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domingo, noviembre 24, 2024

San Martín: «temo que cansado de la anarquía suspiréis al fin por la opresión»

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Por una revolución socialista de liberación nacional.

“¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia! ¿No le parece una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional, y por último, hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte ¿qué relaciones podremos emprender, cuando estamos a pupilo, y los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos? Esté usted seguro que nadie nos auxiliará en tal situación. Por otra parte el sistema ganaría un 50 por 100 con tal paso. ¡Ánimo! Que para los hombres de coraje se han hecho las empresas. Vamos claros. Mi amigo, si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir, a Fernandito”. [1]

“Tengo a la vista la de usted del 12. Veo lo que me dice sobre que el punto de la independencia no es soplar y hacer botellas. Yo respondo a usted que mil veces me parece más fácil hacer la independencia que el que haya un solo americano que haga una sola botella”. [2]

“Compatriotas: Yo os hablo con la franqueza de un soldado. Si dóciles a la experiencia de diez años de conflictos, no dais a vuestros deseos una dirección más prudente, temo que cansado de la anarquía suspiréis al fin por la opresión y recibáis el yugo del primer aventurero feliz que se presente, quien lejos de fijar vuestro destino no hará más que prolongar vuestra incertidumbre.

Compatriotas: Yo os dejo con el profundo sentimiento que causa la perspectiva de vuestras desgracias: vosotros me habéis acriminado, aun de no haber contribuido a aumentarlas, porque éste habría sido el resultado si yo hubiese tomado una parte activa en la guerra contra los federalistas: mi ejercito era el único que conservaba su moral, y lo exponía a perderla abriendo una campaña en que el ejemplo de la licencia armase mis tropas contra el orden. En tal caso era preciso renunciar a la empresa de libertar el Perú, y suponiendo que la suerte de las armas me hubiese sido favorable en la guerra civil, yo habría tenido que llorar la victoria con los mismos vencidos. No, el general San Martín jamás derramará la sangre de sus compatriotas, y sólo desenvainara la espada contra los enemigos de la independencia de Sudamérica.

¡Provincias del Río de la Plata! El día más célebre de nuestra revolución está próximo a amanecer: voy a dar la última respuesta a mis calumniadores: yo no puedo hacer más que comprometer mi existencia y mi honor por la causa de mi país: y sea cual fuere la suerte en la campaña del Perú, probaré que desde que volví a mi patria, su independencia ha sido el único pensamiento que me ha ocupado; y que no he tenido más ambición que la de merecer el odio de los ingratos y el aprecio de los hombre virtuosos.” [3]

Los tiempos del General San Martín eran los de un mundo en donde por un lado se asistía a la decadencia de los dos más grandes imperios coloniales de occidente como lo eran el español y el lusitano y por otra parte, la emergencia de la revolución industrial inglesa, y el impacto de la Revolución Francesa, hechos que implicaban (con rupturas y continuidades), desde el punto de vista político institucional, el comienzo del fin de las monarquías y la constitución de los estados nacionales europeos; y desde el punto de vista económico el fin del mercantilismo y el desarrollo del capitalismo industrial.

Esto es muy importante considerar, porque no somos sus vulgares epígonos, no realizamos traslaciones mecánicas ni atemporales, verdaderos anacronismos, que intentan poner un signo igual entre aquella etapa histórica y las que nos toca vivir hoy.

Las necesidades políticas de las clases dominantes en la argentina para la construcción del estado moderno requirieron los servicios de una historiografía como la de Mitre que lo ubica en lo más alto del “panteón de nuestros próceres como padre de la patria”; en las primeras décadas del siglo XX la nueva escuela histórica con historiadores como Ricardo Levene en clave liberal positivista, reafirman esa legitimidad de orígenes de nuestro país y “la historia oficial” pasa a jugar el papel de maestra de la vida en la construcción de ciudadanos y en la instalación de los valores e ideas dominantes.

Las distintas corrientes historiográficas, el revisionismo en todas sus variantes, o los intentos realizados desde el marxismo lo ubican a San Martín en el sitial más alto. Este se convierte así en una especie de oximorón, capaz de contener a todas estas tradiciones y en consecuencia se instala en una zona gris, difusa, que de querer hacerlo decir todo, termina diciendo casi nada.

Así como su obra tenía que ser entendible para los hombres y mujeres de su tiempo, su legado debe ser tomado como una posta por las nuevas generaciones de patriotas, (aunque parezca una tautología) en un mundo absolutamente distinto.

Ser Sanmartinianos y Bolivarianos hoy, es asumir como ellos lo hicieron en su tiempo, el mundo en el que nos toca actuar , llenos de convulsiones, y atravesado por una profunda crisis del capitalismo de dimensiones civilizatorias, es bueno precisarlo, porque muchos de los errores que surcaron el campo de la izquierda durante el siglo veinte estuvieron marcados por sus caracterizaciones erróneas de nuestros países considerados como sociedades feudales o semicoloniales, desprendiéndose de allí, equívocos etapismos, o ficticios roles a burguesías llamadas a jugar papeles de vanguardia en revoluciones democráticas burguesas de pacotilla.

En el capitalismo tal como es hoy donde las burguesías llamadas nacionales han desaparecido y lo que hay son sencillamente lumpenburguesías asociadas a las multinacionales, la segunda y definitiva independencia asume un nombre propio que es el de una revolución socialista de liberación nacional; socialista , porque necesariamente debe asumirse anticapitalista, y de liberación nacional porque tiene que ser claramente antiimperialista; y en esta dialéctica de socialismo y antiimperialismo se juegan las posibilidades de desarrollar una alternativa política, un verdadero partido de la revolución americana, que sea capaz de cumplir esta tarea de carácter histórico.

En esta hora americana alzamos las banderas por San Martín y Bolívar, confiados en que la estrella que sembraron, alumbrará más temprano que tarde un tiempo de victorias…

– [1] Insta por la declaración de la Independencia, 12 de abril de 1816, cartas a Tomás Godoy Cruz.

– [2] Insiste sobre la declaración de Independencia, 24 de mayo de 1816, cartas a Tomás Godoy Cruz.

– [3] Fragmentos de la Proclama a las Provincias del Río de la Plata al tiempo de emprender la expedición del Perú, desde el Cuartel General en Valparaíso, 22 de julio de 1820.

2 COMENTARIOS

  1. San Martín: ¿masón?
    VALIOSO TESTIMONIO
    El pensador argentino, político y prestigioso orador y autor de numerosos libros, Félix Frías, estando en París resolvió visitar a su amigo José de San Martín en su residencia de Boulogne-sur-Mer de quien, entre otras cosas, dejó el siguiente relato: “… En la mañana del 18 tuve la do-lorosa satisfacción de contemplar los restos iluminados de este hombre, cuya vida estará escrita en páginas tan brillantes de la historia americana. Su rostro conservaba los rasgos pronunciados de su carácter severo y respetable. Un crucifijo estaba colocado sobre su pecho, otro en una mesa entre dos velas que ardían al lado del lecho de la muerte. Un reloj de cuadro negro, colocado en la pared, marcaba las horas con un sonido lúgubre, como el de las campanas de la agonía, y este reloj se paró aquella noche a las tres, hora en que había expirado el General San Martín. ¡Singular coincidencia! El reloj de bolsillo del mismo General se detuvo también en aquella última hora de su existencia”.
    “Al día siguiente, 19, al tiempo de colocar en el féretro los restos mortales del ilustre difunto, la caja de la guardia nacional resonaba casualmente en el frente de la casa mortuoria… El 20, a las seis de la mañana, el carro fúnebre recibió el féretro y fue acompañado en su tránsito silencioso por un modesto cortejo. Cuatro faroles cubiertos de crespón negro adornaban encendidos los ángulos superiores del carro. Seis hombres vestidos con capotes del mismo color, marchaban de ambos lados. Detrás iban el Señor Balcarce, llevando a su derecha al Señor Darthez, antiguo amigo del General, y a la izquierda al Señor Rosales, Encargado de Negocios de Chile. Marchaban en seguida Don José Guerrico, un joven de Buenos Aires hijo de su hermano Don Manuel, el Doctor Gérard y el Señor Seguier, vecinos ambos de Boulogne. El acompañamiento era humilde y propio de la alta modestia, tan digna compañera de las calidades morales y de los títulos gloriosos de aquel hombre eminente. El carro fúnebre se detuvo en la Iglesia de San Nicolás. Allí rezaron algunos sacerdotes las oraciones religiosas a favor del alma del difunto… Después de esta ceremonia el convoy fúnebre continuó hasta la catedral, vasto edificio que se construye en la parte de la ciudad llamada alta. En una de las bóvedas de la capilla, acabada ya, fue depositado el cadáver que acompañábamos. Allí descansará… Fiel siempre a sus hábitos modestos, había él mismo manifestado la voluntad de que su entierro se hiciera sin pompa ni ostentación alguna, y así se ha hecho
    ”.

    Mi conclusión: la hija de San Martín, Mercedes, ¿hubiese sido capaz de incumplir un deseo de su padre para la circunstancia de su muerte?:

    Si San Martín, como afirma la masonería que se adueñó de su figura para autovalidarse por el sólo hecho de haber pertenecido el Libertador a la Logia Lautaro (nada que ver con las masonerías), digo, si San Martín hubiese prohibido ceremonias religiosas, ni nada que ver con imágenes religiosas ni oraciones, COMO SOSTIENEN LOS MASONES, su hija, Mercedes ¿habría colocado el crucifijo entre las manos del muerto al que estaban velando? Mercedes ¿habría colocado otro crucifijo y velas en la mesita de la habitación? ¿Habrían rezado los sacerdotes por su alma? ¿Habría sido enterrado en una bóveda de la Catedral de Boulogne Sur Mer, en vez de en un cementerio local, en la Francia de la Revolución Francesa que hacía mucho tiempo que había separado a la Iglesia del Estado?

    ¿QUÉ TIENEN LOS MASONES PARA DESMENTIR A FÉLIX FRÍAS? ¡NADA!

    Que Dios tenga en su Gloria a Don José de San Martí

  2. San Martín: «temo que cansado de la anarquía suspiréis al fin por la opresión»
    O sea, Juarez, ¿San Martin era del Partido Comunista Revolucionario?

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