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domingo, noviembre 24, 2024

Tiempos de desmemoria

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No quedó ninguna huella, sino intacto la crítica despiadada de los que sólo ven piedras en el camino de la liberación.

Debo reconocer que me embarga el desconcierto o la extrema perplejidad o tal vez el asombro, ante la extrema falta de ejercicio para recordar el pasado recientísimo del drama histórico nacional, regado por la repetición de escenas violentas e inconciliables de la sociedad argentina. Como si el paso de la inmediatamente anterior dictadura militar hubiera sacrificado sangre joven sin marcas de registro, tampoco el despilfarro desenfrenado de la democracia inicial, con sus despiadados remates patrimoniales haya pasado sin reconocimientos visibles al sufrimiento de los connacionales. No quedó ninguna huella, sino intacto la crítica despiadada de los que sólo ven piedras en el camino de la liberación.

Como diría mi abuela quieren ver pelos en el huevo, aunque mejor literariamente lo expresa Eduardo Galeano, con su puntual claridad: ”El miedo seca la boca, moja las manos y mutila. El miedo de saber nos condena a la ignorancia; el miedo de hacer nos reduce a la impotencia. La dictadura militar, miedo de escuchar, miedo de decir, nos convirtió en sordomudos. Ahora la democracia, que tiene miedo de recordar, nos enferma de amnesia; pero no se necesita ser Sigmund Freud para saber que no hay alfombra que pueda ocultar la basura de la memoria”. Es un estado de insana desmemoria, que instala a la sociedad en una violencia cruzada de unos contra otros, en un ejercicio desenfrenado de la debilidad mental o de su fragilidad.

Lo más grave es que no escuchamos muchas voces en defensa de la verdad histórica. Una pequeña voz que diga al menos que hasta hoy las cosas se están haciendo con un mínimo de dignidad. Esta simplísima coherencia es la que parece extraña en estos raros tiempos. Se trata de refrendar, mínimamente, que el actual modelo nacional está muy lejos de repetir las tradicionales exclusiones a las que nos tenía acostumbrados. Como quiere el Licenciado Antonio Gutiérrez: ” convendría levantar un poco la vista», “descorrer el horizonte”, avizorar la distancia, porque más allá de los enfrentamientos mediáticos, está en juego si al país lo gobernarán la Política y las funciones del Estado con un sentido inclusivo o si su suerte quedará enteramente en manos de los grandes grupos de la economía concentrada, la especulación financiera internacional, las corporaciones económicas, las mafias y lo que hoy se ha dado en llamar “narcocapitalismo”.

Como dice y quiere la Profesora Pérez Zamora: ” En Argentina ponemos rótulos con mucha facilidad” y acusamos de tirano al menor signo de populismo. Lo que está ausente en estos tiempos son las expresiones de sensatez y sinceridad para reconocer un estado de cosas diferentes y positivas al ser del país. Reconocer una dirección progresiva de las políticas públicas del Estado para su integración imprescindible y la necesidad, sin atenuantes, de recuperar el patrimonio nacional entregado paulatinamente por los anteriores “mal” administradores (como por ej. La recuperación del espacio aéreo y los hidrocarburos nacionales, entre otras cosas) , para no caer en las críticas recurrentes y lesivas a las intenciones de los políticos. Me salgo de la vaina para disparar acusaciones generalizadas a los que no merecen otra apreciación que la de llamarlos lisa y llanamente traidores a la patria, pero es caer en las diatribas espiraladas.

UNA NUEVA ESPERANZA

Tiene que nacer, aunque suene ingenuo/infantil, un discurso ético direccionado hacia la ilusión de un proyecto nacional colectivo, que vaya sumando constantemente seguidores afines. Parir una franja intermedia entre los radicalizados (esos a los que nada le cae bien)y los hombres sensatos que habitan el País y anhelan HONESTAMENTE debatir para (por) la grandeza y no para que continúe la chatura y la pequeñez de las intencionalidades personales. Dejarnos de joder con apostar al dólar, a las mezquindades canibalísticas de aquellos que piensan y miran con el ombligo y se resguardan en dogmatismos (incluso religiosos). ¡Basta! De reclamar por las reglas de la Seguridad Nacional, en que se ocultan las modalidades represivas, idea que no es otra cosa que la de imponer el control social identificando al enemigo interno, restringiendo las libertades ciudadanas y asumiendo acciones represivas contra los movimientos sociales. Que la bronca no ciegue el repudio de los intolerantes e impacientes, y las manos se vayan tomando lentamente hacia la conciliación.

Es una Historia muy precedida de errores, pero hay que apoyarse en los pocos aciertos y sostenidos progresos para no frenar este proceso paulatino de liberación (emancipación). El exceso dominaba nuestra realidad ( sobre todo en una sociedad librada al desamparo) y nuestro presente estaba devastado por las condiciones de miserabilidad, que el actual modelo se afana en revertir paulatinamente y que sólo se sostendrá cuando a los que nos duele el país (al mejor estilo Maradoniano) lo apuntalemos, aceptando que los cambios no son, ni por la fuerza de la magia ni por la crítica despiadada de los indolentes, sino por la fuerza activa de la movilización y participación popular, dirigida constructivamente hacia una mínima unidad y no por intereses corporativos sectorizados. ¡Dejen de mirarse al ombligo! Quizá entonces, los que ven la Nación como un todo, se distancien de los que les importa sus estrechos intereses.

1 COMENTARIO

  1. Tiempos de desmemoria
    Sr. Manghera: según el Censo de 2010 casi el 60 % de la población argentina es menor de 35 años. Es decir, casi el 60 % de los argentinos no vivía cuando ya estaba terminando el período militar 1976 – 1983. O sea, ya es cansador seguir escuchando y escuchando y escuchando… sobre la dictadura militar. ¡Hasta cuándo! ¡Más de la mitad de los argentinos ya pertenece a otra etapa de la historia argentina! ¡Más de la mitad de los argentinos está más pendiente de lo que hagan y resuelvan los líderes políticos hacia el presente y el futuro que seguir escuchando cómo justifican la inoperancia, la incapacidad y la corrupción echándole la culpa a los militares de hace 30 y 35 años! ¡Vamos, dejemos de joder ya!

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