la justicia- la policía arremetió contra los moradores y los desalojó por la fuerza. En esa acción resultaron golpeadas varias mujeres, algunas de ellas embarazadas, y se emprendió la destrucción de las viviendas en momentos en que había niños adentro.

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Sonia Mercado no tiene ni ropa: todo se lo llevó la máquina junto a sus bloques. «La culpa la tienen esos sinvergüenzas a quienes les votamos», dice. Pide ser atendida por especialistas debido al daño psicológico que provocó en su familia la represión policial. Sus hijos tienen pesadillas. No tienen dónde dormir. Están al costado de la vía del ferrocarril.

Sonia cuenta que mientras el ministro Víctor Manuel Brizuela mantenía una reunión con los habitantes del asentamiento y les prometía reubicarlos el operativo no cesaba, sino que por el contrario se aceleraba. «Voltearon las casas sin que les importara que había niños adentro», comenta.

Brutalidad policial

El operativo comenzó con un cerrojo en el que más de 600 policías rodearon el lugar después que los hombres salieron a sus trabajos. Quedaban mujeres y niños. No dejaban entrar a nadie. Instaban a las mujeres a sacar sus pertenencias. Y como éstas no lo hacían -tenían que acarrear bloque por bloque- los policías comenzaron a destruir las viviendas.

Los vecinos desplazados aseguran que los policías, enfrascados en una irrefrenable acción destructiva, sacaban las chapas, demolían las precarias viviendas, pateaban sus pertenencias. «Cuando una persona quería defender alguna parte de su vivienda o recuperar sus cosas te golpeaban», denuncian. «Me voy a prender fuego. -amenazó en ese momento crítico una mujer- Estoy con bronquitis. Igual voy a quedarme aquí. No importa si quieren que muera. Voy a morir aquií pero de pie.» Finalmente, tras la represión, se quedó en el lugar, al costado del predio que fue limpiado de los restos de viviendas por las topadoras.

«Georgina Torres perdió el embarazo de dos meses -denuncian-. La mechonearon y le pegaron patadas en el píso». Andrea Valdez pide que le donen colchones y comida para sus chicos. Dice que le llevaron el colchón, que no tiene dónde dormi.r Cristina Farfan, Natalia Mayorga, Mauricio Vaca, se resisten a dejar sus pocas pertenencias y quieren que les den un lugar para vivir. Walter Rebollo recién se está recuperando de los golpes severos que sufrió a manos de la policía en el momento del desalojo. Las personas que permanecen en el asentamiento hacen responsable directamente al gobierno de Juan Carlos Romero por lo que pasó en San Expedito y denuncian que la represión fue brutal.

jpg_Imagen_003.jpgTres funcionarios del Poder Judicial Judicial se acercaron en un auto blanco. Dijeron que iban a hacer una constatación de la situación en el lugar. «No tienen que poner en su informe sólo a las cinco familias que estamos ahora, sino las 160 que fueron desalojadas», les dijeron los vecinos que resisten, en la intemperie en lo que fue el asentamiento San Expedito, destruido por la policía y arrasado por las topadoras. Este es el paisaje desolador que se puede observar en la urbanización erradicada después del violento desalojo que ya va cayendo en el olvido, desplazado por noticias más urgentes sobre la crisis habitacional que se vive en Orán.

Informe y fotos: Leandro Méndez

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