Me parece que la mujer está muy pendiente de la forma. Muchas veces repara en una atención caballeresca, como una flor, un cumplido, un perfume, un paseo, una salida al cine, a la confitería…
Dardo (como de costumbre) entró bufando, parecía que venía de una mala noche: “¿Che, Uds. la pasan bien en la cama?” Indudablemente que se refería a la intimidad conyugal y concluyó su arremetida vociferando: “Porque Yo estoy harto de las careteadas para afuera y en la intimidad no pasa naranja; y eso me tiene embolado”. Nunca lo vi tan enojado al Chino Pacheco.
El resto de los muchachos enmudeció por un momento, pero suavemente se animaron al desafío, sobre todo Antonito Di Fresca que se las da de superado en las cosas del sexo, según sus palabras: “Para mí, la alcoba, no tiene secretos, la domino desde la tierna infancia”. En ese momento recordé sus reiteradas confesiones de que al tema sexual lo estudiaba. O sea, que para interiorizarse agarraba los libros, cosa que valoraba, por cuanto la mayoría (como el suscripto) aprendió la lección, ya instalado en la cama matrimonial. De manera que publicitada su fanfarronería arrancó para copar la parada: “La relación sexual para el varón (corrientemente, agregó) es un trámite, al punto de que puede admitir estar con una mujer sólo por razones higiénicas, casi una diligencia hormonal que no repara en los pormenores espirituales del caso”. Punto de vista machista, (pensé sin decirlo), que persevera en la flecha del tiempo y en los modos culturales vigentes. Siguió Antonio, sin respirar: “casi siempre motivo de discordia entre los géneros, como también causa de los deportivos divorcios actuales. Es más común en el malestar de estos tiempos, las situaciones de divorcio, que una pareja se esfuerce por sostener una relación familiar conciliadora por la estabilidad de su grupo familiar. Se repara más en las conveniencias particulares, que en sostener una permanencia de a dos”. No había forma de hacerlo callar al gringo, pero ya había dado su cátedra engolosinada.
Para Carlitos de Montreal, (para variar) se la dejaron picando, y no se hizo rogar: ”Aquí hay que considerar la delicada opción de la elección previa de pareja. ¿Por qué se elige a determinada persona? Y, en este punto me tengo que inclinar por el azar, y asegurar que el Amor es fruto de la ruleta rusa. Pura casualidad y fortuna” que él refrenda con su propia historia de amor, una historia personal de hadas y cenicientas. Me muero de ganas de compartir su increíble historia con los lectores, pero le pertenece. Prosiguió sin titubear “9 de 10 mujeres, exagerando, se casan para huir de sus hogares maternos. Llega un momento de su vida, en que la mujer necesita un tipo que las libere de su entorno familiar (quieren ¡RAJAR! de la casa familiar, pensé), pero para explicarles esto, hace falta tres días, y paciencia.” La dejó espoleando.
Como esperando su turno, Huguito, el mendocino, se animó a participar de la charla: “Yo antes de casarme (por cansancio) probé bastantes agujeros”. Se refería a sus experiencias previas…”Y en esas revolcadas, me hice cargo de que a la Mujer hay que hacerla feliz en la cama. Hay que prepararla, como para macho, con todas las previas. En esta antesala no hay que mezquinar nada, sino la mujer busca ayuda”. Creo que abría el abanico de las infidelidades. La verdad que Huguito puso el toque técnico (como buen Geólogo) porque habló del enigmático clítoris y el misterioso punto G (tema poco recurrente entre los varones), demostrando ser un dominador del tema, por algo le dura el matrimonio. Se pasó de canchero, por lo que el Chacho Peñaloza, (opinando de oreja) lo increpó: “Che, tecnócrata del sexo, mi mujer tiene 70 y ya no tiene clítoris y el punto G, quedó NN”.
Con la intervención de todos los muchachos, las miradas se incrustaron en mi humanidad, esperando que diga algo (como para salvar la ropa) de manera que no me quedó opción. Como siempre fui reservado, manoteé algo sin compromiso, como para justificar la situación por elevación (la cómoda, que le dicen). “Y sí…, el tema es peludo y hay mucha tela para cortar (robándole la frase a Juan Carlos). Me parece que la mujer está muy pendiente de la forma. Muchas veces repara en una atención caballeresca, como una flor, un cumplido, un perfume, un paseo, una salida al cine, a la confitería. Ahí está presente (activa) su sexualidad”, o sea, en sus demandas inagotablesss. Sin llegar, en extremo a ser original, me parece que zafé, elegantemente. A Victorio, el filósofo del grupo no le convenció, y me agarró de sobrepique: ”Todas herencias culturales del siglo XIX, puro reflejo de los mandatos de las generaciones que nos precedieron-“ . Me quedé apichonado, porque no dejaba de ser una descalificación a mis palabras, pensando que lo que uno opina es una contribución útil, y que a alguien le puede interesar. Me pinchó el globo.
Todavía faltaba el broche final en la boca de Walter (que es el empresario del grupo) y largó el exabrupto matinal como remate al encuentro para que se arme el desparramo: ”Lo único que enamora de verdad a la Mujer es la billetera, billetera mata galán. Así que déjense de operías, y sean generosos con la Sra. que lo único que las hace feliz es consumir y consumir. Con esto tienen asegurada la felicidad en casa”. Hizo el gesto monetario $$$. Fue lapidario, tanto que los comensales, se fueron despidiendo lentamente y en silencio, como si hubieran escuchado la última verdad de la historia. El Loro que estuvo callado durante la charla, sentenció (ya de parado y yéndose): ” A las mujeres las voltea ¡LA GUITA!” dando muestra, una vez más lo poco cool de su persona.
Yo me quedé atado al romanticismo decimonónico en que una rosa vale un amor.