Para curar el alma no hay fronteras.
Todos los recursos terapéuticos son válidos, incluido el que acabo de descubrir a través de la letra de las canciones, sobre todo aquellas letras que hablan sobre el Amor (¿existe alguna que lo eluda?) Quizá no haya letra humana (musical) que no aluda a esa misteriosa experiencia de acercamiento ente dos personas que se atraen. Sus poros transpiran, su cerebro resuena, su cuerpo todo exuda eflujos que delatan este estado de seducción. También el cancionero amoroso es un testimonio de ese acercamiento.
Siempre existe una canción que nos hace vibrar, que nos anima en momentos más bajos, que hace surgir todo lo bueno de nosotros, con un efecto sedante y a veces estimulante, de hecho libera serotonina (neurotransmisor que regula el estado de ánimo). Sería interesante hacer una lista de canciones que de forma natural elevan nuestra energía, seguro que hay una, y si no porqué no, buscarla. Los autores (los letristas) son grandes médicos del alma, y en sus letras comparten, esos conflictos vividos intensamente. Resumen en su experiencia, las ilusiones y desilusiones de la Humanidad.
La Músicoterapia
Tradicionalmente este intento se conoce como Músicoterapia, diseñados para mejorar la comunicación y las interacciones sociales. La Músicoterapia tiene una larga tradición. En lugar de practicar habilidades de una manera abstracta, esta terapia se ha destacado por su potencial para proporcionar un marco significativo que abarca características relevantes de la comunicación social. Se ha sugerido que puede facilitar las habilidades fundamentales para la interacción, facilitando habilidades fundamentales para la interacción.
¿Qué es?
Es una técnica terapéutica que utiliza la música en todas sus formas con participación activa o receptiva por parte del paciente.- Se utiliza para curar o reducir diversos problemas de salud, recurriendo a melodías como método para ello.
La idea de base es reconocer que gran parte de las enfermedades tienen su origen en el cerebro, quien transmite al resto del cuerpo ciertos estímulos determinados que reproducen una enfermedad. Con la musicoterapia se intenta hacer llegar al cerebro unos estímulos que lo lleven a una relajación o anulación de los que reproducen la enfermedad a través de diversas melodías con las que se pueden conseguir efectos sorprendentes.
Hoy en día se aplica fundamentalmente en desequilibrios nerviosos, influye positivamente sobre el corazón y pulmones, adicciones varias, y como prevención de suicidios, aunque todavía es necesario profundizar mucho más en el tema.
El esquema básico de trabajo en esta disciplina contempla tres aspectos: 1) La interacción positiva del paciente con otros seres, 2) La autoestima y 3) El empleo del ritmo como elemento generador de energía y orden.
La Músicoterapia actúa como motivación para el desarrollo de autoestima, con técnicas que provoquen en el individuo sentimientos de autorrealización, autoconfianza, autosatisfacción y mucha seguridad en sí mismo. El ritmo, elemento básico, dinámico y potente en la música, es el estímulo orientador de procesos psicomotores que promueven la ejecución de movimientos controlados: desplazamientos para tomar conciencia del espacio vivenciados a través del propio cuerpo.
Esta terapia se puede aplicar, entre otros, a los siguientes trastornos: Insomnio, Hipertensión, Ansiedad, Depresión, dolores de cabeza o de estómago, e igualmente a trastornos energéticos y pare ello existen sugerencias de ciertas composiciones musicales clásicas o académicas. Hoy, los usos terapéuticos de esta especialidad son amplios: la improvisación clínica se emplea para esclarecer y resolver problemas emocionales, las actividades de ritmo y movimiento para favorecer los procesos cognitivos, el surgimiento del lenguaje y el control del movimiento en discapacitados.
O sea, lo que “pretensiosamente” descubrí tiene unos desarrollos impresionantes y con toda generosidad el “Gato” Bonduri se afanó por convencernos de su utilidad para que su grupo progresara en el desempeño personal. Todo su desprendimiento, chocó con mi descomunal estrechez y pragmatismo, dado que lo único que me interesaba era “ladrar” mis boleritos.
Mi repertorio
Mi obsesión es una suma de letras que me empeciné en cantarlas, primero en familia y cuando estos se resistieron, tenazmente, a mis intentos melódicos, encaré (desfachadamente) hacia lo público. Para el que se anime contratarme paso a enumerar libremente estos temas:
Si nos dejan/Usted/ Voy a perder la cabeza/ La Mujer/ Varios de Armando Manzanero/ Hace falta que te diga de Chico Novarro/Se te Olvida/Piel Canela/Varias Rancheras/ Varias de Mario Clavel y el éxito Gardeliano de El día que me quieras. Hoy, ya sin público adepto, uso esta modalidad particular para afianzar la (mi) Autoestima. La experiencia ajena aconseja pararse frente a un espejo, pero esta es una costumbre que no pude incorporar. Lo cierto es que las diferentes letras, resumen contenidos y temáticas, que, realmente, ayudan a superar o al menos elaborar distintas instancias afectivas propias de las constantes y recurrentes desilusiones a la que nos enfrentan la vida de convivencia. Un tema que no es menor, en la eficacia de esta tarea, es memorizar la letra, y doy fe, que en más de una actuación, quedé tildado por el olvido.
El cantar cada tema, implica “nombrar” diferentes situaciones (algunas felices, otras no tanto) que permiten poner en palabras hechos, presentes o pasados, y en el intento de recordarlos, aspirar “suavemente” a superarlos. Al cantarlos uno se adueña de las circunstancias y en esa constante repetición de las letras, el recuerdo se va como “gastando”/”disipando”/ “derrochando”, algo así como olvidándose de las penas presentes, duelos impactantes de las pérdidas continuas de la vida, secuelas inevitables del crecimiento.
Juega un papel importante (terapéuticamente hablando) el hecho de que uno escucha su propia voz y este resonar (más la infinidad de veces que lo repite), acompaña, consecuentemente, una modalidad de superación. Cada repetición, es una progresiva elaboración.
Crecer es dolor, y cantar (los) es una manera más de fregar las penas. Para el final recuerdo, como los pares tangueros (también en el ambiente artístico) acostumbran a despedir a sus coetáneos con música altamente festiva y cálidos saludos de despedida, como una forma de dar fe que valió la pena vivir (sufrir/reír/llorar/cantar/bailar/suspirar y qué sé Yo que más tanto).