La orquesta entendió bien el carácter y respondió en consecuencia.
Salta, jueves 21 de marzo de 2013. Teatro Provincial. Solista: Mauricio Torres Urrutia (viola). Orquesta Sinfónica de Salta. Directora Asistente Mª Yeny Delgado. Danzas de Galanta * de Zoltàn Kodaly (1882-1967). Romanza para viola y orquesta op. 85 * de Max Bruch (1838-1920). Sinfonía nº 5 op. 107 “La Reforma” de Felix Mendelssohn-Bartholdy (1809-1847).
(* Estreno en Salta).
Kodaly. Me quedó la sensación que la directora Yeny Delgado (felicidades por su dulce y personal espera de un bebé) puso énfasis en el aspecto nacionalista de la obra, húngara por donde se la mire y cargada de pasajes netamente gitanos. Como muchos saben Kodaly y Bartok pudieron clasificar más de 6.000 temas folclóricos de la zona magyar de Europa y en muchísimos casos los convirtieron en música internacional, en general de carácter sinfónico. También mereció atención la acentuación de muchos de sus pasajes, las que tienen relación con el acento de su idioma. La orquesta entendió bien el carácter y respondió en consecuencia luciéndose además, el clarinete de Juan Eugenio Tiburcio.
Bruch. Una muy breve “romanza”. Son nada más que siete minutos pero, como casi toda la obra del autor, cargada de lirismo apasionado. Esto me permite señalar que el solista Mauricio Torres, fila de violas de la orquesta, tuvo buena actuación a despecho de cierta falta de pasión. De todas maneras la decisión de presentarla es meritoria en tanto el oyente no tenía esta información pues se trata precisamente, a pesar de sus valores, de una página poco transitada. Aquí podría no compartir el criterio estético de la conductora porque al reducido grupo orquestal también le faltó esa cosa intangible que surge de la íntima profundidad del autor.
Mendelssohn. Inobjetable, salvo un pequeño pasaje del contrapunto final. El autor conmemora con su música escrita por encargo, los trescientos años de la Confesión de Ausburgo (también Ausgsburgo) que oficializa en 1530 la reforma de Lutero de 1517 por la cual los países de habla sajona se separan de la Iglesia de Roma para iniciar lo que hoy se llama Protestantismo. Yeny Delgado estuvo acorde con la obra, inspirada, solemne en el primer movimiento, chispeante en los “allegro” y potente en ese prodigio que es el cuarto esquicio. Ella, ya lo dije antes, tiene un estilo directriz que permite respirar a la orquesta y extraer de sus músicos el compromiso personal para hacer arte sonoro. En resumen, buen concierto con dos estrenos para el oyente local.
