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domingo, noviembre 24, 2024

Sin explicaciones

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Nada de lo anticipado ocurrió. Sin mediar explicación de algún colaborador o del mismo director, el repertorio fue diferente. Es oportuno señalar que Gorelik tuvo la partitura en la cabeza y no la cabeza en la partitura pues condujo todo el programa de memoria.

Jueves 23 de abril de 2009. Teatro Provincial. Orquesta Sinfónica de Salta. Director: Luis Gorelik. Sinfonía nº 24 en Re mayor (Franz Joseph Haydn 1732-1809). Obertura La Gran Pascua Rusa op.36 (Nicolai Rimsky-Korsakov (1844-1908). Sinfonía nº 6 en Re mayor op.60 (Antonin Dvoràk 1841-1904).

Cuando asistí al concierto de la orquesta salteña del pasado 9 de abril, se entregó al público un programa de mano que incluía no sólo ese concierto sino además los que se iban a realizar el 23 (o sea, ayer) y el 30 de abril, por supuesto, con las inteligentes notas de Felipe Elgueta Frontier. El segundo anticipaba la realización de un concierto integrado totalmente por obras sinfónicas argentinas. Pues nada de lo anticipado ocurrió. Sin mediar explicación de algún colaborador o del mismo director, el repertorio fue diferente. A mí y a muchos, nos hubiera gustado saber que pasó, no porque exista obligación alguna de explicaciones sobre cambios de programa, sino simplemente porque tal vez haya habido oyentes que se encontraron sorpresivamente con otra propuesta.

De todas maneras, esa propuesta también fue buena. Comenzó con Haydn y una de sus sinfonías tempranas y entonces me vino el recuerdo de cuando conocí en Viena el Palacio Esterhazy y por supuesto el lugar donde el compositor vivía y hacia su trabajo. Se trataba de una especie de apartamento con dos habitaciones, un dormitorio y un estar relativamente amplio donde estaba su piano y su recibidor. Haydn estuvo cincuenta y ocho años ligado a esa poderosa familia austriaca y aun cuando la costumbre era que los músicos, compositores, intérpretes, etc. ocuparan casi el lugar de un sirviente o poco más, ese lugar, significaba una especie de distinción. Y así fue su sinfonía nº 24, pacífica, tranquila, para orquesta reducida, donde sobresalió el estupendo trabajo de la flauta de Dante de Simone en el segundo movimiento como lo mas destacado.

Luego una de las dos oberturas escritas por el ruso Rimsky-Korsakov que a los veintisiete años fue nombrado profesor del Conservatorio de Moscú y debió estudiar sin descanso durante cinco años para ejercerla con autoridad. Pero lo hizo tan bien, que se convirtió en un orquestador de gran vuelo. Esta obra es una prueba. Desde su inicio, un tema litúrgico en el registro bajo de la madera pasa por temas melancólicos hasta que a partir de un glisando del arpa, la página se desarrolla en un clima de brillantez instrumental.

Finalmente una nueva expresión del amor del checo Dvoràk por el folclore de su tierra. Con habilidad artesanal construye esta sexta sinfonía que hasta 1955 llevaba el número 1 pues fue la primera en editarse, hecho que se corrigió luego de investigaciones de musicólogos que estudiaron la obra del compositor. Sus dos movimientos iniciales, aunque líricos, son más bien bucólicos. Hasta que llega el “scherzo” basado en una furiant, danza vigorosa que mezcla los ritmos de 2/4 y 3/4 a cargo de diferentes grupos instrumentales. El carácter triunfal del final, no alcanza a disimular el espíritu bohemio en su más atractiva expresión.

La orquesta tuvo notable cometido y es oportuno señalar que Gorelik tuvo la partitura en la cabeza y no la cabeza en la partitura pues condujo todo el programa de memoria.


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